Ciencia de autor para aviones sin tripulación

Tiene dos cosas en común con Espronceda: que nació en Almendralejo y que no tiene internet en su casa. Dos detalles meritorios, sobre todo el segundo, teniendo en cuenta que Luis Merino Cabañas acaba de ganar en Tarragona el premio a la mejor tesis doctoral en el campo de la Robótica con un trabajo titulado Técnicas de Percepción Cooperativa para Múltiples Vehículos Aéreos no Tripulados: aplicaciones a la Detección, Localización y Monitorización de Incendios Forestales.

"Los bomberos siguen siendo imprescindibles", dice Merino, que admite que era "un poco empollón", circunstancia que le llevó a matricularse en Ingeniería de Telecomunicaciones. Terminaba el bachiller cuando Sevilla celebraba la Expo 92. Estudió la carrera en lo que fue pabellón de Argentina y en el edificio anexo están los aviones y helicópteros en los que demostró que estos vehículos sin tripulación pueden detectar dónde está el fuego. También verificó científicamente, algoritmo en su jerga, que la cooperación de varios robots en esa tarea reduce las falsas alarmas.

Luis Merino Cabañas es profesor de Estructura de Computadores en la Pablo de Olavide, pero sigue investigando en el Instituto de Robótica y Automática de la Escuela de Ingenieros. Allí está Romeo, el nombre que le pusieron a uno de los carritos de golf de la Expo al que le introdujeron dos ordenadores para convertirlo en el robot con más glamour de la colección.

Más lector de Asimov que de Espronceda, le regala al niño que soñaba con objetos sorprendentes esta aproximación entre la ciencia y la ficción. Un robot no camina al tuntún. La Robótica requiere de Mecánica, Electrónica y los hallazgos de este joven ingeniero que obtuvo un sobresaliente cum laude cuando expuso su tesis doctoral bajo la dirección del catedrático Aníbal Ollero Baturone, que le acompañó a Tarragona. Allí se impuso en el podio de la fantasía matemática a dos investigadores que presentaban sendos proyectos sobre un trailer sin conductor y una mano robótica.

Le tiene vértigo a los helicópteros. Quizás por eso, le dice el periodista, porfía con estos vehículos no tripulados. "Estuve en Orlando en un congreso sobre estos temas y allí te enteras de que en los aviones el piloto no hace nada en un noventa por ciento del vuelo". En Japón y en el Sureste Asiático la Robótica forma parte de la vida cotidiana: humanoides que ayudan a los ancianos, aviones sin piloto que fumigan campos de granjeros. En Europa y Estados Unidos el uso es más industrial. En el segundo caso, los avances científicos llegaron de la mano de la investigación militar.

"Se han usado este tipo de vehículos no tripulados para conocer el impacto del Katrina o hacer un mapa de la Zona Cero de Nueva York después del 11-S", dice Luis Merino, que descarta la hipótesis-ficción de una tercera guerra mundial sin bajas humanas en un escenario bélico con aviones y helicópteros sin tripulación. La guerra perfecta. "Sería una guerra semiperfecta, porque hay países que cuentan con esos medios, Estados Unidos utiliza aviones-espía y bombarderos sin tripulación, y otros que no los tienen. Y los que los tienen los usarían contra los que carecen de ellos".

Merino se incorporó a uno de los grupos de mayor reputación mundial en la lucha contra los incendios forestales, el que dirige en la Universidad de Coimbra el profesor Domingo Viesga. En un aeródromo portugués donde los helicópteros se aprovisionan de agua se llevaron a cabo las prácticas de un proyecto europeo, dos helicópteros y un dirigible, con equipos científicos de Toulouse, Berlín y la Universidad de Sevilla.

Del campo militar se ha ido pasando al campo civil, a la monitorización ambiental, con incalculables posibilidades. Merino participará en un experimento de desastre en entorno urbano que se desarrollará en las inmediaciones de Utrera. Sus visiones de la ciencia y la ficción son tan afines que hace poesía no tripulada, fiel al paisanaje de Espronceda.