Estampas de cuaresma

El montaje de la rampa del Salvador marca la cuenta atrás de la Semana Santa en Sevilla

Montaje de la rampa del Salvador para la Semana Santa de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Su montaje es todo un símbolo de la cuaresma sevillana. O mejor dicho, de los pocos días que faltan para una nueva Semana Santa. La penúltima semana de la vísperas ha comenzado este lunes con el montaje de la rampa del Salvador, instalación que en la jerga cofradiera recibe la denominación de rampla. No, no se trata de un error ni de un mal uso del lenguaje, sino de la manera que muchos sevillanos tienen de nombrar a un conjunto de hierros y madera que supone un alegre anticipo de la fiesta principal de la ciudad. 

Por ella han de bajar y subir las tres cofradías (y dos hermandades) que radican en la iglesia del Salvador: la Borriquita, el Amor y Pasión. Además, sirve (crucemos los dedos para que así no ocurra) como salvoconducto de urgencia para las corporaciones que deben buscar refugio en la antigua colegiata ante la aparición de la lluvia. 

De su montaje se encarga la familia Mendoza, una saga de campaneros del Salvador que conoce a la perfección cada detalle de esta rampa, convertida en espacio de ocio de los más pequeños durante estos días y también lugar habitual de selfies de adolescentes, cofrades maduros y turistas. 

Por esta rampa habrá de subir el próximo Domingo de Pasión, cuando en el Teatro de la Maestranza esté acabando el Pregón de la Semana Santa, el paso de la Borriquita, una de las últimas mudás de esta cuenta atrás que acelera el pulso de la ciudad. Ya casi se roza el gozo. 

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