Con el 3-0 de Marc Roca el Benito Villamarín era una fiesta. Tan claro lo vio Manuel Pellegrini que decidió darle unos minutos de descanso a Pezzella. Pero la salida del general de la zaga produjo una pequeña desconexión e el equipo y un balón interior le permitió a Bengtsson encarar a Claudio Bravo, que en la salida notó algo en el muslo izquierdo y ni hizo por tratar de parar el lanzamiento de Kokorin, que firmó el 3-1.

Enmudeció el Benito Villamarín, a sabiendas de lo que hay en juego el domingo: el derbi sevillano. Sobre todo porque Rui Silva está lesionado también muscularmente y el técnico lo descartó hasta después del parón de selecciones.

Corría el minuto 84 cuando notó algo y empezó a hacer gestos raros, probándose y llevándose la mano a la parte posterior del muslo izquierdo. Incluso en un mano a mano de Gomis no salió y espero en el área chica para lanzarse al suelo parado aprovechando el mal disparo del rival. Pero Ahí pidió la atención médica, en el minuto 87, siendo vendado en un momento ya en el que el Betis no podía hacer ningún cambio ya.

Claudio Bravo se duele de su lesión.

Ni sacó de puerta después. No podía y tenía que evitar esfuerzos innecesarios. Más de uno hizo durante el encuentro con salidas que lo obligaban a hacer esfuerzos musculares explosivos para despejar balones hasta que llegó la lesión en el tramo final del encuentro.

Ahora el miedo se ha instalado en la afición y en la plantilla verdiblanca, que tiene a sus dos porteros lesionados y puede que tenga que jugar Fran Vieites un duelo de máxima rivalidad con toda la tensión que ello conlleva, con el inevitable recuerdo del derbi en el que Fernando pastor encajó el gol de Fekir de córner directo.