Rincones con encanto

Vía baratillera de vuelta al Arenal

  • Vitoria, Cuernos y del Aceite fueron sus nombres hasta que tomó el de Aduana en 1868, siendo bautizada con el actual por ese político y benefactor el año de 1918.

Tomas de Ibarra

Tomas de Ibarra

Amanece ya Miércoles Santo y nos encontramos con un lugar de obligado cumplimiento en la urdimbre urbana de esta Jerusalén efímera en que se ha convertido Sevilla hasta que en San Lorenzo se le dé a esto el pase de la firma. Esta noche surcarán saetas los cielos de Tomás de Ibarra cuando la egregia Piedad vaya en busca de Adriano para recogerse en casa. Fue esta vía muy frecuentada por los cortejos procesionales, pero en este año de gracia sólo habrá oportunidad de recrearse ahí con la cofradía del Baratillo.

Esta calle es de trazado curiosamente rectilíneo para la época en que nació. No olvidemos que la acera de los pares nace de la construcción de casas que se adosaron al paño de la muralla. Hablamos del siglo XIV y cuando la calle toma el nombre de su vecino más principal, un ciudadano apellidado Vitoria. En 1590 es rotulada como Cuernos para que en el XVII tome por nombre el de Calle del Aceite por la cantidad de comerciantes que se dedicaban al comercio oleícola.

Será en 1868 cuando la calle sea bautizada como Aduana. Y es que en su tramo final se encontraba la Aduana y también el almacén del Azogue del Rey, edificios ambos situados en diversas naves de las contiguas Atarazanas. Y ahí es donde se levantó el edificio de la Delegación Provincial de Hacienda, ensanche a modo de plazuela cuadrada que hoy día lleva el nombre de Indalecio Prieto, político socialista durante la II República. Una nominación que estuvo rodeada de enorme polémica, pues en principio estaba asignado para la plaza de la Alianza, a lo que hubo de desistirse por la fuerte presión vecinal para trasladar el problema al final de Tomás de Ibarra.

Y será Aduana hasta que el año de 1918 tome su nombre actual de Tomás de Ibarra. Hijo del primer conde de Ibarra, Tomás de Ibarra y González vivió desde 1847 hasta 1916 y fue jefe provincial del Partido Liberal Conservador desde 1911 hasta su fallecimiento cinco años después. Fue un reconocido benefactor de la ciudad y en ese tiempo de militancia conservadora contribuyó económicamente a la restauración de muchos puntos de la Catedral, tales como las puertas de los Palos, de las Campanillas, del Baptisterio, la de San Miguel y la del Perdón. También fue decisiva su aportación para poner en luz el artesonado que, procedente del Colegio de Santo Tomás, sirve de techo para el Lagarto catedralicio. Por su evidente generosidad se le concedieron privilegios como el de la concesión de osario para él y su descendencia.

La calle arranca en Almirantazgo y remata en Adolfo Rodríguez Jurado y Santander antes de que fuese acortada con la denominación de Indalecio Prieto a su último tramo. La acera de los impares está ocupada en gran parte por la trasera del edificio de Correos, mientras que en la de los pares siempre proliferaron los bares y los restaurantes. Muy conocidos fueron el de Manolo González, en el que estuvo en los cincuenta la sede social del Real Betis Balompié, el bar Vicente y El Barril, que era casa de comidas y hospedería.

Este edificio del Barril y que actualmente es el domicilio particular del conocido industrial Rogelio Gómez Trifón es el número 14 de esta calle, proyectado por Aníbal González en 1909 por encargo del comerciante Antonio Labraña y pertenece a la etapa neomudéjar del prestigioso arquitecto sevillano. En el 18, un azulejo recuerda que en esa casa vivió y murió el popularísimo cantante de sevillanas Paco Palacios El Pali. En otro rezará que ahí se encuentra la puerta trasera del Hospital de la Caridad, especie de postigo por donde se introducían los santos sacramentos a sus asilados y por donde se les evacuaba en tiempos de riadas, que eran muy frecuentes por la proximidad del río.

Esta calle siempre tuvo una vida muy activa y a principios del XX se celebraba una velada de gran predicamento en la ciudad. Era por la festividad de la Inmaculada, pues no obviemos que en el arranque de la calle y junto al Postigo del Aceite se encuentra una recoleta capillita dedicada a dicha advocación mariana, la de la Pura y Limpia, muy venerada en todo el barrio del Arenal.

Y esta calle cobrará especial animación hoy cuando esté muy cercana la medianoche y la cofradía baratillera vaya en loor de multitud camino de casa. Una vuelta triunfal, como merece una hermandad que combina a la perfección lo popular con unas señas de identidad que tienen al señorío como norte y guía. Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José y María Santísima de la Caridad en su Soledad es el título de esta cofradía tan del Arenal.

Cuando esta noche surque la del Baratillo esta vía tan señera, muchos recordarán cómo vivía este trance Paco Palacios y cómo de emocionado le rezaba a su hermandad. "El día que yo me muera, que no llore el Baratillo, ni mi Piedad y Caridad, ni mi Arco del Postigo", cantaba el que un día fue rebautizado como Trovador de Sevilla. Merece muy mucho la pena recordar estas vivencias del Arenal y más todavía ver cómo se va el palio de la Virgen de la Caridad muy a compás y sin prisas, como demorando su vuelta a casa.

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