El Palquillo

Belleza e intimidad en el Vía Crucis del Señor de la Salud y Buen Viaje de San Esteban

El Señor de la Salud y Buen Viaje en su Vía Crucis // Depenitencia

Hay cofradías que, por exigencias o circunstancias históricas, han encajado a la perfección con su más inmediato entorno, a su medida y a su carácter. En cambio, se conocen trazados urbanos, barreduelas y fisonomías que parecen estar diseñadas para ciertas cofradías e, incluso, para ciertas imágenes devocionales que no se entenderían en otros contextos o espacios. Es el caso de San Esteban y su Cristo, que convierten ciertas calles en espacios idílicos y complementarios para la cercanía y la intimidad devocional.

Anoche, por las impagables calles del microcosmos de los límites de la judería, el Señor de la Salud y Buen Viaje presidió su siempre particular Vía Crucis. La cofradía de San Esteban regaló a cuantos cofrades se acercaron una serie de estampas imprescindibles en fondo y en forma. Porque parece que estas callejuelas, de nombres irrepetible (Lirio, Vidrio, Verde...) están trazadas expresamente para que por ellas pase este Jesús ultrajado, coronado con las espinas de la ofensa y martirizado por las más blasfemas palabras.

Discurrir del Vía Crucis por la calle Vidrio Discurrir del Vía Crucis por la calle Vidrio

Discurrir del Vía Crucis por la calle Vidrio / Hermandad

Transmite el Señor de la "ventana" una sensibilidad extraordinaria. Su antiquísimo busto (del XVI) expone un profundo tratamiento del sufrimiento interno, de la soledad humana. Es este un Cristo que invita al pensamiento, a la reflexión, incluso a la propia filosofía de los padecimientos de los hombres. Y por aquellas estrecheces (¡no necesita más!) su mirada se escapaba de las propias andas, de su altura divina y alcanzaba los más imperturbables espíritus. En definitiva, absoluta debilidad por este Cristo que, desde su ventana, pórtico de los caños y puerta de la ciudad, espera pacientemente alguien que lo comprenda, que lo entienda, que lo escuche. 

La clámide

El Señor portó en su Vía Crucis la clámide púrpura, donada por un grupo de devotos y que vino a reproducir una primitiva capa que portaba dicha imagen antiguamente. Esta clámide, estrenada en febrero de 2020, está bordada sobre terciopelo en color púrpura en el taller de Joaquín Salcedo Canca, bajo el diseño de Manuel Ballesteros Rodríguez. Está inspirado en los bordados del siglo XVIII y principios del XIX y basado en la antigua clámide denominada de ‘las florecillas’, actualmente desaparecida. Sin duda, todo un acierto que le devuelve a esta imagen todo su esplendor iconográfico y potencia el lenguaje litúrgico: Jesús como Rey de los Judíos. 

La antigua clámide de San Esteban La antigua clámide de San Esteban

La antigua clámide de San Esteban

Procesionó sobre sus andas de Vía Crucis y estuvo iluminado por cuatro faroles cedidos para la ocasión por la Hermandad del Cachorro. 

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