Plaza Nueva: Carlos Vázquez Galán

"En IU nos adelantamos al tiempos de las convulsiones"

  • Vive en Dos Hermanas, tiene despacho de abogado en Tomares y es miembro del comité central del PCE. Entró de concejal de Economía el año de la crisis. Dos años con una huelga general y un piquete local

Carlos Vázquez, en la plaza de España.

Carlos Vázquez, en la plaza de España. / Víctor Rodríguez

CONCEJAL no electo, Carlos Vázquez (Sevilla, 1969) llegó a la delegación de Economía y Empleo por Jon Ander Sánchez en la primera ola de la crisis. Vivió una huelga general con su minuto de gloria. Es hermano, hijo y nieto de comunistas.

–¿Por qué se hace del Pecé?

–El detonante son las movilizaciones estudiantiles del curso 86-87 y por tradición familiar. Venía ya marcado. Mi familia paterna viene de la cuenca minera de Nerva y Riotinto. Mi abuelo era militante del Partido, vivió bien la clandestinidad, vivirla bien entre comillas. Mi padre la sufrió mucho.

–¿Y se la pasó a ustedes?

–Mi padre entra después que sus tres hijos, mis dos hermanos son gemelos; los dos comunistas y béticos como yo.

–¿Cuándo entra en el Partido?

–En 1986. Anguita era candidato a la Junta. Jugaba al futbolín con él en un local cerca del Gran Poder y de la sede de Teodosio. Me rompí el escafoide en un accidente con una motillo y años después Anguita me preguntaba por la mano.

–PSOE y PP cambiaron de líderes y se permutaron el Gobierno. ¿IU nada en aguas mansas?

–Nosotros, con Garzón y Maíllo, nos adelantamos al tiempo de las convulsiones.

–Se hace cargo de Economía en el peor momento de la crisis...

–Fui de los que advirtieron que aquello era sólo el comienzo.La realidad me dio la razón con muchísima crudeza. Hubo un segundo efecto contra el empleo y los derechos sociales y después estalló la burbuja inmobiliaria.

–Ustedes gobernaban en el Ayuntamiento con el PSOE, que estaba en la Moncloa...

–Hasta 2011, que entró el PP con aquella ola azul.

–¿Existe la Sevilla eterna?

–Sí, por supuesto. Y la Sevilla rancia.

–¿Tiene pecados de ranciedad?

–Soy un sevillano un pelín atípico. Me gusta la Semana Santa, pero no soy devoto. No me gusta mucho la Feria. Lo que sí me gusta es la primavera de Sevilla.

–¿Formó parte de un piquete contra el mesón El Serranito?

–Fue un incidente mínimo. Pretendían que yo, por tener un cargo público e institucional, no asumiera un compromiso social y eso no lo consiguieron. Era día de la huelga general de 2010 y el bar de la calle Alfonso XII estaba abierto. Lo que ocurrió es que la Policía se subió en la acera con las motos y se volcó una mesa y una silla.

–¿Ha entrado después en el bar?

–Tampoco me dieron mucha opción. El sector de la hostelería me declaró persona non grata, aunque he de decir que después de aquella fatwa contra mi persona en ningún local se han negado a darme la consumición. Formaba parte de la política de gestos tan característica de esta ciudad. En cualquier caso, ese bar me coge a trasmano. Si tengo que recomendar alguno, sería El Perol, en el Cerro del Águila, Avenida Hytasa.

–¿Le han hecho bromas con lo de Carlos V.?

–No, porque siempre he firmado Carlos V.G. A mi padre sí se la hacían porque firmaba Carlos V.

–¿Qué aficiones tiene?

–La lectura, la música clásica y practicar kárate.

–¿Qué está leyendo?

–Una novela de José Luis Corral, Los Austrias y el vuelo del Águila. A raíz de la muerte de Isabel la Católica y la regencia de Fernando, aparecen los Austrias en la persona de Carlos I de España.

–Y V de Alemania. Al final salió.

–Es un periodo muy interesante.

–Sánchez, Casado... ¿Les están arrebatando protagonismo?

–Es momento para la política y para los principios. En nuestro caso, desde la unidad popular y la coalición con movimientos sociales.

–¿Por qué no acabó la carrera en Sevilla?

–Por razones laborales me fui a Madrid y la acabé en la Uned. Allí di con dos catedráticos, Alfonso Cerezo Mir, de Penal, y Carlos Lasarte, de Civil, fundamentales para el master que hice de Psicología Legal y Forense. De Sevilla no recuerdo a ningún profesor.

–¿Escapada de verano?

–De camping al Algarve.

–¿Última gestión jurídica?

–He ido a la Gerencia Territorial de Justicia, en la Plaza de España, con un acta notarial de divorcio. Existe una herramienta jurídica del siglo XIX que todavía está vigente, la Apostilla de La Haya, que le da validez a un documento en otro país. Tiene que ser verificado por el Ministerio de Justicia, apostillado por el de Exteriores y validado en el consulado del país.

–¿Cómo recuerda la primavera del 77, tan fértil para los comunistas y para los béticos?

–La legalización del Partido la recuerdo como una bruma. Yo tenía siete años y mis hermanos eran más chicos. Pero sí me llegan o me lo imagino la alegría con la que tuvo que vivirse en mi casa.

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