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Ley seca en el centenario del final del 'Ulises' de Joyce

  • Legado. En 1921 el escritor irlandés termina en París una novela mítica que inició en 1914, con la I Guerra Mundial. En la calle Alemanes no hay Flaherty para celebrarlo

La céntrica calle Alemanes.

La céntrica calle Alemanes. / belén vargas

Una Torre Martello en Sevilla. En una ciudad tan joyceana como Sevilla (dicen que junto a La Coruña, la que más devotos tiene el Ulises), ¿qué edificio encarnaría esa torre en la que empieza la novela del día más largo de la literatura universal? Podría ser la torre de los Perdigones por su aura industrial; la de don Fadrique por sus secretos inconfesables; la torre de la Plata, tan misteriosa, en la que un año hubo una lectura coral de la novela de Joyce; o el torreón de la Tía Tomasa, como popularmente se conoce a una de las torres de la muralla de la Macarena.

Hoy se celebra un nuevo bloomsday, aniversario de aquel 16 de junio de 1904 en el que Joyce sitúa la acción del Ulises por diferentes escenarios de Dublín. Sin el Flaherty en la calle Alemanes es como si al libro le quitaran la torre Martello por donde en la primera línea de la novela aparece "majestuoso, el orondo Buck Mulligan" o "solemne, el gordo Buck Mulligan" según uno maneje las ediciones respectivas de Francisco García Tortosa o de José María Valverde.

¿Una torre Martello en Sevilla? Perdigones, Don Fadrique, la Plata o la de la Tía Tomasa

Estos días de Eurocopa serían muchos los suecos, polacos o eslovacos que abrevarían en la taberna irlandesa aprovechando los partidos que sus selecciones disputan en el estadio de la Cartuja. Las diferentes crisis cambiaron esta calle. No está Flaherty ni los dos locales que abrió Juan Robles, Don Juan y Manolete. El empresario de Villalba del Alcor nos dejó en 2020. Año del centenario de Casa Gonzalo, que conserva su local esquina con Álvarez Quintero. Ahora hay un cardenal más en su callejero, Amigo Vallejo, donde Alemanes se funde con Placentines; y un arzobispo menos en el vecindario, el pastor saliente Asenjo Pelegrina. Alemanes cuenta con el refuerzo de los arroces de Marta Lara.

El bloomsday de 2021 es muy significativo. Es el centenario de hechos muy relevantes relacionados con el Ulises y con su autor. "Todavía estamos aprendiendo a ser contemporáneos de James Joyce", escribía Richard Ellmann en la biografía del escritor irlandés. Hace justamente un siglo, Joyce se puso a leer todo lo que encontró sobre Gibraltar, ya que allí sitúa la cuna, infancia y adolescencia de Molly Bloom, la estrella del onírico capítulo final, postal andaluza en la que aparecen Tarifa, Ronda o Algeciras.

"El resultado fue que, más tarde, cuando conoció a un gibraltareño, estaba tan bien informado que el hombre se negó a creer que Joyce jamás hubiera estado allí", escribe Ellmann. Nada de Gibraltar inglés, en cualquier caso irlandés. Joyce nunca estuvo allí, como no estuvieron Cunqueiro en Bretaña, Julio Verne en la Antártida o Karl May o Lafuente Estefanía en el Oeste americano.

En febrero de 1921 tiene lugar el juicio contra los editores de su novela en Nueva York. Confiscan y queman algunos capítulos y él sueña con un proceso como el que hubo en Francia contra Madame Bovary. Aunque Virginia Woolf calificó el libro de "grosero y chabacano" y al autor le colgaron el sambenito de misógino, fueron dos mujeres sus principales avalistas: las editoras Harriet Shaw Weaver y Sylvia Bach.

1914-1921. Hace justamente un siglo que Joyce terminó de escribir el Ulises. Lo hizo en las tres ciudades donde residió en ese tiempo: Trieste, Zúrich y París, amén de algunos periodos en Roma. Ni una línea en Dublín, la ciudad donde se desarrolla toda la trama. "… si logro llegar al corazón de Dublín, puedo llegar al corazón de todas las ciudades. En lo particular está contenido lo universal".

García Tortosa llegó a la Universidad de Sevilla desde la de Salamanca, igual que Clavero Arévalo, que hizo del 28 de febrero de 1980 un bloomsday andaluz. El editor y traductor (con María Luisa Venegas) del Ulises dice que su escritura fue en paralelo a los vaivenes de una Europa inmersa en la Primera Guerra Mundial. Las autoridades austrohúngaras le obligaron a dejar Trieste en junio de 1915. Hasta 1918 vivió en Zurich, un hervidero de exiliados, espías y escritores de vanguardia. En julio de 1920, aconsejado por Ezra Pound, llega a París, y acaba la novela. En la capital francesa coincide con Marcel Proust en una fiesta en honor a los rusos Stravinski y Diaghilev. "He ahí a las dos figuras más importantes de la figura actual", escribe Arthur Power, testigo del encuentro, "y, sin embargo, se conocen y se preguntan uno a otro si les gustan las trufas". En la primavera de 1921, hace cien años, Joyce recibe con una carta de presentación a un joven escritor norteamericano. Se llama Ernest Hemingway. En 1954 le dieron el Nobel. Joyce nunca lo tuvo. El 2 de febrero de 1922 llega a sus manos el primer ejemplar del Ulises. Ese día cumplía 40 años.

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