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Nuevo libro del catedrático José León-Castro
Consumo
Al margen de la potencia contratada y la tarifa elegida, conviene seguir unas pautas a la hora de usar los electrodomésticos con el fin de conseguir el mayor ahorro posible a la hora de pagar la factura.
Unos hábitos que harán que el recibo sea más soportable para el bolsillo del consumidor y de la economía doméstica.
En este listado, el primer aparato cuyo funcionamiento ha de controlarse es el frigorífico, que se mantiene activo las 24 horas. A la hora de comprarlo siempre ha de intentarse que sea A Plus, la mayor certificación energética, lo que permitirá que al año sólo cueste 26,24 euros. Su termostato ha de encontrarse a cinco grados para la nevera y a -18 para el congelador. Menor temperatura supone un gasto mayor e innecesario. También debe procurarse que esté al máximo de su capacidad, ya que el frío se mantiene mejor en los sólidos que en el aire que contiene en su interior. En caso de que sea de uso individual, una buena opción para evitar un gran gasto energético es llenarlo con botellas de agua. En caso de meter algún alimento que esté caliente, es mejor dejarlo enfriar fuera. Si se descongela algún producto, hacerlo siempre en el frigorífico, pues se aprovechará el frío que desprende. Se aconseja, asimismo, colocarlo a tres centímetros de la pared, lejos de fuentes de calor y abrirlo lo menos posible. Para su mejor mantenimiento, conviene retirar el hielo y la escarcha que se genere, pues estos elementos actúan como un aislante que obliga a trabajar más al motor.
Es el electrodoméstico que más potencia requiere para su puesta en marcha. Durante su funcionamiento ha de evitarse abrirlo. Mejor mirar la cocción a través del cristal y aprovechar al máximo su capacidad con el mayor número de alimentos posibles una vez que se encienda. Debe apagarse cinco minutos antes de que la comida se cueza. El calor que queda almacenado será suficiente para terminar de cocinar. La limpieza de sus paredes evita un mayor consumo energético. Frente al horno se encuentra el microondas, la opción más eficiente en la cocina, pues los alimentos se cocinan en él en poco tiempo.
Usar, en la medida de lo posible, la de inducción, que consume entre un 20% y un 40% menos de electricidad que las convencionales. A la hora de cocinar se ha de optar por hacerlo contadas veces, pero en grandes cantidades. La comida que se enfría se podrá luego recalentar en el microondas. En el caso de las convencionales, han de apagarse cinco minutos antes de que acabe la cocción, pues como en el horno, el calor que se conserve servirá para terminar de cocinar. Usar siempre cacerolas con tapas para que no se pierda la energía y olla exprés, que al tardar menos tiempo, el consumo también se reduce.
Se trata del tercer electrodoméstico de mayor consumo energético en el hogar. Casi el 85% de la electricidad que gasta se emplea en calentar el agua. Por tal motivo, se aconseja lavar la mayoría de la ropa (excepto la que tenga importante manchas de grasa) en frío. Un ciclo de lavado a 90 grados consume casi el doble que uno a 60 y cuatro veces más que el de 40. Como ocurre con el frigorífico, ha de cargarse al máximo. Debe emplearse el jabón justo (en exceso requiere de un centrifugado más largo) y añadirse directamente sobre las manchas.
No debe encenderse para una o dos prendas, sino cuando se tenga una gran carga de ropa. Ha de empezarse con los tejidos más delicados cuando la plancha no esté muy caliente. Se ha de pasar lentamente y sólo una vez por una zona. Si el planchado se interrumpe, conviene apagar el aparato, pues cada minuto de consumo resulta bastante caro.
Antes de nada ha de ajustarse la temperatura del termostato a las necesidades del hogar, algo que se irá comprobando con los primeros días de uso. Intentar que cuente con un programador de energía o un reloj temporizador. Debe colocarse en el interior de la vivienda y cerca de las dependencias donde se vaya a usar el agua caliente. En caso contrario, instalar un buen aislamiento. En caso de viaje, desenchufarlo.
En los últimos años se ha asistido a una auténtica revolución. Se ha pasado de la bombilla incandescente, a las de bajo consumo y ahora, a las de tipo led. El precio de adquisición de cada una de ellas, obviamente, se ha encarecido. La tradicional –que ya se ha dejado de fabricar– costaba 0,80 euros; la de bajo consumo, 3,50; y la led, 6,50. Sin embargo, el consumo energético durante cuatro horas al día traducido en euros es, por cada una, de 14,35; 2,87 y 1,67. A ello se unen las horas de vida útil. Las tradicionales duran mil horas; las de bajo consumo, entre 8.000 y 10.000; y las led, 25.000.
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