Una psicóloga explica cómo un cubito de hielo puede ayudar a frenar un ataque de pánico en segundos

Qué es un ataque de pánico

El hielo activa un reflejo inmerso que ayuda a activar el sistema parasimpático, responsable de proporcionar la calma

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Mujer afrontando un ataque de ansiedad
Mujer afrontando un ataque de ansiedad / Freepik

Muchas personas sufren ataques de pánico, pero pocas saben identificarlo y un alto porcentaje tampoco sabe ponerle remedio. Estos son unos episodios repentinos de miedo o malestar intenso que aparecen sin un peligro real inmediato. Se caracterizan por síntomas físicos y psicológicos que pueden llegar a ser tan fuertes que la persona siente que va a perder el control, sufrir un infarto o incluso morir. Aunque suelen durar solo unos minutos, el impacto emocional que dejan es enorme. Una psicóloga explica la importancia que tiene el hielo en este asunto y cómo ayuda a evitar males menores y ayuda a estabilizar y calmar a la persona, aunque se debe de tratar con otras técnicas más profundas supervisadas por un profesional.

Qué es un ataque de pánico

Esta es una respuesta desproporcionada del organismo frente a una amenaza inexistente. El cerebro activa el sistema de alarma como si hubiera un peligro real, y eso desencadena una cascada de reacciones físicas. Entre los síntomas más comunes se encuentran las palpitaciones o taquicardia, la sudoración excesiva, la sensación de falta de aire, mareo y sensación de desmayo, escalofríos o sofocos, hormigueos en las extremidades, presión en el pecho y miedo a perder el control. Estas no ponen en riesgo nuestra vida aparentemente, pero resultan muy molestas, sobre todo, porque pueden aparecer en cualquier momento. En muchas ocasiones, se relaciona un episodio con una dolencia cardíaca.

Cómo funciona el sistema nervioso

El sistema nervioso se divide en dos, por un lado, el simpático que activa la respuesta en caso de huida o lucha y es la responsable de generar una aceleración en el corazón, la hiperventilación o la tensión muscular. Por su parte, el parasimpático, promueve todo lo contrario. Es el responsable de proporcionar calma, una buena digestión y la recuperación. Con la técnica del hielo se busca activar el segundo más rápidamente para contrarrestar la mala sensación que está provocando el primero.

Cómo ayuda un cubo de hielo

El contacto del hielo con la piel genera un estímulo intenso que obliga al cerebro a desviar la atención del miedo interno hacia una sensación física concreta. Este mecanismo tiene varios efectos. Por ejemplo, una distracción sensorial por el frío extremo que centra toda la atención. Se activa el reflejo inmerso que reduce el ritmo cardíaco y promueve la calma. El contacto del frío con la piel acaba con los pensamientos intrusos y recuerda que sigues en el mismo lugar y, por último, la reducción de síntomas físicos por la vasoconstricción.

Cómo aplicar la técnica

Simplemente, el hecho de sujetar el hielo en la mano puede suponer un gran alivio por la intensidad del frío. También se puede frotar por la nuca y las muñecas que son zonas donde los vasos sanguíneos están más cerca de la piel y el efecto es más intenso. En la cara se puede aplicar, sobre todo, en mejillas y frente para activar el reflejo de inmersión. Por último, una bolsa de hielo puede ser un buen recurso.

Referencias bibliográficas:

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