Sevilla

Cucarachas y comida de barraca en el Centro de Alto Rendimiento

  • Una deficiente gestión de la residencia del CEAR La Cartuja destroza la imagen de lo que debería ser una instalación para deportistas de élite

Un operario barre en el vestíbulo del CEAR.

Un operario barre en el vestíbulo del CEAR. / Juan Carlos Muñoz

Que el comedor de una residencia de titularidad pública no sirva platos de alta cocina ni luzca estrellas Michelin puede llegar a entenderse. Lo que resulta más incomprensible es que la comida proporcionada no cumpla los parámetros de calidad mínimamente exigibles pero, menos aún, que la alimentación esté destinada a deportistas de élite en periodos de concentración.

Es lo que lleva sucediendo años en el Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) de La Cartuja, donde se han alojado no pocos campeones de remo y piragüismo de Europa y del Mundo.

Pero no sólo es que haya menús en el centro que contengan salsas, recetas ultracalóricas o salsas flatulentas. También ha habido legiones de cucarachas que competían con los deportistas de élite por llegar antes a los fogones. “Con decir que a los miembros de la selección de remo ligero que buscaban la clasificación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016 me los tuve que llevar a comer a casa, lo digo todo”, explica Jacobo Castiñeira, ex seleccionador nacional de remo.

Para Castiñeira, como para una amplia nómina de remeros y piragüistas de élite internacional, la situación del CEAR no ha dejado de empeorar en los últimos veinte años, pero el escenario se ha agravado “en la última década”. “No es comida para gente que pelea por conseguir medallas”, añade Castiñeira.

La realidad que se vive en el día a día del CEAR sevillano ha salido a la luz pública en el programa de La Sexta conducido por el afamado Alberto Chicote. A raíz de la emisión esta semana del espacio televisivo, el diario La Voz de Galicia se ha hecho eco con el testimonio de varios remeros gallegos, que es la cúspide del deporte en España.

Entre los testimonios difundidos por el periódico gallego, destaca el de Rodrigo Conde, campeón mundial sub 23 de remo. El chaval llegó al CEAR en 2015 y vivió la siguiente estampa: “A algún compañero se le cayeron encima cucarachas desde el techo”, denuncia el joven, quien añade que “es imposible mantener el peso”. “No sé lo que tiene la comida, que te inflas a comer y a los veinte minutos ya tienes hambre. Las calorías que acumulas no son saludables ni suficientes. Si podemos, evitamos comer allí”, relata Conde.

Además de los incidentes gastronómicos, la residencia de deportistas se ha convertido en un albergue de “turistas que van a Isla Mágica”, entre el variopinto paisanaje, cuyo pasatiempo nocturno actúa como elemento de competencia con el descanso del remero o piragüista de turno, explica Castiñeira. Entre los turistas y las cucarachas, los deportistas se preguntan si el lugar donde residen es un pesebre camboyano o una residencia de alto rendimiento.

La Junta de Andalucía, titular del CEAR mediante la Consejería de Educación y Deporte, informó ayer de que la gestión directa de la residencia de deportistas del CEAR corresponde a la empresa Adhotel S. L., cuyo propietario prefirió no exponer sus explicaciones a este periódico. La Consejería informó que la citada empresa cuenta con un concesión desde 1999, pero que finalizará en noviembre de este año, veinte años después.

Si bien la imagen de Sevilla y de Andalucía ha quedado marcada por la manifiestamente mejorable gestión de una empresa de la hostelería, hay quienes consideran digno de celebración que, al fin, después de casi veinte años de bochorno en el mundo entero, haya sido evidenciada la situación. Más vale –dicen– una vez roja que cien veces amarillo.

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