Coronación no convalidable
La Fototeca de Martín Cartaya
Tener una Dolorosa coronada por tan sin par personaje debe ser real motivo de "orgullo y satisfacción".
7 de diciembre de 1986. Capilla servita de Nuestra Señora de los Dolores: imposición a la Virgen de la Soledad de una nueva corona labrada en plata por Manuel de los Ríos. Sostiene la presea Antonio J. Dubé de Luque, diseñador de la misma e imaginero que le dio la impronta actual a una antigua imagen de Antonio Castillo Lastrucci. Oficia la ceremonia el padre Federico María Pérez-Estudillo Sánchez (Sevilla, 1921-1996), todo un personaje difícil de calificar e inclasificable para escándalo de beatas y meapilas que tanto abundaban: novio antes de ser seminarista, párroco de Jabugo (por entonces Arzobispado de Sevilla), La Roda de Andalucía y Bellavista, capellán real y canónigo, sevillista furibundo, taurino empedernido, currista y pepeluisista convicto y confeso, cantaor de misas flamencas -premio Ondas 1971 por una cantada en Florencia-, restaurador junto a Antonio Burgos de las Lágrimas de San Pedro -con el mecenazgo de Rogelio Trifón-, director espiritual del Valle y los Servitas, capellán del aeropuerto y de la-plaza-los-toros, apodado por algunos malévolos "el cura cabra" por su afición a ir de peña en peña (sevillista) y por otros "Casa Pueyo" debido a las muchas lámparas de su sotana, profesor de instituto, "padre protector de 3.106 hijas" (entre ellas Imperio Argentina, Rocío Jurado, Gracia Montes, Lolita Sevilla, Isabel Pantoja y otras muchas anónimas), asiduo de La Isla, Góngora, Bar Correos-La Ibense o La Flor de Toranzo, celoso oficiante de misas el 20N y coleccionista de placas retiradas del nomenclátor durante la Transición.
En un arzobispado con tan altísima superinflación de coronaciones canónicas -¡ay cuando venían de Roma!- tener una Dolorosa coronada por tan sin par personaje debe ser real motivo de "orgullo y satisfacción".
También te puede interesar