El Palquillo

De Triana a la Alameda: el río Guadalquivir se viste de carmelita

El Carmen de Calatrava navegó por el río en la tarde del sábado

Desde, al menos, el siglo XIV, tenemos documentación acerca de la presencia carmelita en la ciudad de Sevilla. La orden fundó, en 1358, el Convento Casa Grande del Carmen, en la calle Baños, uno de los cenobios más extensos de toda la provincia y que permitió la difusión de sus enseñanzas y disposiciones por toda la ciudad y alrededores. Después, la rama femenina haría lo propio en la Alameda y Santa Ana, mientras que la masculina levantó el convento de San Alberto en 1602. Las descalzas fundarían en 1575 el Convento de San José del Carmen, en Santa Cruz, toda una joya patrimonial de Sevilla...

Sea como fuere, está más que justificada -no solo por cercanía geográfica al mar y, por supuesto, el paso del río- la devoción a la Virgen del Carmen en la ciudad, Estrella de los Mares y faro para los marineros. Precisamente allá por el siglo XVI -si bien sus últimas reglas datan de 1957- se funda en la margen derecha del río, una hermandad para rendirle culto a la Virgen del Carmen en Triana, barrio estrechamente ligado a la mar prácticamente desde su génesis centenaria. Los tiempos de la intermitencia y la incertidumbre quedaron atrás y, por suerte y por el esfuerzo ímprobo de sus cofrades, en la tarde de este sábado volvió a procesionar la Virgen del Carmen de la parroquia de Santa Ana. 

En torno a las ocho de la tarde salía a la calle el cortejo que vistió algunos enclaves como la Capilla de los Marineros, sede de la Esperanza de Triana, y otros recovecos del barrio viejo, como Flota o Fabié, donde se vivieron los instantes de más recogimientos. Acompañaba musicalmente la Banda de Las Cigarreras, que durante este próximo mes comparecerá en hasta tres procesiones más de cariz carmelita: Carmen del Puente, Carmen de San Juan y la procesión triunfal del Carmen de Calatrava. 

Precisamente, remontando el curso del río, negándole aún su muerte, arribamos en la orilla de la Alameda, pulmón de una Sevilla antigua que en el mes de julio rememora su propia historia. Aquí, hace más de medio siglo, se fundó una hermandad para rendir culto a la Santa Cruz del Rodeo, hasta el siglo XVIII en que la Congregación del Carmen de la extinta ermita de San Blas se unió a la primitiva corporación. Sin duda alguna, toda una reliquia viva de nuestra religiosidad popular, como otras tantas, que tanta atención, cariño y apoyo merecen por su aportación genuina a las cofradías sevillanas. 

La Virgen del Carmen, continuando con este culto que se celebra desde hace ya más de una década, embarcó en el río Guadalquivir para efectuar su procesión fluvial, que hubo de adelantarse una semana con motivo de una prueba internacional de remo prevista para el próximo sábado día 15. Acompañada por la Juvenil de la Cruz Roja, la exquisita imagen dieciochesca de la calle Calatrava navegó hasta el puente de la Pasarela, donde se lanzaron pétalos a su paso y se entregó a las aguas un ramo de flores en memoria de todos los marineros. 

Por último, y tras desembarcar, la imagen recorrió las singulares y personalísimas callejas de su barrio, con nombres invencibles al paso de los tiempos: Marqués de Esquivel, Conde de Mejorada, Peral... Y, por supuesto, rezando el Rosario, como hace más de tres siglos. El próximo día 15 se realizará la tradicional Salutación y el día 22 se celebrará su procesión triunfal como colofón a todos los cultos. Es la pervivencia de una advocación esencial para comprender Sevilla y su prisma marinero, siempre propio y siempre eterno. 

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