Hombre con paraguas en la puerta de Benetton

Escena de clientes comprando ayer en una tienda de Hoss.
Escena de clientes comprando ayer en una tienda de Hoss.
Francisco Correal / Sevilla

03 de enero 2009 - 05:03

Es raro que el 13 o el 14 circulen por la Alameda y no se detengan por saturación de viajeros. Eso ocurrió ayer. Manuel se levantó para cederle el asiento a una señora con muletas. Manuel tiene 85 años. "Soy un niño de la guerra". Se ríe cuando oye la palabra crisis. "Yo entré a trabajar en una panadería en plena guerra y cuando murió Franco todavía seguía allí. Mi madre me metió con 13 años por el hambre que pasábamos. Me dijo que allí podría comer todo el pan que quisiera".

Juan Mendoza consulta el justificante de pago de la compra que acaba de hacer en Springfield. Un 40% de los consumidores de rebajas no lo conservan, según un reciente estudio. "He comprado cinco chalecos para mis cinco hijos. Misión cumplida". Le salen los números: Mendoza trabajó antes de jubilarse en un banco.

La cola de Mango es como la de los grandes estrenos teatrales. O de las películas cuando esta tienda era céntrico cinematógrafo de la ciudad. María, 21 años, estudia cuarto de Derecho y Economía. Es la última de la cola. Se lleva de Mango un bolso, dos blusas y una rebeca. "Soy joven y no conozco mucha gente que esté trabajando", dice de los efectos laborales de la crisis.

La dependienta de la papelería Ferrer cruza la acera de Sierpes para tomar un café y una tostada con jamón en Catunambú. Dos negocios centenarios. "Yo no tengo tiempo para rebajas", le dice al camarero, "a mi marido le he comprado en El Corte Inglés cuatro camisas al 50% y dos chaquetas Emidio Tucci a un 30%".

Por Sierpes pasea Luis Rey, director del colegio San Francisco de Paula. Se varió la tradición de iniciar las rebajas en el primer día del calendario escolar, lo que explica la presencia de muchos niños con sus padres en los establecimientos, con el riesgo de rozar la magia de los Reyes Magos. "Yo no voy de rebajas. Si veo algo en el escaparate que me guste, entro y lo compro", dice el pintor Paco Cuadrado.

"Al comerciante le interesa, al consumidor también. A España no tanto, porque me temo que la situación requiere soluciones más profundas". La autora de este análisis se llama Rocío, tiene 37 años y sale de Adolfo Domínguez con un pañuelo de las rebajas. "Yo no soy persona de rebajas, soy más de tiendas. Salgo casi todos los días de tiendas".

Blanco es una película y no de Kieslowski. Desde Sierpes, la cola de gente es otra sierpe. La tienda parece un vagón de Metro en hora punta, una caseta de Feria. Una chica pasa junto a esta jungla de telas y euros con las Encíclicas de Juan Pablo II. "Oferta Insuperable", se lee en el escaparate de la librería Beta: Diccionario Anaya por sólo seis euros. El camino idóneo para buscar las diferencias entre rebajas, ofertas y descuentos.

El hombre se queda con dos paraguas, el suyo y el de su señora, en la puerta de Benetton. Las rebajas son una celebración familiar. La madre entra en Pilar Burgos, la abuela en Ulanka. El niño no quiere entrar en ninguna de estas dos zapaterías.

"Aligera, que están las cámaras allí". Rebajas es la noticia del día. Dos monjas carmelitas entran con sus respectivos carritos en C&A. Inevitable la metáfora teresiana: Dios está en los pucheros y en las rebajas. El galerista Fausto Velázquez entra en Massimo Dutti para comprar un abrigo. La crisis produce mucho frío. La empresaria Isabel Rodríguez de Quesada mira de reojo algo para los Reyes de sus hijos y nietos. Salen feligreses de la iglesia del Santo Ángel con bolsas de C&A y de Cortefiel. A Narci le gusta más su apócope que su nombre. Narcisa tiene cinco hijos y 15 nietos. Caminaba sin saber que era día de rebajas. "Yo soy de las rebajas el día 7. Igual que en mi casa los Reyes, como somos muchos y es muy difícil juntarnos, llegan el 25 de diciembre".

Antonio Rivero Taravillo, primer director de la Casa del Libro de Sevilla, regresa a un escenario convertido en zoco comercial. Prepara el segundo tomo de su biografía de Luis Cernuda y extrae del poeta cierta melancolía ocnosiana para retratar el panorama. "Hay más ambiente de rebajas que de Navidad y de Reyes Magos, y esa distorsión del tiempo no me gusta nada".

Vicente no ha encontrado rebajado el diccionario de gentilicios y topónimos. El autobús vuelve con los pasajeros cargados de bolsas. El marido va exhausto. "Había que entrar con la espada del Cid".

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