Rincones con encanto | Calle Orfila

Cortejo sin solución de continuidad

  • Arteria principal de la gran ópera urbana de la Cristiandad es la vía por donde un gran número de cofradías van enfilando la cuenta atrás hacia la Carrera Oficial

La capilla donde habita Los Panaderos está situada al principio de la calle, en la parte más ancha de Orfila.

La capilla donde habita Los Panaderos está situada al principio de la calle, en la parte más ancha de Orfila. / Ruesga Bono

Principalísima arteria en el dédalo urbano de esta Jerusalén por siete días en que hemos convertido a Sevilla. Calle en la ruta de acceso a Campana esta vía, actual paraje donde se ubica el Ateneo de la ciudad y también la capilla de San Andrés, sede de la Hermandad de los Panaderos que ayer tenía programada su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Los primeros datos históricos de esta calle datan de documentos de los siglos XVI y XVII y su nombre es el de Calle que va de Carpintería a San Andrés, también se le nombra como Calle que va hasta la Plazuela de las casas de don Pedro de PIneda o Calle que va del Hospital de San Andrés hasta la Plazuela de Villasís.

A principios del XVIII se la conoce como Calle de la Ermita de San Andrés para que ya a mediados de dicho siglo tomase el nombre de Quebrantahuesos. Y sobre esta denominación, Santiago Montoto escribe que no sabe si ese nombre es en honor de dicha ave rapaz o en recuerdo de un juego infantil. Con ese nombre se mantuvo hasta el año de 1868, tomando el actual en memoria del doctor Mateo Orfila, un científico catedrático de La Sorbona y autor de prestigiosas publicaciones en el dominio de la Toxicología así como en la aplicación de la química a la medicina.

Mateu Josep Bonaventura Orfila (1787-1853) nació en Mahón en el seno de una familia de comerciantes acomodada. Tras desobedecer a su padre en su pretensión de que fuese marino y al no poder estudiar Medicina en Menorca se trasladó a a Valencia, pero muy pronto quedó desencantado del nivel que ofrecía aquella Facultad, pidió el traslado a la de Barcelona y posteriormente a París, donde vivió hasta el fin de sus días. Además de Decano de la Facultad de Medicina de París y miembro del Consejo Real de Instrucción Pública, lo fue también de varias academias científicas galas y extranjeras.

Por otra parte, participó activamente en la fundación y desarrollo de dos importantes revistas científicas de la época. Publicó un gran número de trabajos relacionados con la toxicología. Sus obras fueron reeditadas en numerosas ocasiones y traducidas a las principales lenguas europeas. Todo ello, junto con su participación como perito en numerosos casos judiciales de envenenamiento, transformó a Orfila en uno de los médicos más famosos de su época. Fue considerado como el fundador de la Toxicología moderna. Orfila tenía talento no solo para la medicina y la química, sino también para la música. Cantaba en salones de París, donde tenía mucha fama y demanda, a veces haciendo duetos con la que sería posteriormente su esposa, Gabrielle Lesueur. Falleció en París el 12 de marzo de 1853.

Es Orfila una calle rectilínea gracias a los sucesivos procesos de alineación y volviendo a su nombre anterior de Quebrantahuesos existen crónicas que hablan de que dicho nombre procedía de su infernal empedrado y en la revista La Andalucía de 25 de agosto de 1859 se recoge que “ningún nombre tan oportuno como el de la calle de Quebrantahuesos, cuyo empedrado es el más a propósito para quebrantar la osamenta humana”.La calle tiene tres edificios muy principales y son la capilla de San Andrés, la actual sede del Ateneo y la casa número 11, donde se ubica en el bajo una farmacia que antaño fue la Farmacia Sevillana, propiedad del doctor García Boada. La capilla fue ermita de San Andrés y formaba parte de un centro hospitalario fundado en la primera mitad del siglo XVI. Destaca su portada de traza clasicista y rasgos manieristas, atribuida al arquitecto Diego López Bueno y fechada hacia el primer tercio del siglo XVII. La sede actual del Ateneo está en la casa número 7 y fue de Previsión Española hasta que la adquirió Emvisesa para pasar al Ateneo en 1997 a cambio de 240 millones de pesetas.

La calle Orfila tiene especial protagonismo en Semana Santa, ya que sirve de encauzamiento para embocar la carrera oficial por las cofradías que llegan desde Laraña y Cuna. Así desde que el domingo entran por ella la Borriquita, San Roque, la Cena y el Amor hasta que el sábado haga lo propio Los Servitas, se trata de una vía de gran importancia. Y si ya anoche debió vivirse una gran manifestación en torno a Los Panaderos, lo de esta tarde ya no tiene parangón. Si Orfila es importante todos los días de Semana Santa, el Jueves Santo roza la magnificencia.

Con el sol cenital aparecerá la cofradía de la Exaltación, vulgo Los Caballos, con su impresionante barco abriéndose paso hacia Javier Lasso de la Vega. Será sólo el aperitivo, de lujo pero aperitivo para un cierre extraordinario de dos cortejos inigualables, el del Valle y el de Pasión. Una hora espectacular con esa maravilla de la Virgen del Valle precediendo a esa cumbre de Martínez Montañés que se llama Jesús de Pasión. Si puede no se pierda esa solución sin continuidad que es Pasión precedido por el Valle en calle Orfila. Horas después, la Madre y Maestra vuelve a casa por el camino más corto y sin hablar con nadie también por Orfila. Ymañana, la cofradía que viene de San Isidoro con su preciosa Virgen de Loreto cerrando la comitiva. Es la historia de una calle que fue Quebrantahuesos y que esta tarde puede quebrarnos no los huesos sino los adentros por cómo Pasión mueve a la más sincera contrición.

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