LEY TRANS

Disforia de género repentina: La 'alarmante' consecuencia de la ley trans que preocupa a los psicólogos

Disforia de género repentina: La 'alarmante' consecuencia de la ley trans que preocupa a los psicólogos

Disforia de género repentina: La 'alarmante' consecuencia de la ley trans que preocupa a los psicólogos

La disforia de género es un término que se refiere a los profundos sentimientos de incomodidad y ansiedad que pueden ocurrir cuando una persona siente que su sexo biológico no coincide con su identidad de género. Su concepto ha ido evolucionando con el paso del tiempo e integrándose más en la sociedad. En muchos de los casos, este desajuste puede causar malestar severo, ansiedad, depresión y otros  problemas psicológicos. Ahora, los nuevos movimientos sociales y el transactivismo vienen acompañados, según las estadísticas, de un mayor número de personas que se identifican como transgénero, sobre todo entre jóvenes.

En este sentido, a raíz del anteproyecto de la nueva ley trans, en la que se podrá hacer esta transición sin consentimiento paterno y sin análisis médico, simplemente con el autodiagnóstico del menor, a partir de los 12 años. Así, los trans dejan legalmente de ser consideradas personas enfermas. Por eso no se exige informe médico o psicológico que acredite que la persona ha sido diagnosticada de 'disforia de género'. Se habla de 'despatologización de la identidad trans', permitiendo el cambio registral de sexo sin que esté condicionado por la presentación de un informe ni la modificación de la apariencia física.

A este respecto, la disforia de género, en su propia definición, tiene un diagnóstico muy amplio y  generalizado a juicio de muchos. Dentro de este espectro, y desde una perspectiva profesional, el propio diagnóstico podría abarcar otras muchas dolencias y factores externos que no se suelen tener en cuenta. Desde problemas mentales, falta de autoestima, la propia presión social, alcoholismo, abuso de drogas u otras patologías de origen que causan impacto durante los años de desarrollo.

Así, existe una modalidad de la disforia llamado disforia de género rápida o repentina (ROGD, por sus siglas en inglés) que se caracteriza por un inicio repentino, generalmente después de la adolescencia, y una exposición repetida a contenido cultural y educativo sobre la homosexualidad. Los trastornos repentinos afectan especialmente a las niñas, ya que el sexismo en las aulas y las redes sociales las inunda de mensajes que  explican su rechazo a los cambios (físicos, psicológicos y sociales) de la pubertad por vivir en el ''cuerpo equivocado'', contribuyendo a su exclusión biológica.

Este enfoque es diferente a la disforia de género común y se caracteriza por niños y adolescentes que de repente se declaran "en contra" sin antecedentes ni condiciones previas, sino motivados por factores externos. Por ello, tras conocerse las nuevas medidas, muchos colectivos feministas, familias y expertos han alzado la voz cuestionándolas y exigiendo un diagnóstico adecuado y supervisado por profesionales. 

CAMBIOS IRREVERSIBLES

Toda esta situación empuja a que se receten bloqueadores hormonales. Estos fármacos son muy utilizados en niñas y niños en la pubertad para ''apagar'' su desarrollo y cambios, evitando que se desarrollen sus caracteres sexuales secundarias, dándoles así más tiempo para decidir si continúan con la transición.De esta forma, los menores durante la prepubertad son derivados a tratamiento con efectos secundarios desconocidos a largo plazo, que son precursores de otros síntomas irreversibles como la inducción interhormonal o la cirugía, que pueden provocar infertilidad. Este uso ''fuera de etiqueta'' es un experimento médico poco ético con daños aún desconocidos para el desarrollo de los adolescentes, y no se sabrán sus efectos con seguridad hasta dentro de veinte o cuarenta años.

En este sentido, muchos estudios y testimonios reales han demostrado que proporcionar hormonas y cirugía entre sexos para tratar la angustia de género ha resultado en errores quirúrgicos, infelicidad, arrepentimiento y suicidio. De hecho, un gran estudio en Suecia, una sociedad con una gran integración y afirmación del transgénero, muestra que la tasa de suicidio de las personas después de estos tratamientos fue diecinueve veces mayor que la de la población general.

AMANDA, ASOCIACIÓN DE MADRES 

Todas estas cuestiones las han expuesto en redes desde AMANDA, una asociación de madres con hijos con este trastorno que nació hace poco más de un año y que ya cuenta con más de 300 familias. En la web de la agrupación hablaban de "disforia de inicio rápido (DGIR)", es decir, de una respuesta a los malestares psicológicos donde el menor se convence de que su bienestar pasa por un proceso de reasignación de sexo, y quizás con tratamientos hormonales y cirugías como la amputación del pene o los pechos. Esto provoca daños en el futuro del que los menores pueden arrepentirse con el tiempo y cuyos efectos son irreversibles. 

"Que se permita a los profesionales atender los malestares previos a la disforia, diagnosticar —quien debe hacerlo es el profesional, no el paciente— y tratar de acuerdo a un planteamiento prudente, que permita a los menores madurar antes de tomar decisiones irreversibles y en el que los tratamientos irreversibles sean la última opción a valorar, por el daño corporal que suponen", exponen.

Asimismo, denuncian que la nueva Ley Trans es una "patada al feminismo", además de a la salud de los menores, debido a que la norma recoge el cambio registral de sexo y no de género, matiz que abrió un cisma en estos sectores debido a la dificultad que genera en ciertas cuestiones sensibles como la violencia de género, el abuso sexual en baños, la desigualdad en la investigación sanitaria, la paridad y otras medidas surgidas para compensar el impacto de la división sexual del trabajo o el agravio en ciertas competiciones.

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