Cerrojazos con solera: El casco antiguo pierde diez negocios con historia

El pequeño y mediano comercio se enfrenta al reto del relevo generacional. Aprocom reclama incentivos.

Cerrojazos con solera: El casco antiguo pierde diez negocios con historia
Cerrojazos con solera: El casco antiguo pierde diez negocios con historia
Juan Parejo

22 de agosto 2016 - 05:03

Abocados a tener un tejido comercial homogéneo y sin personalidad propia. En los últimos meses han cerrado sus puertas un buen número de establecimientos históricos en el casco antiguo. Desde cafeterías a tiendas de complementos, pasando por bares y joyerías. El último comercio en anunciar su cierre definitivo ha sido la Joyería Muñoz, que el próximo año hubiera cumplido su centenario, en la calle Sierpes esquina con Rioja, y el restaurante La Reja. Estos cerrojazos en su mayor parte están motivados por no hallar sus propietarios un relevo en las sucesivas generaciones. El comercio ya no es atractivo para los jóvenes. Desde las asociaciones de comerciantes se reclama con un urgencia un plan de choque para proteger estos negocios con solera y evitar que el comercio multimarca desaparezca definitivamente.

Todos los negocios que han cerrado durante el último año contaban con, el menos, 50 años de historia. Algunos, como la ya citada Joyería Muñoz o La Alicantina, en la Plaza del Salvador, estaban muy próximos a celebrar su primer centenario. En el caso del bar, cuyo origen fue una horchatería, llevaba 94 años abierto en este emplazamiento. El gremio de joyeros se ha visto especialmente afectado por la crisis económica, lo que ha motivado que varias firmas se hayan visto obligadas a cerrar sus puertas en el centro o a reducir el número de establecimientos. La Joyería Reyes cerró su local de la calle Tetuán, en plena milla de oro, una tienda que abrió sus puertas al público en 1962. En este lugar se ha establecido una firma italiana de cosméticos. Joyería Reyes mantiene su sede histórica de Álvarez Quintero.

También han pegado el cerrojazo las joyerías Félix Pozo y Ruiz, en O'Donnell y Sierpes. En el primero de los casos, la clausura fue por jubilación de los dos hermanos propietarios. En el caso de Ruiz, que abrió en 1961, se mantiene abierto el negocio de O'Donnell 14. La jubilación de los propietarios también fue la causa del cierre de la cadena de zapaterías de Pilar Burgos, con cuatro establecimientos en Sevilla y otros dos en el resto de España. Algunos de los locales en propiedad, como el de la Campana esquina con Sierpes, siguen vacíos. También fue éste el caso de Ángela Goyguro, la popular calentera del Postigo que cerró sin que nadie tomara el relevo. La clásica confitería Filella también clausuró sus dos despachos al morir su propietaria.

Tomás González, presidente de la Federación de Comerciantes de Sevilla (Aprocom), es muy contundente al señalar la falta de relevo como un gran handicap a superar por el pequeño y mediano comercio y advierte de que hay que tomar medidas ya: "O los ayuntamientos y el Gobierno se ponen las pilas ya para proteger el comercio multimarca de las ciudades o dentro de diez años habrá desaparecido".

Aprocom reclama incentivos para que los jóvenes, los hijos de los comerciantes, vean atractivos los negocios y continúen con ellos, de lo contrario, las marcas internacionales acabarán por poblarlo todo con la consiguiente desaparición del comercio autóctono: "El sector necesita equilibrio entre grandes empresas de distribución y comercio multimarca. El pequeño comercio están en una situación débil ahora mismo. Necesitamos ayuda por la gran competencia". González, que es muy crítico con las políticas adoptadas por el Ayuntamiento de Juan Espadas en esta materia, "estamos muy decepcionados", insiste en el gran valor de las marcas autóctonas. "Es un elemento diferenciador. En el norte de Europa ya se han dado cuenta y las protegen. El turista que viene busca algo distinto. Al final las calles comerciales de todo el mundo serán iguales", sentencia.

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