"Ante el maltrato de los hijos, los padres deben denunciar; pero en la mayoría de los casos no lo hacen". El Defensor del Pueblo, José Chamizo, habla con conocimiento de causa, pues hace ya ocho años que denunció esta lacra social en el Parlamento andaluz. "En el año 2001 ya reclamé actuaciones para frenar este fenómeno", recordó ayer el Defensor del Pueblo, que instó a las familias a acudir al juzgado para que este fenómeno no empeore.

Los datos de la Fiscalía constatan que la violencia en el hogar perpetrada por los hijos no para de aumentar. Según publicó ayer este periódico, en lo que va de año ya se ha sobrepasado el número de denuncias registradas en 2008, que fueron 327.

Chamizo es partidario de mediar con los adolescentes: "Las administraciones públicas han adoptado medidas pero, realmente, si el número de denuncias crece, está claro que estas medidas son insuficientes".

Entre las quejas recibidas en la oficina del Defensor del Pueblo, Chamizo ha detectado que los hijos agresores suelen ser adolescentes de entre 15 y 17 años, tanto hombres como mujeres, aunque las féminas agreden más a las madres, y que pertenecen a familias con un nivel económico medio-alto y alto. Muchos padres optan por visitar la Oficina del Defensor del Pueblo para pedir recomendaciones ante las agresiones de los hijos, pero Chamizo insiste en que, ante una situación ya desbordada, lo mejor es denunciar ante la fiscalía o el juzgado.

Cuando un hijo joven agrede a un padre, la familia suele tratar de solucionar los problemas y silenciar en la medida de lo posible la violencia, según se desprende de los casos analizados. En este sentido, Chamizo advierte que estos niños agresores necesitan un tratamiento o de lo contrario sus conductas pueden agravarse.