reconocimiento

Manzano es honrado en su tierra

  • El prestigioso arquitecto, catedrático en Sevilla desde 1966, es recibido como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz

  • Pronunció un discurso titulado 'Una casa en Cádiz'

El arquitecto Rafael Manzano, en el momento de recibir la medalla como nuevo académico de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz.

El arquitecto Rafael Manzano, en el momento de recibir la medalla como nuevo académico de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz. / fotos: jesús marín

Superados con creces los 80 años, el prestigioso arquitecto Rafael Manzano (Cádiz, 1936) confesó ayer que sentía más que nunca "la urgencia de volver a mi ciudad natal, a impregnarme de su aliento marino y a reencontrarme con ella en esta hora en que conviene que todas las cosas vuelvan a su origen". Y regresó entre amables palabras a la ciudad que lo vio nacer, que lo hizo hijo predilecto, con rigurosos guiños a su rica historia y grandes elogios a su belleza y carácter "único e irrepetible". El conocido arquitecto, afincado en Sevilla, poseedor nada menos que del Premio Driehaus de Arquitectura -máximo galardón otorgado a los guardianes de la aquitecturas vernáculas-, regresó con su maleta cargada de recuerdos, de la mano de la Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz, que le regaló, dijo, el ascenso "en el escalafón a la máxima de académico de honor". Y volvió a su casa, al Cádiz "de mi primera luz", con un discurso precisamente centrado en el proyecto que por fin ha realizado en una casa gaditana, que ha afrontado junto a su hija Julia, en el número 14 de la Alameda.

El reencuentro tuvo lugar en el salón regio de la Diputación Provincial, rodeado de amigos, familia -su hija Julia y su hermano Luis-, numerosos académicos de esta institución y colegas de profesión, entre los que se encontraba José María Esteban, que le dedicó un bello laudatio, Javier Navascués y Manuel Fernández-Pujol. Fue precisamente Esteban quien asumió "el difícil reto" de divulgar los enormes méritos de Rafael Manzano -con imágenes de su obra-, a quien se refirió como "querido profesor, el colega, el amigo", y de quien ensalzó su talante humano "con ese semblante de eterno niño", que lógicamente "ha traducido siempre en sus obras", por delante de sus reconocidísimas virtudes profesionales. Por lo que, aseveró, "ha creado una escuela, en cuya fuente siempre vamos a beber".

Manzano sintió el orgullo de quien retorna a su casa, al Cádiz que lo vio nacer en 1936

Y de su "fidelidad al lengaje clásico", dio una clase magistral el propio Rafael Manzano, no sin antes citar a su maestro Fernando Chueca, con su discurso Una casa en Cádiz. Se trata del anhelado proyecto que hace muy pocos años, en un momento tan experimentado de su carrera, ha caído por fin en sus manos, "pues nunca trabajé en el caserío de mi siempre añorada y vista desde la nostalgia ciudad natal", y que ha proyectado "desde mis raíces", narró.

Pero poco antes de entrar por las puertas de este proyecto que desgranó en palabras, planos e imágenes, Manzano repasó magistralmente la historia de esta ciudad trimilenaria "¡a quien debo todo en esta vida!". Abarcó desde sus orígenes hasta su mágica Edad de Oro, que le hizo "renacer de sus cenizas". En ella se deleitó con jugosas expresiones, insistiendo en un Cádiz que en el XVII, el XVIII y el XIX se convirtió en "una ciudad compacta, homogénea pero diversa, con un caserío que, como en un caleidoscopio, repite unos prototipos de edificios residenciales muy similares de una rica variedad de formas". Una ciudad, la más antigua y al mismo, añadió, "la más moderna de nuestras ciudades históricas", que se convirtió en un gran emporio.

Rafael Manzano, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz. Rafael Manzano, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz.

Rafael Manzano, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz.

Recorrió su papel en la Guerra de la Independencia, en el liberalismo español y la política decimonónica en España, "que determinó su belleza tardobarroca, neoclásica e isabelina que hace que cualquier operación de cirugía arquitectónica, que hace que, cualquier operación de cirugía arquitectónica, la pura sustitución de una célula urbana, de un edificio, sea siempre intervención de alto riesgo".

Fue así como asumió el encargo de "¿restaurar? ¿reconstruir? ¿reinventar": "No sé, una casa nada menos que en la Alameda de Cádiz", que desde un primer momento planteó como "un ejercicio escolar, como obra de arte y ensayo, con sentido pedagógico, que en mi caso constituye exigencia de rigor". Y siempre, aseveró, "bajo el eterno lema goyesco del todavía aprendo". Continuó su discurso hilando los elementos arquitectónicos que han transformado esta casa en un unifamiliar de lujo. Para ello la ha dotado de cierros "de inspiración en los cierros de Cádiz",

Rafael Manzano es catedrático de Historia General del Arte en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla desde 1966. Ejerció de director-conservador del Real Alcázar y ha participado en la restauración de importantes monumentos de España.

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