Sevilla

Muere el maestro Pepe Luis Vázquez a los 91 años de edad

Muere el maestro Pepe Luis Vázquez a los 91 años de edad

El diestro, eslabón fundamental del toreo sevillano, era decano de los toreros y es 

un referente en la historia de la tauromaquia  Su legado lo continuó su hijo Pepe Luis 

Pepe Luis Vázquez falleció ayer en la Clínica Santa Isabel de Sevilla, a las 20:20, según informó ayer a esta redacción su esposa, Mercedes Silva, que, muy afectada por el suceso, explicó que el torero murió debido "a una hemorragia cerebral" y fue ingresado el día anterior por problemas respiratorios. El cuerpo de Pepe Luis será velado a lo largo del día de hoy en el Salón del Apeadero del Ayuntamiento -se podrá acceder por la plaza de San Francisco-, donde podrán acudir los sevillanos a partir de las diez de la mañana.

Pepe Luis Vázquez, conocido también con el sobrenomabre de El Sócrates de San Bernardo, nació en Sevilla el 21 de diciembre de 1921, en el barrio de San Bernardo, donde se encontraba el matadero, del que era encargado su padre y allí dio sus primeros pasos como torero. El propio maestro nos contó hace muchos años una anécdota enternecedora: "Mi primera gran ovación la recibí siendo un niño y jugando al toro. Yo era un niño rubito, que se estiraba ante un toro inexistente junto a la Pirotecnia Militar. De pronto, se arremolinaron los obreros que salían de la fábrica. Entre aquellos se aproximó un hombre y me dio una perra gorda, soltándome: ¡Serás un gran torero! Yo me fui la mar de contento a mi casa con aquella perra gorda". Ni que decir tiene que aquel aficionado acertó y Pepe Luis acabó en figurón del toreo.

Se vistió de luces por primera vez en 1937, en la plaza de toros de Algeciras, con Antonio Bienvenida como compañero de cartel. El 5 de junio de 1938 debuta en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, como novillero, junto a Manuel Rodríguez Manolete, con el que le unió una gran amistad y se enfrentó en los ruedos hasta en 122 ocasiones. Ambos llenaron aquella época de la posguerra, en los años cuarenta, en la que la gente empeñaba colchones para ver a estos dos colosos del toreo.

Pepe Luis fue doctorado en la Maestranza de Sevilla el 15 de agosto de 1940 por Pepe Bienvenida, con Gitanillo de Triana de testigo. El 20 de octubre de ese año confirmó la alternativa en Las Ventas de manos de Marcial Lalanda, quien sería más tarde su apoderado.

Lideró el escalafón superior en las temporadas de 1941 y 1942. Su carrera sufrió un serio revés por la cornada que sufrió en Santander el 25 de julio de 1943, que a la larga le dejaría sin visión en uno de los ojos.

Entre las faenas más importante de su carrera, según nos contó el propio diestro, se encontraba la que realizó en la Feria de Valladolid de 1951 a un toro de Villagodio, en la que "llegué al burladero y había estado como en una nube. En ningún momento escuché los oles que me habían dado. Cuando alcancé las tablas, tras dar muerte al toro, mis compañeros me dijeron que despertara. Viví aquella faena como una ensoñación. Es algo muy difícil de describir. Y según ha ido pasando el tiempo he descubierto que son esos momentos por los que merece la pena haber sido torero".

También en 1951 cuajó otra de sus faenas señeras en la Monumental de Madrid a un toro de Misionero del Castillo de Higares. Dos años antes, dentro de esas faenas geniales, marcadas con el sello artístico supremo, Pepe Luis Vázquez cuajó al toro Misionero, de Castillo de Higares, con el público madrileño enloquecido.

Muy amigo del ganadero Eduardo Miura, con el que compartió multitud de festejos desde el tendido y en distintas plazas, Pepe Luis fue una de las figuras que más toros ha toreado del temible hierro de la ganadería sevillana. El propio Miura contaba con él para los tentaderos de la casa por los conocimientos y la manera innata de adivinar las condiciones de las reses. De hecho, Pepe Luis ha sido el torero que más miuras ha despachado en el albero maestrante.

Con el sello de la sabiduría y conocimientos del toro y de un arte excepcional en el que prevalecía la naturalidad, fue santo y seña para los mejores aficionados del toreo hasta que se retiró en 1953. Reapareció en 1959 y tras dejar huella en las plazas de Barcelona y Madrid, donde había sido ídolo de ambas aficiones, ejerció como ganadero. Sus hermanos Manolo Vázquez (1930-2005) y Antonio Vázquez (1933), así como su hijo Pepe Luis Vázquez (1957) son también toreros.

A lo largo de su carrera y tras su retirada siempre contó con el respeto de la crítica y de los aficionados. Periodistas exigentes coetáneos como Clarito llegaron a escribir: "Pepe Luis siempre representará un alegre contraste; una graciosa flexibilidad y cadencia sevillana; variante del cordobés hierático -refiriéndose a Manolete-: una inspirada rima lírica a una epopeya; y, principalmente, un diseñador de la senda del arte sevillano por donde irán los preclaros sevillanos venideros". Y José María de Cossío recogió en su magna obra: "...el secreto de Pepe Luis fue infundir profundidad a la gracia, hacer densa la espuma".

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