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Manuel de Falla, el tutor musical de los poetas del 27

  • Legado. Lorca se carteó con Falla desde toda España. A su misiva con remite en Sevilla en diciembre de 1927 se sumaron los poetas a los que convocó el torero Sánchez Mejías

Manuel de Falla, el tutor musical de los poetas del 27

Manuel de Falla, el tutor musical de los poetas del 27

Manuel de Falla (1876-1946) era un año más joven que Antonio Machado. Si éste fue uno de los padrinos de la generación del 27, Falla sería su tutor musical. En las Obras Completas de Federico García Lorca de Aguilar aparecen quince cartas que el poeta de Fuentevaqueros escribió al músico gaditano. Cartas desde la casa familiar de Asquerosa, desde Granada capital, desde la Residencia de Estudiantes, misiva en la que Luis Buñuel le informa de que se ha comprado un automóvil que pone a su disposición, desde Cadaqués, con recuerdos para el músico de Salvador Dalí, desde Lanjarón, cuyas aguas mitigaron unos dolores hepáticos de la madre del poeta. La última de esas quince cartas tiene remite de Sevilla. 19 de diciembre de 1927. Escrita en la Puerta de los Reyes de la Catedral. A las palabras de Federico se añaden las firmas de Alberti, Jorge Guillén, José Bergamín, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, José Bello y Fernando Villalón.

Habían venido a Sevilla invitados por el torero Ignacio Sánchez Mejías y el Ateneo para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora. Todos los firmantes, menos Villalón y Pepín Bello, están en la histórica foto fundacional de la generación del27. Villalón estuvo ausente de esa instantánea, como los otros dos sevillanos del grupo, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre. Pepín Bello tampoco está porque fue el que hizo la fotografía.

El 'Retablo de Maese Pedro' lo estrena Falla en 1923 en teatro San Fernando de Sevilla

Lorca y Falla se conocen en 1917, el año de la revolución rusa. Un año antes, Lorca abandona los estudios de música y Falla estrena Noche en los jardines de España. En 1919 el poeta llega a la Residencia de Estudiantes de Madrid y el músico se instala en Granada, en el Carmen de Antequeruela. Ese año estrena la Fantasía Bética, inspirada en Stravinsky y dedicada a Rubinstein.

Uno de los edificios del Conservatorio de Música de Sevilla, en la calle Jesús del Gran Poder, lleva el nombre de Falla. El 23 de marzo de 1923 en el teatro San Fernando de Sevilla tuvo lugar el estreno mundial del Retablo de Maese Pedro, sobre un texto de don Quijote. Justo Romero, periodista y crítico musical, que en 1999 publicó un libro sobre Falla, cuenta en su obra El piano. 52+36 (Alianza Editorial) los avatares que precedieron a la obra.

El Retablo de Maese Pedro fue un encargo que le hizo a Falla la princesa de Polignac, título que adquirió por matrimonio una mujer nacida en Nueva York en 1865 como Winnaretta Eugénie Singer, hija del inventor de las máquinas de coser. La princesa cultivó la amistad de Picasso, Marcel Proust, Stravinsky, Falla y Albéniz, y algunas obras de estos músicos se presentaron en su palacio. En su estreno sevillano, el Retablo de Maese Pedro contó con decorados de Hermenegildo Lang, que con Falla y Lorca preparó una fiesta en el día de Reyes de 1923 a los niños de Granada.

Lorca y Falla promovieron el festival de cante jondo de Granada de 1922. Ese mismo año proyectan un viaje a la Alpujarra granadina con sus títeres y música de Falla. Entre las historias, la muerte de Pepe-Hillo en la plaza de Madrid y algún asunto morisco "que podría ser el de Abén Humeya", le dice Federico. En 1926 firmaron con otros artistas el Manifiesto de la Sociedad de Artistas Ibéricos. Lorca animó la representación en la Residencia de Estudiantes de El Amor Brujo y le dedicó a Falla un soneto que terminaba con estos versos: "Ocho provincias de la Andalucía, / olivo al aire y a la mar los remos, /cantan, Manuel de Falla,tu alegría". Le felicita por carta de los éxitos en Bruselas y Amsterdam y lamenta no coincidir con él en Roma, donde sus padres no le dejan viajar.

"Falla es en España como Chopin en Polonia", dice Justo Romero. Los dos se aplicaron un autoexilio queriendo que sus restos volvieran a sus orígenes: los de Falla, desde Argentina a Cádiz; los de Chopin, de París a Polonia. Falla tuvo amigos en las dos Españas. Igual que Cernuda era vecino de Joaquín Turina, como cuenta en un texto de Ocnos, en Cádiz los ensayos al piano de Falla se oían en casa de José María Pemán, cuenta su amistad en Mis encuentros con Manuel de Falla (guión para un reportaje radiofónico). Pemán lo visitó en la Córdoba argentina, donde Falla le dijo que no pensaba volver a España "hasta que terminara la Segunda Guerra Mundial, porque faltaban algunas de las medicinas que él usaba a diario".

Es muy hermoso el reencuentro en Cádiz de los dos amigos. Falla regresó a su ciudad natal para oír las olas del mar. Era exigencia del guión de su monumental La Atlántida, inspirada en versos de Jacinto Verdaguer. Para ello, aprendió catalán y latín y visitó el Museo Arqueológico de Cádiz para adaptar el vestuario de las bailarinas al atuendo prefenicio de la Dama de Elche. Con la voz de Dios interpretada por una coral de niños.

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