"Creíamos que al final de la dictadura el Derecho iría a menos, craso error"

Los invisibles

Ha digitalizado el archivo fotográfico de la transición, que vivió como aprendiz de historiador. Salió de Sevilla y llegó a Sanlúcar atravesando los océanos Pacífico y Atlántico.

José Julio Ruiz, con su portátil en la cafetería Spala, en la plaza del Duque.

24 de enero 2009 - 05:03

SU infancia es el ruido de los aviones Saeta saliendo de la calle San Jacinto y las películas en el cine que su tío Julio tenía en Santiponce. José Julio Ruiz (Sevilla, 1956) hizo la travesía fotográfica de la transición, recopilada en 20.000 fotografías que están en la Fundación de Estudios Sindicales. Participó en la réplica de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano.

-¿Quién le despierta sus inquietudes políticas?

-Mi padre pasaba consulta en voz alta en su despacho de abogado laboralista. Era una lección diaria que hoy al menos me sirve para hacer las instancias y los recursos de las multas.

-¿Cómo nace su vocación fotográfica?

-José Luis Vivas Guillén me enseñó la teoría y la práctica en el San Francisco de Paula como actividad extraescolar. Monté un laboratorio de blanco y negro y publico mi primera fotografía en prensa, un armao de la Macarena con lanza y plumas refugiándose del temporal en un autobús urbano.

-¿Es un aliciente fotografiar a clandestinos?

-Para los que no habíamos vivido la etapa más dura de la dictadura tenía un componente romántico. Para ellos, no creo. Mi bautismo profesional es la vuelta a casa de los presos del proceso 1001: Soto, Acosta y Saborido.

-¿Usted también era fotógrafo clandestino?

-No. Durante las cargas de la Policía, yo no corría. Estaba estudiando Historia y las fotografías son documentos históricos. Por eso siempre me cogían.

-¿Los más fotogénicos de la transición?

-Fui fotógrafo de la llamada Platajunta. No trabajaba el retrato, sino las manifestaciones, los mítines. Los acontecimientos de la transición entre 1975 y 1979. Hasta que me voy a la mili, con lo que interrumpo mi relación con la fotografía, pero no con la imagen.

-¿Cómo la canaliza?

-Saqué el título de realizador de programas audiovisuales en el instituto Néstor Almendros y con Víctor Sáhara fundé una empresa, Siglo XXI Producciones Audiovisuales. Me adentro en el guión y hacemos una serie de trece capítulos para Canal Sur, De interior, Andalucía, un viaje iniciático. Me hice socio de la SGAE. Nuestra empresa fue la primera en caer con la crisis y vivo entonces un momento crítico a nivel personal.

-¿Cómo sale de su crisis?

-Iba un día paseando por el río y veo un montón de gente, todos llenos de pintura, arreglando la nao Victoria en el pabellón de la Navegación para dar la vuelta al mundo. Ese mismo día me dieron una brocha y me puse a pintar y a pegar puntillazos.

-¿Viajó como fotógrafo?

-Iba de segundo contramestre o pañolero. Tengo el título de patrón de embarcaciones de recreo. Llevé el timón y participé en las guardias de marinero.

-¿Cómo aquella nao que volcó en su puesta de largo pudo dar la vuelta al mundo?

-Está hecha por carpinteros de ribera de Isla Cristina. No se vuelca. Lo que pasa es que con las prisas de la inauguración, la pusieron a flote casi sin agua y la marea no era favorable.

-¿Del interior a los océanos?

-Y de Canal Sur a tardar 55 días en atravesar el Pacífico y 49 días el Atlántico en un barco sin televisión. En Panamá, unos compañeros querían hacer windsurf. Fuimos al Atlántico y el litoral estaba devastado por un temporal. Cogimos un coche y a 80 kilómetros, como quien va a Cádiz, nos bañamos en el Pacífico.

-¿Elcano o Magallanes?

-La gente está dividida, como si hablas del Betis o del Sevilla. Magallanes es el primer europeo. En Portugal lo tomaron por espía o por traidor. Se ofreció a la Corona española como si hoy un ingeniero sueco viene a trabajar con el Gobierno. Españoles y portugueses eran los rusos y los americanos de entonces. Peor, porque hoy comparten estación espacial. Buscaban las especias en las Molucas. Los turcos tenían bloqueada Constantinopla y los portugueses habían llegado al cabo de Buena Esperanza.

-¿Vieron piratas?

-Los piratas éramos nosotros. Cuando llegamos a Hawai, había pescadores con sus barquitos y aparejos. Cuando vieron una nao toda pintada de negro y a unos cuantos barbudos haciéndoles señas, salieron corriendo.

-¿El despacho familiar no dio más abogados?

-Tengo un hermano catedrático de Física, otro biólogo y una hermana filóloga. En esa época creíamos que al final de la dictadura vendría un socialismo utópico, que el Derecho iría a menos y apenas habría conflictos, que la gente resolvería los pleitos de forma armónica. Craso error. Al final, ves que los romanos llegaron tan lejos por su seguridad jurídica.

-Por no ser utópicos...

-Eran pragmáticos. Las utopías... El comunismo no ha funcionado, quedó demostrado. El capitalismo sí ha funcionado perfectamente: el planeta está al borde de la destrucción.

-¿En qué proyecto está?

-Estoy en el banquillo de la expedición a Shangai 2010. Quiero ir a ver el galeón que están haciendo en Punta Umbría. Ahora estoy en un proyecto llamado La fuerza de la memoria. En navegación hay que hacer muchos cálculos: el combustible, las provisiones, la fuerza del viento. Con la singladura de cinco días, puedes saber qué mar vas a tener en los días siguientes. La memoria es igual. Sin el pasado no hay futuro. Hay que recordar, aunque sea para olvidar y pasar página.

-¿La navegación o la fotografía?

-Lo que me gusta es el contacto con la naturaleza, beber agua de la sierra de Algodonales. No me gustan los toros, no me emociona el fútbol, no soy cofrade ni voy a la Feria. Tengo la esencia del auténtico sevillano.

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