Hans Küng, el teólogo suizo que hablaba en cristiano
calle rioja
Presencia. Meses antes de la Expo 92, visitó Sevilla este sacerdote que ha muerto con 93 años, que fue apartado por Juan Pablo II, colega de Ratzinger y acogido por Bergoglio
El teólogo suizo Hans Küng (1928-2021) ha muerto a los 93 años en Tubinga. Los había cumplido el pasado 19 de marzo, día de San José, patrón de los seminaristas y del sacerdocio. Küng fue ordenado en el ministerio sacerdotal en 1954, el año que Alemania ganó el Mundial de Suiza. Sus dos patrias, la biológica y la intelectual. En 1992, poco antes de la inauguración de la Expo 92, Hans Küng vino a Sevilla para dar una conferencia en el Pabellón de España. Ya había impartido una charla sobre el Quinto Centenario en la Universidad de Tubinga,de la que era profesor.
"El problema del Descubrimiento no se ve igual en España que entre los indios, la propia opinión pública americana está dividida", nos decía Hans Küng a un grupo de periodistas en el hotel Alfonso XIII. No era la primera vez que venía y había encontrado Sevilla muy cambiada. "Entonces me impresionaron el altar mayor de la Catedral y los Reales Alcázares, un monumento que refleja perfectamente lo que esta ciudad tuvo de convivencia entre credos diferentes".
Llegué al hotel Alfonso XIII con una amiga, Luisa, nacida en Stuttgart, hija de emigrantes, perfecta conocedora del idioma alemán, para que hiciera de intérprete. La sorpresa fue cuando Hans Küng empezó a hablar en un perfecto castellano.
A las autoridades que le invitaron les sugirió que el 12 de octubre de 1992, fecha de clausura del certamen, se debería hacer una oración por la paz. "Reconozco que es insuficiente, pero tendría una gran carga simbólica". A dos pasos de la Catedral de Sevilla está la estatua de Juan Pablo II, obra de Juan Manuel Miñarro. El pontífice polaco tuvo un serio enfrentamiento con Hans Küng. El detonante fue la publicación por el teólogo suizo, a quien Juan XXIII nombró teólogo conciliar para asistir a las sesiones del Concilio Vaticano II, del libro ¿Infalible? Una pregunta. En 1979 la Santa Sede le retiró la licencia para enseñar Teología Católica, aunque ni el arzobispo de su diócesis ni el rector de su Universidad se dieron por aludidos. La Congregación para la Doctrina de la Fe le citó para confrontar sus opiniones. Al frente de esa institución estaría Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, a quien en año nuevo de 1967 Hans Küng citaría en el capítulo de agradecimiento de su monumental obra La Iglesia (Biblioteca Herder). "Cordialmente agradezco también a mi colega de Teología Dogmática doctor Joseph Ratzinger la valiosa ayuda que me ha prestado".
El libro lo recogió mi mujer de un depósito de pilas y cachivaches en la Alameda. Su índice onomástico es un catálogo de la cultura universal, con presencia de un intelectual local, san Isidoro de Sevilla. En ese índice aparecen Dante, Kafka, Dostoievski, Freud, Nietzsche o Bernanos. En sus primeras páginas cita al historiador británico Thomas B. Macaulay: "No se mantiene en pie ninguna otra institución que pueda retrotraer el espíritu a los tiempos que vieron subir del panteón el humo de los sacrificios y saltar en el anfiteatro de Vespasiano los tigres y leopardos. Comparadas con la línea de los papas, las más soberbias casas reales son de ayer".
El pñapa Francisco lo acogió de nuevo en el seno de una Iglesia que quiso expulsarlo por poner en duda la infalibilidad del Pontífice. Estudioso de los cismas, hubo un tiempo con tres papas. Al menos, dos eran falibles. Un cisma que tuvo en su pequeño país un protagonismo fundamental: en Suiza nace Zuinglio y muere Calvino, dos de los nombres fundamentales junto a Lutero de la reforma protestante. Coetáneos los tres de la gesta de Magallanes y Elcano, en cierto modo ellos también le dieron la vuelta al mundo.
"El mundo que estamos viviendo es por primera vez planetario", me dijo Küng en aquella entrevista que publiqué en Diario 16 Andalucía y se reproduce en el libro Azabache de Talentos (Samarcanda). En 1970, el teólogo participó en Kyoto en una Conferencia Mundial de las Religiones para la Paz cuyo espíritu pretendió que estuviera en la Expo de Sevilla. Con la presencia, en sus palabras, de las tres grandes corrientes religiosas: las de carácter semítico, proféticas y abrahámicas (judaísmo, cristianismo, islamismo); las de orientación mística, la unidad del mundo y el hombre (budismo, hinduismo); y finalmente las de tradición china, de armonía entre el cielo y la tierra (confucionismo y taoísmo).
Fuera de concurso, el ateísmo, con millones de practicantes y simpatizantes en todo el mundo. Con sus liturgias y sacramentos. Descanse en paz un teólogo de paz, un hombre de bien. Un año más joven que su colega Ratzinger, que el 16 de abril cumple 94.
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