¿Cuándo se considera que un dolor es crónico?
Investigación y Tecnología
El 17% de la población española padece dolor crónico
Claves para afrontar la 'epidemia silenciosa' del dolor crónico

El dolor es un mecanismo esencial para la supervivencia humana, ya que advierte al organismo de posibles daños. En condiciones normales, desaparece cuando se resuelva la causa que lo originó. Sin embargo, en algunos casos, el dolor persiste más allá de la curación del daño inicial, afectando a diversas áreas de nuestra vida, como el ámbito emocional, familiar y laboral.
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) definió en 1979 el dolor como "una experiencia sensorial y emocional desagradable relacionada con el daño real o potencial de algún tejido. El dolor crónico es el que dura al menos 3-6 meses, o que persiste más allá del tiempo esperado para la cicatrización de los tejidos o la resolución de la enfermedad subyacente".
En la actualidad, una parte significativa de la población convive con algún tipo de dolor. Concretamente en España, alrededor del 32% de la población adulta lo experimentan de manera habitual y el 17% de la población padece dolor crónico. De estos casos, casi la mitad sufre dolor diariamente, lo que impacta directamente en su calidad de vida, por lo que no debemos subestimar su importancia a nivel médico, ya que la Sociedad Española del Dolor estima que entre el 40% y el 80% de las consultas están relacionadas con esta afección. Además, en el ámbito laboral, el dolor crónico es responsable de cerca del 50% del absentismo y del 60% de las incapacidades permanentes.
¿Qué se considera dolor crónico?
El origen del dolor crónico puede ser diverso. Según la Organización Mundial de la Salud, este se clasifica en dos grandes categorías. Una de ellas es el dolor crónico primario, caracterizado por la alteración funcional o el estrés emocional sin una causa médica aparente, lo que lo convierte en una enfermedad en sí misma. Se trata de un fenómeno multifactorial que puede deberse a causas biológicas, psicológicas o sociales. Por otro lado, el dolor crónico secundario se asocia a condiciones clínicas subyacentes, como el derivado de cirugías, traumatismos, cáncer, lesiones nerviosas, enfermedades de los órganos internos, cefaleas o trastornos musculoesqueléticos. Independientemente de la categoría en la que se incluya, el dolor crónico se caracteriza por su impacto en la funcionalidad y el bienestar del paciente, así como por la intensidad con la que se experimenta.
Los síntomas varían según la zona afectada y el tipo de dolor. Cuando el sistema osteomuscular se ve comprometido, los pacientes suelen describir una sensación opresiva y localizada que se intensifica con el movimiento y la actividad física. En el caso del dolor visceral, la sensación suele ser profunda, mal delimitada y acompañada de síntomas como náuseas, sudoración, mareos o alteraciones urinarias. Si el sistema nervioso es el afectado, el dolor se describe como punzante, similar a una descarga eléctrica, y puede ir acompañado de hormigueo o pérdida de fuerza en la zona comprometida.
Además de los síntomas físicos, el dolor crónico tiene un fuerte impacto en la esfera emocional y social, por lo que, en este sentido, el tratamiento adecuado no debe centrarse solo en aliviar el dolor físico, sino también en abordar los aspectos psicológicos y sociales, con el objetivo de mejorar el bienestar general del paciente.
¿Cómo afecta un dolor crónico a la calidad de vida?
El dolor crónico tiene un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen, afectando no solo el bienestar físico, sino también el estado emocional y las relaciones personales. Muchas personas que sufren esta condición desarrollan ansiedad, depresión e insomnio debido a la persistencia del malestar. La incapacidad para realizar actividades cotidianas con normalidad genera aislamiento social y disminución en la productividad laboral, lo que repercute negativamente en la autoestima y en la estabilidad económica de los afectados.
Para prevenir el dolor crónico, es fundamental adoptar hábitos de vida saludables, mantener una postura adecuada, realizar actividad física de manera regular y controlar el estrés. Es igual de importante un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado para llevar estas afecciones y evitar su cronificación, así como también, fomentar el acceso a programas de educación sobre el manejo del dolor, que permitan a las personas desarrollar estrategias para reducir su impacto y mejorar su bienestar general.
Referencias bibliográficas:
Cinfasalud (2021, 17 de octubre). ¿Cuándo se considera que un dolor es crónico?
National Library of Medicine (NIH) (2017, 23 de agosto). Hablando del dolor crónico.
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