De los Bajos de Contadero al rascacielos del Cachorro
Calle Rioja
Plaza Novísima. Ha sido el alcalde más longevo del Ayuntamiento. En el décimo aniversario del final de su mandato, una plaza llevará el nombre de Sánchez Monteseirín
HACE tres años y un par de meses, en una entrevista en la planta 34 de la Torre Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín (La Rinconada, 1957) me confesó el título que llevarían sus Memorias, Del Cardenal Bueno al Cardenal Amigo, Sevilla entre dos siglos. En la biografía del cardenal José María Bueno Monreal, del historiador almeriense Julio Jiménez Blasco, Sánchez Monteseirín es el único alcalde de la ciudad que aparece en el capítulo de testimonios personales del autor. Una nómina de personajes que por orden alfabético empieza con el organista y canónigo José Enrique Ayarra. De hecho, Monteseirín empezó en política de la mano de su padre en las HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica) y muchas veces fue acompañando a su progenitor a entrevistas con Bueno Monreal.
Alfredo nace el 25 de septiembre de 1957. Rige la iglesia Pío XII, pero él es más afín a su sucesor, Juan XXIII, y a su principal legado, el Concilio Vaticano II, el mayo francés de la Iglesia. Con el distanciamiento brechtiano que da el paso del tiempo, podemos decir que Alfredo también vivió su particular mayo francés cuando emulando a los estudiantes de la Sorbona vio la playa debajo del albero del real de la Feria.
Desde hoy una plaza llevará su nombre. Alcalde Sánchez Monteseirín. Mauricio Domínguez-Adame, el más exquisito y profesional jefe de Protocolo que ha tenido la ciudad, le demostró con datos y documentos que su trayectora municipal (1999-2011) era la más larga del Consistorio.
Cuando Alfredo nace en La Rinconada, es alcalde de Sevilla Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, marqués del Contadero, que da nombre y altura a los Bajos más populares de la ciudad, ahora acompañados por la réplica de la nao Victoria. Contadero fue un sevillista que hace un siglo presidía el Betis, que un cuarto de siglo después pasó a presidir el Sevilla, consiguiendo hitos como la Liga del 45 o el fichaje de Juan Arza, el único Pichichi de la entidad. Fue alcalde entre 1952 y 1959. Entre Pío XII y Juan XXIII, lo dejó el año que Severo Ochoa gana el Nobel de Medicina y Bahamontes el Tour de Francia.
El primer gran centenario de Sánchez Monteseirín en la alcaldía fueron los cuatro siglos del nacimiento de Diego Velázquez. Antes de llegar a la Casa Grande fue concejal de tres municipios: Burguillos, la patria chica de Marifé de Triana, La Rinconada, su localidad natal; y Mairena del Aljarafe, localidad con alcaldes tan pioneros como Valeriano Ruiz, el que llevó el microclima a la Expo.
Con el símil de las semifinales de la Eurocopa, el triunfo de Alfredo en el 99 es como si ahora volviera a ganarla Dinamarca, que ganó contra pronóstico la de 1992. El médico rinconero superó a candidatos más mediáticos: a Borbolla, en las primarias; a Soledad Becerril, que había obtenido más votos, en la negociación del pacto; y a Alejandro Rojas-Marcos, llevándolo por Adriano hasta Trajano por Amor de Dios.
En la candidatura del 99 apostó como número 2 por Piedad Bolaños, manchega de Valdepeñas, catedrática de Literatura, una eminencia en la mística y la picaresca, dos de las teclas que hay que dominar para conocer la esencia de Sevilla. De número diez, guiño trianero a Bo Derek, iba Susana Díaz.
En el anecdotario puntual del político y el periodista, la primera vez que hablé con él por un simulacro de móvil, Monteseirín estaba en Turín negociando con Primo Nebbiolo el Mundial de Atletismo que ese año 1999 se celebró en el estadio de la Cartuja. Y la única vez que como periodista asistí a un pleno de la Diputación Provincial cuando la presidía Alfredo Sánchez Monteseirín, ese mismo día le dieron a José Saramago el Nobel de Literatura. Doce años después, en su penúltimo año de alcalde, estuvo en su entierro en Lisboa. Cuando fue proclamado alcalde, la concejal andalucista María del Mar Calderón canturreó el aria de La Traviatta de Verdi: Ti amo, Alfredo.
En el décimo aniversario de su maratoniano mandato, una plaza llevará desde hoy su nombre junto al rascacielos en el que no creían más que él y cuatro locos. 1999-2011. De la peseta al euro. De Woyjtila a Ratzinger. De Soledad a Espadas. De Aznar a Rajoy… qué le vamos a hacer. Como dice el personaje de Con faldas y a lo loco ante Toni Curtis, nadie es perfecto. Zapatero sacó los soldados de Irak y Alfredo los autobuses de la Plaza de España.
"Eso sí que es una oposición, y no la del PP". Se refería a su compañera, Felisa Vida Mía, alcaldesa consorte de quien fue rey mago con Iñaki Gabilondo y Gonzalo Madariaga. El alcalde XX-XXI tiene su sitio junto al Cachorro, donde mandó el torero Juan Belmonte y se casó el rockero Silvio.
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