El Palquillo

Virgen de los Reyes 2022: Mil días recuperados en 90 minutos

La Virgen de los Reyes bajo la Giralda tras salir de la Catedral.

La Virgen de los Reyes bajo la Giralda tras salir de la Catedral. / Juan Carlos Vázquez

Como si no hubieran pasado casi mil días desde la última vez que la Virgen de los Reyes recorrió las gradas bajas de la Catedral en su procesión del Día de la Asunción. Con la misma ilusión, el mismo fervor, la misma sencillez, esa simplicidad que la hace tan auténtica, la Patrona de Sevilla y su Archidiócesis ha vuelto a reunir a miles de sevillanos que la han acompañado en un mañana fresca y luminosa. Se ha estrenado el arzobispo, monseñor Saiz Meneses, tras la Patrona un 15 de agosto; y el alcalde, Antonio Muñoz, que se ha metido de lleno en las tradiciones de la ciudad. Se pudo ver al hermano Pablo emocionado siguiendo a la Virgen a la que tantos años acompañó junto al cardenal Amigo, cuya rosa de plata lució a los pies de la Virgen de Sevilla en un bonito gesto del Cabildo.

La Patrona recibe los rayos de sol en la Avenida. La Patrona recibe los rayos de sol en la Avenida.

La Patrona recibe los rayos de sol en la Avenida. / Juan Carlos Vázquez

Amanece la mañana del 15 de agosto en la ciudad cuando por el Arenal o la Plaza Nueva todavía llegaban peregrinos de los pueblos cercanos camino de la Catedral. Las campanas de la Giralda repican a gloria para anunciar la salida de la Patrona de Sevilla y su Archidiócesis. Ya lo hicieron a las doce de la noche. No hay mejor bando que este. No inventen. Hay que tener cuidado con incorporar elementos innecesarios a una celebración que se caracteriza fundamentalmente por su autenticidad. La de la Virgen de los Reyes es una procesión que ha sido hasta ahora impermeable a los usos y costumbres importados de la Semana Santa. Es ahí donde radica su valor. Y hay que velar por ello para que no se contamine. Como escribió Juan Ramón: ¡No le toques ya más, que así es la rosa!

Una de las tradiciones perdidas en los últimos años es la del desfile de corporación municipal desde el Ayuntamiento a la Catedral acompañado por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla. Un pasacalles en el que la formación dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan siempre regalaba alguna composición rescatada del olvido. Hay que conformarse con escuchar a la banda en la cabecera del cortejo. Con un poco de antelación sobre el horario previsto, las 7:37, comienzan a sonar los tambores mientras los carráncanos salen por la Puerta de los Palos.

Poco a poco los fieles se acomodan en los primeros metros del recorrido, las calles dedicadas al cardenal Amigo y Alemanes. Uno de los tramos más cotizados es la esquina de la subida hacia Placentines, donde algunos llevan bastante tiempo apostados con sus cámaras para no perderse detalle de la salida. Mientras sale el paso, se aviva la conversación. Uno comenta que había estado por la noche en Cádiz en la procesión de la Virgen de las Penas. Otros hacen planes para lo que está por venir: "El 10 de septiembre es la magna de Antequera; el 17, la de Cádiz; y el 24 la de León". El nuevo curso se presenta intenso para los cofrades.

Una muestra de la despersonalización que sufre la ciudad es la casi total ausencia de colgaduras en los balcones del recorrido. Quizás habría que hacer la misma labor que en el Corpus para implicar a hoteles, particulares y comercios en la tarea de engalanar el recorrido procesional de la Patrona. Son la ocho de la mañana. Las campanas advierten de que ha llegado la hora. Los nardos asoman por la Puerta de los Palos. Tras tres años de ausencia, la Virgen de los Reyes bendice a los sevillanos un nuevo 15 de agosto. Es el momento de agradecer lo recibido. De acordarse de los que se han marchado en este tiempo de pandemia y de pedir con esperanza por un futuro que se anuncia incierto.

La cantidad de público se mantiene estable con respecto a las últimas salidas. Hay gente, pero no es agobiante. Se ven algunas mascarillas. Es fácil moverse por el recorrido. Acompañar a la Virgen por las gradas. En la Puerta de la Asunción la espera una de sus devotas. La responsable de su conservación, Ana Isabel Gamero, que tanto empeño, mimo y buen hacer pone para que los tesoros de la Catedral luzcan siempre esplendorosos. 

En la calle Alemanes el sol de la mañana ilumina por completo a la Patrona durante la segunda de las posas. El arzobispo inciensa a la Virgen antes de proseguir el camino. Vaya verano lleva don José Ángel. Ha acompañado a los jóvenes en su peregrinación a Santiago, ha predicado por primera vez la novena, y todavía le queda el Rocío Chico antes de descansar unos días con la familia. 

Suena a lo lejos Corpus Christi mientras el paso de la Patrona, que el año próximo cumplirá su centenario, avanza con su particular cadencia. En la esquina de Correos, la Virgen de los Reyes se despide del público de la Avenida y es bañada de nuevo por el sol. Como es habitual, en este punto se imprime más velocidad al cortejo para cumplir con el horario no escrito. En la Plaza del Triunfo, un camión de reparto trata de abandonar la zona en plena procesión. Llega la Virgen. Apenas se detiene. Son muchas las familias con niños pequeños que aguardan aquí. "Mira los zapatitos de oro del Niño", dice una madre.

Numeroso público apostado en las gradas del monumento a la Inmaculada. Numeroso público apostado en las gradas del monumento a la Inmaculada.

Numeroso público apostado en las gradas del monumento a la Inmaculada. / Juan Carlos Vázquez

La Virgen de los Reyes está ya enmarcada ante el atrio de la Puerta de los Palos. Desfilan los militares. Hay aplausos. Son las 9:37. La Virgen de los Reyes entra en la Catedral poniendo punto y final a la procesión. Mil días recuperados en 90 minutos. Como si no hubieran pasado tres años. Es el tiempo detenido de la Virgen de los Reyes. Dentro, empieza el pontifical. Fuera, el público pide el desayuno en unos bares que están reventar. La búsqueda imposible de un sitio donde tomar un café sin colas.

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