Como Mauri y Maguregui

LOS defensas se atraen. Ahora que el dramaturgo Fernando Arrabal va a llegar a Sevilla para recibir en su quinta edición el premio de las Letras Andaluzas, recuerdo que una tarde que quedé para entrevistarlo en un colegio de Sevilla al que había acudido como conferenciante, después tenía una cita periodística con Juan Martagón, que entonces era lo que los clásicos llamarían un valladar inexpugnable en la defensa del Sevilla. Desde entonces, que me perdone Tiburón Prieto, asocio a Martagón con Arrabal como variante asimétrica de Mauri y Maguregui.

Algo parecido le ocurre a José Chamizo. En su dilatada trayectoria como Defensor del Pueblo, una tarde coincidimos como ponentes en una mesa redonda organizada por una entidad cultural de Guillena. Otro de los intervinientes era Pablo Alfaro, que estaba todavía en activo. Martillo de herejes para la prensa capitalina en el tándem que formaba con Javi Navarro. Bromeé con la coincidencia en la mesa de un defensa y un Defensor. El mejor ataque.

Chamizo desapareció del primer plano. Fue reconocido por la Junta de Andalucía por su labor parroquial en territorios difíciles en la misma ceremonia en la que fue galardonado el actor Antonio Banderas. La llegada de una mujer a la presidencia de la Junta transformó al cura Chamizo de protagonista en figurante. Último encuentro en Reyes Católicos, parafraseando su admirada novela de Sandor Marai. En la presentación de Ganemos ocupa un lugar secundario, eclipsado por el protagonismo de Rubén Sánchez, llamado por el destino a desfacer entuertos de gigantes que nunca ve como molinos. El ex Defensor del Pueblo se alinea con un zaguero de la Resolana que como los dálmatas que acompañaban a Meryl Streep colecciona 101 fraudes en el libro Defiéndete (Martínez Roca).

Una glosa de Jordi Évole y un prólogo de Juan Ramón Lucas le dan brillo mediático a esta variante hispalense de la Voz del Sinchi, aquel agitador radiofónico de Pantaleón y las visitadoras. Como Ganemos no quiere ser Empatemos cuenta con el apoyo de Podemos para que el manque pierda sea sólo testimonial.

De la quinta de Susana Díaz, hijos del 74, Rubén Sánchez empieza su libro con una cita de Farenheit 451, la novela de Ray Bradbury. Su mejor defensa es un contraataque de películas: Ahora me ves, de Louis Leterrier, La red social, de David Fincher, Bienvenidos a Zombieland, de Ruben Fleischer, Como Dios y Sigo como Dios, ambas de Tom Shadyac, Matrix, de Andy y Lana Wachowski. La primera película española es Azul/Oscuro/Casi/Negro, de Daniel Sánchez Arévalo, pero por exigencia del guión.

Cuenta Rubén Sánchez que Antonio de la Torre, socio de Facua, llevó a los tribunales a una compañía de gas y electricidad que intentó defraudarle. El caso del actor malagueño es el primero de los 101 del libro, el titulado El del contrato que firmamos con la mano de otro. El último tiene mucho que ver con este despertar a la política explícita de este implícito militante de causas perdidas y ganadas y lo titula El del programa electoral incumplido. En El de la multa secreta (fraude número 99), Rubén Sánchez habla de Chamizo cuando todavía era Defensor del Pueblo, "un hombre al que admiro y al que relevaron tras criticar con vehemencia a la clase política".

Los dos últimos fraudes los abren citas de Julia Otero y Emiliano Zapata. Rubén se asomaba al programa de la gallega de Monforte de Lemos en Onda Cero. El libro, antología de los fraudes ("ofertas engañosas, contratos abusivos, préstamos trampa") acaba con un Epílogo, título de Gonzalo Suárez, y otra sesión de filmoteca: Los otros, de Alejandro Amenábar, cuyo misterio desveló en un pleno del Congreso Rodrigo Rato, Para siempre, de Steven Spielberg, o Poder Absoluto, de Clint Eastwood.

Este libro "de cuentos chinos" (Évole) se lo dedica Rubén a su madre y se lo agradece a su padre, "me descubrió la lucha de clases y cómo ejercerla mediante la lucha contra los abusos".