El convento Madre de Dios invita a los fieles a la misa en honor a Santo Domingo

La eucaristía tendrá lugar el próximo 8 de agosto a las 11:00 en el monasterio

Este santo ayudó a propagar la devoción al rosario por toda Europa

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Cartel de las monjas en la puerta del convento invitando a la misa
Cartel de las monjas en la puerta del convento invitando a la misa

Una cita en la más absoluta intimidad del verano hispalense y en un marco de significada envergadura histórica. El convento de Madre de Dios, ubicado en la calle San José, convoca a todos los fieles y hermanos a la misa que se celebrará el próximo 8 de agosto, viernes, en honor a Santo Domingo, especialmente vinculado a la comunidad dominica y a la advocación del Rosario.

En concreto la eucaristía comenzará a partir de las 11:00 horas, y supone una ocasión inestimable para acompañar a las hermanas en la clausura y conmemorar la figura de Santo Domingo de Guzmán. Según la tradición, la Virgen María, en una aparición, enseñó a este santo a rezar el rosario en 1208. Le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe.

Domingo de Guzmán era un sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense.

El convento

En 1472 Isabel Ruiz de Esquivel, viuda del alcaide de Sevilla, Juan Sánchez de Huete, fundó en esta ciudad un beaterio para Religiosas Dominicas, en un viejo edificio, propiedad del Hospital de San Cristóbal y Santiago, en la Puerta de Triana. Pocos años después, en 1495, una riada del Guadalquivir anegó todo el barrio de Triana, dejando el Convento en estado ruinoso.

Las monjas se dirigieron a la reina doña Isabel la Católica, en demanda de auxilio. Por ello, en 1496, la Reina otorgó a las monjas una manzana de casas situada frente a la parroquia de san Nicolás. Estas viviendas habían sido pertenencia de los judíos. También en la donación figuraba una sinagoga que las monjas convirtieron en oratorio cristiano.

Medio siglo pasó de esta concesión real hasta que las monjas decidieron transformar el conjunto de casas en una residencia conventual apta para las necesidades de la vida de comunidad y levantaron una iglesia. La iglesia se terminó en 1571, bajo la dirección de los arquitectos Juan de Simancas y Pedro Díaz de Palacios y la portada de la calle San José, obra de Juan de Oviedo y de la Bandera finalizó en 1590. En ella destaca una hornacina central en la que aparece la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo y por debajo el escudo de la Orden de Predicadores.

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