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Un BIC expoliado y destruido

  • La falta de vigilancia ha facilitado gravísimas destrucciones en la Hacienda Ibarburu, una joya de la arquitectura rural del siglo XVIII situada en Dos Hermanas y en peligro desde hace décadas

El expolio de la Hacienda Ibarburu de Dos Hermanas. / Juan Carlos Muñoz

Las puertas abiertas de par en par de la Hacienda Ibarburu hicieron temer el desastre. El historiador Fernando Bejines y los arquitectos Evaristo Román y Guillermo Carrillo dieron ayer la voz de alarma tras descubrir cómo este inmueble histórico, declarado Bien de Interés Cultural en 2002 por la Junta de Andalucía, no sólo ha sido expoliado, sino destruido en gran parte. Un auténtico desastre patrimonial que se ha cebado con una de las joyas de la arquitectura agropecuaria de España.

La falta de vigilancia en el edificio, que desde septiembre no cuenta con guardas por decisión de los propietarios, ha dejado desprotegido un caserío que hace décadas que venía acusando un alarmante deterioro y que ahora, más que una restauración, requeriría una reconstrucción casi integral.

La Hacienda, situada entre Dos Hermanas y Los Palacios, a pie de la N-IV, es uno de los ejemplos arquitectónicos más destacados de las fincas de olivar del ámbito sevillano. Data del siglo XVIII y ha sido gravemente expoliada en las últimas semanas. Todavía hoy se pueden ver materiales apilados y listos para ser retirados. El principal destrozo que se observa está en la fachada mirador del señorío (residencia noble) que tuvo dos cuerpos con arcadas sobre columnas de mármol genovesas. Una doble logia que ha sido derribada por completo después de que los expoliadores hayan intentado arrancar, quizás con un vehículo de tracción, las columnas de mármol. Muchas de ellas han quedado partidas en el suelo.

Faltan otros elementos, como otras columnas que formaban un lavadero de tres naves, un retablo de azulejería trianera del siglo XVIII representando a San Lorenzo (patrón de la finca) o una reja con heráldica eclesiástica del siglo XVI, entre otros elementos decorativos de acarreo, traídos desde Sevilla por los Pickman desde principios de siglo.

Todavía se conservan algunos fragmentos de frescos en una capilla abandonada. Sobreviven las cuadras con columnas de mármol, la impresionante bodega-lagar y una de las dos almazaras que tuvo, de la que han intentado extraer, sin éxito, alguna de las tinajas enterradas en el suelo. Lo que sí permanece, de momento, es una prensa de viga del molino de aceite.

En estos últimos años, el Ayuntamiento de Dos Hermanas, término al que pertenece el monumento, ha intentado negociar una salida con la propiedad, que comparte ahora una importante promotora inmobiliaria con la familia Pickman, pero nada ha conseguido. Parte de la propiedad pertenece a los herederos del fundador de la fábrica de loza de La Cartuja, que adquirió el inmueble en 1903.

Desde la su declaración como BIC, la obligación de mantener el edificio de los dueños está clara, pero no ha habido voluntad de acuerdo con terceros para buscar alternativas y vías de financiación, a pesar de que en dichos terrenos se contempla desde hace unos años el uso terciario y la hacienda, como se ha hecho con otras de la comarca, podría haberse convertido en un centro de celebraciones o incluso en un hotel.

La situación de expolio y destrucción de la hacienda ya ha sido puesta en conocimiento del Ayuntamiento de Dos Hermanas y ayer mismo se presentó incluso una denuncia formal en la Policía.

Ahora, a la espera de que se pueda abrir una investigación, habrá que determinar de quién es la responsabilidad. La propiedad ha incumplido sus responsabilidades legales de custodia y conservación, y la Administración no ha cumplido con su responsabilidades de tutela patrimonial.

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