Cuando se habla de alimentos prebióticos los primeros nombres que aparecen suelen ser el kéfir o el yogur, dos opciones muy interesantes para nutrir a nuestra flora intestinal. Además, el resto de beneficios que poseen estos dos lácteos hacen que su presencia en cualquier dieta esté justificada.

Aunque, si queremos añadir a nuestros hábitos alimenticios el consumo de estos alimentos beneficiosos para nuestra microbiota, no habría que comprar necesariamente uno de los dos mencionados, ya que, como señalan desde El Español, podemos encontrar otro que, a pesar de no ser tan conocido en España, tiene más prebióticos que ellos. Se trata de la alcachofa de Jerusalén.

Este alimento, pese a lo que nos indica su nombre, ni es una alcachofa ni está relacionado con la Ciudad Santa. El tubérculo llegó a Europa desde México en el siglo XVII y su popularidad era muy alta, pero esta cayó en beneficio de la patata.

El topinambur, como también se le conoce, se cultiva en nuestro país mayormente en el Valle del Guadalhorce (Málaga) y entre sus putos a favor destaca lo beneficiosa que es su ingesta para nuestra microbiota. De hecho, como señalan en el citado medio, está dentro de la lista de los cinco alimentos más prebióticos.

Otros beneficios del topinambur

Aunque este tubérculo también es rico en vitaminas A, B y C. Además, su ingesta nos proporciona algunos minerales esenciales como el fósforo, el potasio, el calcio, el sodio o el magnesio. Asimismo, la inulina y la fibra soluble que contiene el topinambur hacen de él un alimento saludable para nuestro corazón.

La fibra también nos generará una sensación de saciedad, aspecto que, unido a que contiene muy pocas calorías (tan solo 73 por cada 100 gramos), convierte a la alcachofa de Jerusalén en una opción muy interesante para que las personas que busquen adelgazar lo incluyan en su dieta.

Así puedes incorporarlo a tu dieta

Una manera de consumir este alimento es usándolo como ingrediente en una ensalada, un plato muy recomendable si el objetivo es perder peso. Además, el topinambur, al contrario que otros tubérculos, sí puede tomarse en crudo, por lo que tan solo deberíamos retirar la cáscara que lo cubre y trocearlo.

Aunque también puede cocinarse, para disfrutar así de su sabor después de haber sido horneado o salteado. En este caso, encajaría perfectamente como guarnición de un plato de pescado o carne. Por otro lado, el topinambur también podemos utilizarlo para preparar un puré, siguiendo el mismo procedimiento que si este fuera de patata o, prepararnos con él una crema caliente, opción muy recomendable para la época del año en la que nos encontramos.