Metrópolis | Plaza Cristo de Burgos

El patio del Metal que no vio Obama en el Alcázar

  • Pulpo. La plaza es un ‘octopussy’ al que confluyen calles cargadas de historias y leyendas: la cuna de Velázquez, Doña María Coronel, la Cabeza del Rey don Pedro. De un tiempo en el que no existía el país que presidió Obama, que vino a cenar.

Un niño en bicicleta por el recuperado jardín de la plaza Cristo de Burgos.

Un niño en bicicleta por el recuperado jardín de la plaza Cristo de Burgos. / Víctor Rodríguez

A Sevilla y Burgos las separan 707 kilómetros, pero en esta plaza están juntas. En una de las dos cerámicas de la fachada de la iglesia de San Pedro, hay un dibujo del Cristo de Burgos y a ambos lados la Giralda y la Catedral de la capital castellana. Una representación del Ayuntamiento de Burgos va cada Miércoles Santo junto al paso de Cristo; la del Ayuntamiento de Sevilla, en el de palio. “El alcalde Juan Espadas, después de la visita de Obama, dijo en la Cope que estará en la procesión”, dice José Antonio Manzano, hermano mayor.

La casa-hermandad del Cristo de Burgos está entre las calles Descalzos y Dormitorio. Muy cerca del restaurante Bache que fue noticia mundial por cenar allí el ex presidente Barack Obama en su fulgurante visita a Sevilla, la que le debía a la ciudad desde que la suspendió por el matanza de Orlando. El nombre del local viene del argot gaditano, nombre que recibían los locales de vino y comidas que abrieron en Cádiz los chicucos norteños. En el caso de Obama, no se cumplió lo que Pedro Payán Sotomayor dice de la palabra Bache en su libro El Habla de Cádiz, la misma página que Babilandri (persona despistada) y Babucha (persona vulgar) “Se supone que quien cae en uno de esos locales difícilmente puede salir y, cuando lo hace, va en malas condiciones”.

Félix Gómez abrió dos galerías junto a la plaza. La primera en 1991. “No vendía nada y se la alquilé a un relojero”.La segunda, en 1997, a dos pasos de la iglesia del Buen Suceso. “Es de culto y bodas caras”. Una iglesia que acogió en 1767 unas pinturas de Domingo Martínez con motivo de una visita de Felipe V. Félix, a punto de cumplir 85 años, sigue yendo a su galería. Expone obra de Menéndez Rojas, mallorquín “compañero de curso de Barceló”. Félix Gómez ha cenado en Bache San Pedro, igual que Honorio Aguilar, arquitecto que durante cuatro años ha tenido su estudio bajo el torreón de la esquina. “El 1 de abril lo he cerrado y me traslado a la Avenida”, aunque el grueso del equipo lo mantiene en Cantillana.

El pintor por excelencia de la antigua plaza de Argüelles se llama Diego de Silva y Velázquez. Nació en el número 4 de la calle Padre Luis M. Llop, con la casa cerrada a cal y canto. Por lo menos la de Murillo está como centro de Flamenco. El 6 de junio de 1599 Velázquez fue bautizado en la iglesia de San Pedro. La placa junto al impresionante Cristo de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo –“la imagen documentada más antigua que sale en Sevilla, porque el de Veracruz es más antiguo pero no está documentado”, dice el hermano mayor– suena al Cristo de Velázquez de Unamuno. Versos de autor del 98 por donde pasa el 27.

En 1976 se falló el concurso para el edificio que iba a acoger el Colegio de Arquitectos de Sevilla, que data de 1931. Las bases se aprobaron cuando era decano Julio Tirado en una reunión celebrada en el parador de Zafra. El concurso lo ganaron Gabriel Ruiz Cabrero y Enrique Perea Caveda. Por primera vez llegó al decanato una mujer, Cristina Murillo, que le ganó las elecciones a Ángel Díaz del Río. La espalda del Colegio da a la calle Mercedes de Velilla (1852-1918), poeta sevillana del Posromanticismo, hermana de José de Velilla, con calle junto al adobo de Blanco Cerrillo.

Hay gremios que llegaron mucho antes a la plaza del Cristo de Burgos. A dos pasos, en la avenida Almirante Apodaca, donde hoy se ubica el Archivo Histórico Provincial, estuvo la primera Ciudad de la Justicia, los Juzgados en lo que fue alhóndiga, que permanece en una de las calles. La plaza es como un octopussy, un pulpo de abdomen rectangular al que confluyen calles-afluente. Una de ellas lleva el nombre de Manuel Sales y Ferré, fundador del Ateneo de Sevilla. Antiguamente fue la calle de la Vinatería. Las calles Odreros y Boteros son hijas del mismo vino. Cuenta Rafael Raya Rasero, ateneísta vecino de Sales y Ferré, que los vinateros usaban las claras de huevo para clarificar el vino y las yemas que desechaban se las daban al convento de San Leandro. En sutil reciclaje, las monjas agustinas dieron con la fórmula de las yemas de San Leandro cuyas bondades merecen encendidos elogios en Ocnos de Cernuda. No sé si le contaron la historia a Obama, que presidió un país mucho más moderno que algunas de las leyendas que se inmortalizaron en el callejero a uno y otro lado de esta plaza: Doña María Coronel y Cabeza del Rey don Pedro. En la vitrina del restaurante Bache hay expuesto como santo grial una botella de vino Camborio, de la bodega jerezana de Juan Piñero.

Otro gremio precursor fue el reunido en torno a la primera Fábrica de Tabacos que hubo en España, que abre en esta plaza en torno a 1636 antes de trasladarse a la actual sede institucional de la Universidad Hispalense. Una presencia que impregna la historia de la plaza es la de los metalúrgicos. Calle Morería, En el Patio del Metal, que suena a lugar del Alcázar, “los metalúrgicos sevillanos hicieron posible a pesar de la represión el resurgir del nuevo movimiento obrero conocido por Comisiones Obreras”. Junto al Colegio de Arquitectos, una placa recuerda esa lucha en las bodas de plata de la legalización de los sindicatos. En el patio del Metal está la página de un periódico alemán con las fotografías y nombres de los diez sindicalistas del Proceso 1001, incluidos los sevillanos Fernando Soto, Eduardo Saborido y Paco Acosta.

La plaza cuenta con el bar Coloniales, que ayer tenía como plato del día Salteado de alubias con morcillas, remate muy burgalés, y El Espigón, de la estirpe de Villalba del Alcor a la que pertenecen Robles, El Cairo oModesto. El edificio donde ha tenido su estudio Honorio Aguilar fue Almacén de Jamones y Embutidos de Lorenzo Martín, familia de Luis Miguel Martín Rubio, concejal con Soledad Becerril.

La plaza Cristo de Burgos es un rectángulo con dos ficus a cada lado como columnas naturales. En el centro, una estatua del guitarrista Niño Ricardo hecha por Jesús Gavira. La mañana es de Burgos, dices la palabra y aparece el Cid o abres el paraguas. Las llaves de San Pedro que presiden la iglesia tienen repuestos en la Ferretería El Bombín, donde hay sartenes churreras y castañeras. Francisco Rojas lleva un cuarto de siglo vendiendo prensa en la plaza. Cogió el testigo de su tío. No es hermano del Cristo de Burgos. Trianero de la calle Alfarería, en San Pedro se casó, bautizó a sus hijos, como Velázquez, e hicieron la comunión. Indicios de boda en la iglesia. En el otro mosaico, doble reto: encontrar el pajarito (“Todo aquel que lo encontró / dio su limosna al pasar / y a las Ánimas rezó, / si se quería casar / siempre y pronto lo logró”) y estremecerse ante la cita del libro de Job: “Tened compasión de mí al menos vosotros mis amigos”. Vale para políticos, amantes, banqueros y funambulistas.

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