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Bhelma IV, del Copero a cualquier rincón del mundo

  • La formación, el entrenamiento físico, los vuelos y el mantenimiento constituyen la vida en un batallón que ha participado en 21 misiones internacionales.

Viernes 7 de marzo. Siete y media de la mañana. Un helicóptero Súper Puma del Ejército de Tierra calienta motores en la pista de la base del Copero. Está a punto de salir hacia Melilla para hacer un relevo. La aeronave que se dispone a despegar de la base sevillana se quedará en la ciudad autónoma y los militares que viajan en ella se traerán de vuelta otra para hacerle una revisión ordinaria. Aún no ha salido el sol y apenas se intuye un hilo de luz en el horizonte. El aparato despega. Hace muy buen tiempo y en hora y media tomará tierra en el pequeño helipuerto de Melilla. Arranca así un nuevo día en el Batallón de Helicópteros de Maniobras, el Bhelma IV.

Media hora más tarde forma el batallón, compuesto por unos 200 hombres y dirigido por el teniente coronel Ignacio Rosales de Salamanca. Lo hacen según las distintas secciones que lo componen. A la derecha queda la de mantenimiento, al frente la compañía de servicios, a la izquierda los pilotos y la plana mayor. Se lee un hecho histórico y se informa de cualquier novedad. Los militares están en chándal porque los viernes toca correr. La formación es cada día a las ocho de la mañana y después toca gimnasia, pero los viernes el batallón entero corre unos ocho kilómetros por los alrededores de la base, explican el capitán Edo, el teniente Martorell y el brigada Bejarano.

El trabajo del Bhelma IV es muy especializado y eso obliga a quienes componen la unidad a estar en forma y preparados para salir de inmediato a cualquier lugar del planeta en el que se les requiera. En palabras del teniente coronel Rosales, "tenemos que estar listos para cualquier misión en cualquier parte del mundo, preparados para responder cuando nos llamen y como nos llamen". La unidad se ha forjado un prestigio internacional con su participación en distintas misiones en los últimos veinte años. Los helicópteros del Copero han formado parte de los contingentes internacionales en Bosnia, Kosovo, Kirguizistán, Afganistán, Iraq y el Líbano, en estrecha colaboración con las Fuerzas Armadas de otros países. 

Imágenes: Antonio Pizarro

Acaba la carrera continua y los militares se duchan. Los pilotos, unos 30 en total, mantienen un encuentro o briefing en una sala, mientras que el resto de componentes se dedican a sus labores. En el briefing el primero que comparece a diario es un meteorólogo que detalla el tiempo que hará durante el día y las jornadas venideras. "Cavok", dice el hombre del tiempo, que viene a significar que hace un tiempo fenomenal para el vuelo. Es el acrónimo de las palabras inglesas cloud and visibility OK. "Los cielos están despejados, hace muy buena mañana y se va a mantener así al menos hasta el jueves o el viernes que viene", apunta.

Uno de los pilotos expone cómo se debe actuar en una situación de emergencia. En este caso se trata de un aterrizaje en una ladera. El militar explica los ángulos, las inclinaciones, relata la teoría pero advierte que difícilmente se encontrarán en la realidad con una ladera pura y sin obstáculos. El teniente coronel se dirige a sus hombres. "Lo has explicado muy bien, pero intentad no llegar al límite en instrucción. Sed siempre prudentes, siempre seguros".

Luego lo explica en una pequeña entrevista que mantiene con este periódico en su despacho. "De cada vuelo se aprende algo. Soy absolutamente consciente del enorme riesgo que tiene nuestro trabajo. Hemos tenido que afrontar y superar pérdidas de compañeros en acto de servicio. Tenemos en nuestras manos un material altamente sofisticado y hay que estar en permanente estado de revisión. En un coche, si tienes un problema, aparcas y te bajas. En el aire no se puede aparcar", relata el teniente coronel. "Estoy profundamente orgulloso de nuestro trabajo y de lo profundamente dedicados al servicio que estamos. Aquí hay gente con una valía increíble, que hace una labor callada de vocación a la sociedad impresionante".

A las puertas del despacho hay una bellísima fotografía en blanco y negro en la que uno de los Súper Pumas del Bhelma IV sobrevuela la Giralda, a escasos metros del Giraldillo. "Evidentemente no está tan cerca, hay algo de efecto óptico y de juego con las distancias", dice uno de los miembros de la plana mayor. La imagen es de 1988, cuando llegaron los primeros helicópteros de este modelo al Bhelma. Antes se utilizaban otros, similares al que el Ayuntamiento de Sevilla, polémicas aparte, pretende instalar en una glorieta de Los Bermejales.

En la sede del Bhelma IV también sobresale un enorme escudo de madera que preside la escalera de acceso al primer piso. En la pared están colocados todos los parches de las distintas misiones internacionales. El jefe destaca el papel que juega también la unidad en Melilla, donde hay un destacamento con al menos un helicóptero que da servicio a la ciudad autónoma, a las islas Chafarinas y a los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas. Este batallón participó en la toma de Perejil.

Mientras los pilotos se plantean cuestiones técnicas, la sección de mantenimiento trabaja en la continua revisión y puesta a punto de las aeronaves. Este departamento está formado por un tercio de los militares del batallón y hay quien lleva treinta años revisando los helicópteros. "Los helicópteros son máquinas muy complejas que requieren unos mimos y unos trabajos muy especiales para que puedan salir a volar con todas las garantías. Fernando Alonso puede ser el mejor piloto de Fórmula 1 pero sin un buen equipo detrás no sería nada. A los pilotos nos pasa igual sin la sección de mantenimiento", apunta el jefe del batallón.

Actualmente, la unidad trabaja con helicópteros de dos modelos muy similares, los Súper Puma y los Cougar. Cuesta diferenciarlos. El teniente Martorell da la clave: "A ser casi un metro más largo y tener un depósito de combustible más, al Cougar le da para una hora más de vuelo, con una autonomía de cuatro horas y cuarto. También puede transportar a cuatro personas más, 24 en total. Cambia el centro de gravedad con respecto al Súper Puma, por lo que se pilotan de forma diferente".

Los militares del Bhelma IV también pueden trabajar con otros helicópteros que forman parte de las Fuerzas Armadas Españolas, como el Chinook, empleado principalmente para el transporte, o el Tigre, que es una aeronave de ataque. Incluso recientemente han participado en trabajos en colaboración con los marines norteamericanos y su aeronave Osprey.

A las once empiezan los vuelos. Hoy toca formación de pilotos de prueba y prácticas en situaciones de emergencia. La semana que viene habrá vuelos nocturnos con gafas especiales. Cuando el ministro de Defensa les llame para enviarlos a cualquier parte del mundo, encontrará en una base cercana a Dos Hermanas, a la que se accede por una carretera llena de baches que el Puerto no arregla desde hace años, a 200 tipos listos para partir.

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