Resulta todo tan surrealista en el mundo del fútbol que tras los sucesos dominicales en Payaso Fofó sin número será el Betis, por siempre Real Betis Balompié, quien tenga que disculparse o pedir perdón, que es más suyo. Almas caritativas que a estas horas andan escandalizadas porque cualquier día va a pasar algo gordo. Es en referencia a las amenazas de algunos cafres a Luis Medina, el jefe actual del estamento arbitral.

Que hay desalmados a porrillo en la ineducada sociedad que padecemos es obvio, pero la reacción de dichos individuos no debe impedir que el sevillanísimo club de las trece barras con corona haga ver su malestar. No quiero entrar en el numeroso cúmulo de acciones que perpetró el gallego Muñiz Ruiz, pero sí quiero recalcar la mala fe que el hombre destila en la redacción del acta del partido. Ahí es donde se confirmaron las malas sensaciones que emitió durante el juego.

Hablar de fuerza excesiva en el despeje de un balón son ganas de cubrir su error a la par que carga de culpa al expulsado. Cuando se despeja, mientras más fuerte resulta mejor en ocasiones, pero esa fuerza es para darle al balón sin pensar que el contrario va a agachar peligrosamente la cabeza. Fuerza excesiva es un calificativo malintencionado cuando todos vimos que Álex Moreno pretendía despejar el balón y no la cabeza de Isi, el rayista que metió la cara donde no debía.

Insisto en que no quiero pararme en denunciar los otros errores, que fueron abundantes y absolutamente todos en la misma dirección. Un arbitraje unidireccional es, como mínimo, motivo de predisposición inadmisible. Por si fuera poco, cómo manejó el VAR el catalán Estrada, otro que también tiene un historial en sus juicios al Betis. Fue todo un despropósito, como despropósito es que Luis Medina Cantalejo esté recibiendo amenazas, pero dejen de acusar al Betis, por favor.