El Palquillo

Los presos de la cárcel, la mañana del Viernes Santo y la Esperanza de Triana

La Esperanza de Triana por la calle Pastor y Landero// Miguel Ángel Vilas Vileda

Aunque el sol ya asoma sus crestas llameantes por las alturas celestes, las fachadas aún se yerguen tintadas de sombras. Los blancos del mercado se doran ligeramente, como tostados por el humo de los cirios consumidos, y los verdes apagados han encendido sus vértices inquietos. La cofradía de la Esperanza, embajadora de la sal y de la luz, reposa las horas de la noche en el zurrón algodonado de las capas. Es tiempo de reflexión, de descargar el aire de la aurora y encarar el estallido del día. Los ojos somnolientos y los cuerpos estremecidos se agitan con la marejada de unos murmullos suaves, densos, que se levantan con las olas floreadas de las esquinas. 

La Esperanza de Triana ante la cárcel del Pópulo La Esperanza de Triana ante la cárcel del Pópulo

La Esperanza de Triana ante la cárcel del Pópulo

Suena Soleá, dame la mano, la marcha absoluta y total que Manuel Font de Anta compusiera para los desgraciados presos de la cárcel que le cantaban a la Virgen en la Semana Santa. Unos presos cuyas historias personales difieren mucho de Triana, pero el tiempo y las casualidades (como buena parte de la Semana Santa) se encargaron de forjar un instante único cargado de simbolismo y significación. 

El historiador Gonzalo Lozano presentó, durante la pasada Cuaresma, un profundo y exhaustivo estudio en el que arrojaba luz y algunas claves sobre el origen no solo de la marcha, sino del título. Una vez exclaustrado el Convento de Nuestra Señora del Pópulo, este recinto se convirtió en Cárcel Real. A mediados de la década de los años veinte del pasado siglo, este nuevo presidio acogió a numerosísimos presos que fueron trasladados desde una deficitaria cárcel de la localidad de Marchena hasta la capital. 

Un verso definitivo

De este pueblo de la provincia, uno de los más ricos y atractivos, es autóctona la saeta carcelera o "moleera", un tipo de saeta que aunque nace de la típica saeta marchenera, ya deja entrever ciertos aires flamencos. La cuestión es que los presos de esta cárcel de Marchena, situada en el emblemático Palacio de la Mota, cantaban saetas a la venerada Virgen de la Soledad (la más antigua documentada de toda Andalucía). Unos cantes eran bastante celebrados y esperados por el pueblo, puesto que sus letras desgranaban un potente mensaje reivindicativo y social. La lucha contra las injusticias, el trabajo en el campo, las miserias de los andaluces... Y una de esas saetas que cantaban los presos de Marchena a la Virgen de la Soledad decía así: "Soleá, dame la mano, a la reja de la carse, que tengo muchos hermanos, huérfanos de pare y mare, y no tengo quien los ampare".

Añeja fotografía de la Esperanza en la calle Pastor y Landero Añeja fotografía de la Esperanza en la calle Pastor y Landero

Añeja fotografía de la Esperanza en la calle Pastor y Landero

Ese primer verso, que sirvió a Font de Anta para titular una partitura antológica, pertenece a una saeta que un preso marchenero, ya en Sevilla, dedicó a la Virgen pero siempre con su Virgen de la Soledad en el corazón y en la distancia. En la próxima mañana del Viernes Santo, cuando la Esperanza de Triana regrese capitaneando los mares de la alegría, cientos de siglos y de identidad andaluza se concentrarán en apenas unos metros. Es el valor incalculable de la Semana Santa de Sevilla. 

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