Por fin acertó el augur. "La han dado por fallecida no sé cuántas veces", decía ayer de María de la O Jiménez (1955-2017) Manuel Marchena. Durante más de tres lustros ganó en desigual batalla la lucha contra el cáncer.

A esta militante socialista no se le cayeron los anillos por pasar de candidata a la Alcaldía de Cádiz "en plena efervescencia de la alcaldesa Teófila Martínez", en palabras de Blas Ballesteros, a asumir la jefatura de gabinete del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín en el Ayuntamiento de Sevilla. Sus dos ciudades, aunque en Cádiz "siempre ejercía de trianera", como dice la diseñadora Teresa Torres, sevillana afincada en Cádiz.

Ser trianera era para ella una manera como otra cualquiera de ser gaditana. Entre 1991 y 1998 fue delegada provincial de la Consejería de Salud en la provincia de Cádiz y en numerosas ocasiones, cuando llegaba la Navidad, llevaba a sus vecinos los hermanos Cadaval, los Morancos de Triana, para que amenizaran a los pacientes del hospital Puerta del Mar.

"Es la persona más generosa que he conocido en mi vida", decía ayer completamente desolada Juana Chico, una histórica del PSOE en Cádiz, que la conoció cuando María de la O la visitó en la Asociación de Adultos Trille. "Siempre aliándose con los más débiles", dice Ballesteros, que trabajó con ella cuando él era delegado de Tráfico y Transportes en el primer mandato de Sánchez Monteseirín, a quien le organizó un emotivo homenaje en las Setas.

El Ayuntamiento de Cádiz luce banderas a media asta y declaró un día de luto en memoria de quien fue candidata a la alcaldía y uno de los seis cargos electos que consiguió su candidatura. Dejó la Delegación de Salud, ganó las primarias de su partido, fue proclamada candidata, pero Teófila era una apisonadora.

Con ella no había rivales ni adversarios. "Me quedo con su alegría", dice Ballesteros. "Una heroína en la lucha contra el cáncer", dice Marchena. Una batalla que ganó "más que con medicación, con la energía positiva con la que siempre luchó de forma denodada contra el mal. Era una mujer incapaz de mentir, incapaz de conspirar. Yo me quedo con su alegría, su bondad y lealtad superlativa".

El PSOE no ha vuelto a recuperar la Alcaldía de Cádiz que entre 1979 y 1995 ejerció Carlos Díaz. Lo intentó con Fermín del Moral, con Rafael Román y en las municipales de 1999 con María de la O Jiménez, nombre trianero a todas luces como la Virgen que cada Viernes Santo sale de su iglesia de la calle Castilla. Perdió las elecciones, pero ganó las primarias del cariño, conquistó el corazón de la gente. Administró la salud de quienes no la conocían y mejoró la salud de quienes la conocieron con sus recetas infalibles: la generosidad, la alegría, la bondad, la lealtad.

Sus amigos y correligionarios la recuerdan con una sonrisa en los labios, que prodigaba incluso en los vericuetos de la política. Dicen que José Antonio Griñán fue su padrino político. La reviven en los carnavales, en el Rocío, vivencias de su Velá de Triana. Pero la fiesta por antonomasia de María de la O Jiménez era la vida con mayúsculas. La muerte lo comprobó con creces. Le ha costado más de quince años, cuatro legislaturas de acoso y derribo, vencerla en el pulso. Victoria pírrica y gratuita. No ha podido llevarse en el envite su alegría contagiosa, su generosidad como bandera, tan caudalosa como las aguas del Guadalquivir que se hacen gaditanas cuando llegan a Sanlúcar de Barrameda.

Le dieron en la pila bautismal un nombre de tonadilla y no de réquiem. Entre los llantos de quienes la quisieron se asomará una sonrisa. "¿De Sevilla? No, yo soy de Triana", dicen que respondía en Cádiz a quienes le preguntaban. El puente era su coartada para ser sevillana y gaditana, dos amores a la vez y no estar loca. Fue candidata a la Alcaldía; en los afectos mayoría absoluta.