Impulsos eléctricos contra el desánimo
Neurólogos del grupo Quirón investigan la eficacia de la neuroestimulación en pacientes con depresión.
La Organización Mundial de la Salud estima que el 19% de la población adulta sufre algún rasgo depresivo a lo largo de su vida. A la hora de abordar esta patología, los fármacos y la psicoterapia son las medidas más frecuentes. Sin embargo, el 30% de estos pacientes no obtienen una respuesta satisfactoria al tratamiento convencional y el 70% del total recae a los cinco años. La búsqueda de alternativas ha llevado a investigadores como el doctor Juan Uranga, neurólogo del Hospital Quirón Sagrado Corazón-Iensa, a profundizar en la neuroestimulación, una terapia que este facultativo ya aplica en Sevilla a personas con epilepsia, aunque también se ha comprobado su eficacia en personas con párkinson, trastornos compulsivos y obsesivos y que padecen el síndrome de Tourette.
Desde el año 2006, el neurólogo sevillano y su equipo investigan los beneficios de las diferentes terapias basadas en la neuroestimulación, primero en el Hospital Virgen del Rocío y ahora dentro del grupo Quirón. Actualmente, Uranga participa en 14 ensayos clínicos para paliar la epilepsia y diversos trastornos psiquiátricos, principalmente. "El estudio surgió a raíz de observar que los pacientes epilépticos que eran tratados con estimulación vagal y que también sufrían una depresión mejoraban en ambos aspectos", apunta el doctor.
Dentro de la neuroestimulación, la técnica menos invasiva es la estimulación magnética transcraneal, que consiste en la utilización de campos magnéticos para inducir una corriente en determinadas áreas cerebrales implicadas en la depresión. Estas sesiones se administran diariamente y, normalmente, se necesitan entre cuatro y seis semanas para que el episodio depresivo remita.
Pero para los casos resistentes, el doctor Uranga y su colega Francisco Gotor, psiquiatra del sevillano Hospital Quirón Sagrado Corazón, proponen la estimulación vagal y la estimulación cerebral profunda. Ambas técnicas consisten en la implantación de un dispositivo, a modo de marcapasos, debajo del abdomen, la axila o en la zona infraclavicular; y electrodos en el cuello alrededor del nervio vago en el primer caso o intracerebrales en el segundo. "La estimulación vagal se aplica desde hace 15 años para abordar la epilepsia. La Agencia Americana del Medicamento, la FDA, ya ha aprobado su uso para pacientes con depresión aunque la europea aún no. No obstante, ésta sí permite su uso compasivo", apunta Juan Uranga. En el caso de la estimulación cerebral profunda, ninguna de las dos agencias ha regulado aún su uso para la depresión resistente a los tratamientos convencionales. "Se ha demostrado científicamente que ambas técnicas son seguras y eficaces", señala el doctor. "Investigadores de Francia, Brasil y Estados Unidos son nuestros referentes".
Hasta el momento, el equipo de neurocirugía de Quirón Sagrado Corazón-Iensa ha implantado 14 estimuladores vagales, uno para tratar la depresión y el resto a pacientes con epilepsia. Asimismo, se ha colocado 12 estimuladores cerebrales profundos, dos de ellos para patologías psiquiátricas: un TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo) y un problema de conducta grave. Uranga habla de buenos resultados: "El fin no es el control de las crisis, como ocurre en el caso de la epilepsia. En los problemas conductuales se busca la mejoría funcional, algo que hasta ahora se ha conseguido en todos los casos tratados".
"Las causas que provocan una depresión en general son desconocidas. Sí se sabe que en la resistencia a los antidepresivos pueden intervenir numerosos factores, y no sólo alteraciones en un área concreta, como es el de la neurotransmisión, es decir, en la comunicación entre las neuronas", explica Uranga, que trabaja en el grupo Quirón desde 2005. Los síntomas fundamentales de esta patología son el bajo estado de ánimo y la anhedonia, "que es la incapacidad de obtener y experimentar placer", apunta el psiquiatra Francisco Gotor. "Aunque también existen otros síntomas que afectan a otras áreas, como son el sueño, la alimentación, la sexualidad o la memoria".
Esta patología es más frecuente en las mujeres. Según Juan Uranga, el porcentaje de casos femeninos casi duplica al de los hombres y los índices de cronicidad también son superiores. El neurólogo apunta a motivos hormonales, principalmente, aunque esto no está comprobado científicamente.
En el caso de los niños, la prevalencia es de un 2%, que asciende hasta el 8% en el caso de los adolescentes, pero las técnicas de neuroestimulación, por ley, no se pueden aplicar a un paciente hasta la mayoría de edad.
Las investigaciones sobre la estimulación vagal y la cerebral profunda para tratar la depresión son recientes y la Agencia Europea del Medicamento deberá tomar aún una decisión firme al respecto.
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