Paisaje después de las batallas

Metrópolis | Calles Bailén y Gravina

Siamesas. Nacen casi juntas en Alfonso XII y se van distanciando camino de Canalejas y San Pablo. Fueron andenes urbanos de los viajeros del ferrocarril, destino de un turismo incipiente antes de que se hiciera fenómeno de masas

Calle Gravina, donde todavía existen numerosas pensiones.
Calle Gravina, donde todavía existen numerosas pensiones. / Belén Vargas

MENOS de tres años separan los episodios que están tras los nombres de estas dos calles. Gravina fue el marino vasco que murió por las heridas sufridas en la batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805. La batalla de Bailén tuvo lugar el 19 de julio de 1808. En la primera, los franceses fueron aliados de los españoles frente a la armada británica y sus confluencias mandada por el almirante Nelson. En la segunda, el ejército napoleónico del general Dupont fue derrotado por las tropas españolas de Castaños. Cómo cambian las alianzas en tres años. No es nuevo. Una batalla en la bahía de Cádiz, otra en los olivares de Jaén.

En Alfonso XII están casi unidas ambas calles. Apenas las separan el bar Caliche, un estanco y una tienda de compra y tasación de oro. Conforme avanzan en su recorrido, se van separando y en Canalejas la distancia es considerable, con la medianera de González Abreu, la calle donde está Radio Sevilla. Y en San Pablo, ya parecen calles de dos collaciones distintas. Desde Bailén, esquina con Murillo en el histórico puesto de calentitos, hasta Gravina, hay que circundar el hotel Colón, la parroquia de la Magdalena, la capilla de Montserrat, otro tramo de San Pablo y la calle peatonal Bobby Deglané, leyenda de la radio.

En Bailén el agua llegó hasta donde ahora llega el vino. El anuncio de Protos en el Bar Caliche está junto al azulejo que señala el nivel al que llegó el agua en las inundaciones del día de la Inmaculada de 1796, siendo asistente de la ciudad Manuel Cándido Moreno. La calle nace en la Pensión Bailén y llega hasta el hotel Colón. Los dos formatos de alojamiento en una zona donde proliferaron las pensiones, más típicas en Gravina, por la cercanía a la estación de ferrocarril Plaza de Armas, hoy convertida en centro comercial con multicines recuperado. Ubicada en un edificio de 1927, la Pensión Bailén empezó a funcionar en 1979. El Centro de Estudios Andaluces lo inauguró el entonces presidente de la Junta Manuel Chaves el 14 de noviembre de 2001. La casa es gemela de una clínica dental. Tiene una sala Enrique Otte en recuerdo al investigador alemán, informante de Ramón Carande. El sociólogo Tristán Pertiñez relevó en la dirección a la periodista Mercedes de Pablos.

Pedro del Toro une Bailén con Gravina y da aire para salir a Marqués de Paradas. Allí estaba el legendario restaurante Casa Salva, ahora De Cuchareo 28, que regenta Anselmo Valdés. En la esquina con Bailén, una placa recuerda que en la casa número 39 vivió, pintó y murió el 5 de marzo de 1978 el artista Domingo Gimeno Fuster.

Hay historias familiares que resumen la historia de una calle y casi la de un país. Sebastián Chávez, catedrático de Genética, hijo de esta calle, es testigo de una de ellas. Su padre, Felipe Chávez, extremeño de Valverde de Llerena, llegó a Sevilla en 1929. Trabajó en Casa Pando, donde la calle se junta con San Pablo. Se enamoró de una sevillana de la calle Murillo, de ascendencia montañesa. Se casan y se van de alquiler al 35 de Bailén. Allí nacerán sus tres hijos: además de Sebastián, Carmen, pediatra, y María José, matemática. Con un socio compró la tienda y la convirtió en Fiambres San Pablo. Se compró un piso en los pares de Bailén. Nueve décadas después de su llegada a Sevilla, la familia sigue vinculada con la calle: Carmen Chávez vive ahora en el piso familiar y Alicia, esposa de Sebastián, trabaja en el Centro de Estudios Andaluces.

Una calle estrecha con un Museo imponente. La trasera del antiguo convento de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes, hace un chaflán que amplía el trazado de la calle. En la esquina con Miguel de Carvajal está la tienda de grabados y mapas antiguos del británico Lawrence Shand. Muy cerca estuvo el restaurante Maracaná que regentó Isidro, futbolista del Betis, Sabadell y Real Madrid, cuñado de Lola Flores. Además de la pensión Bailén y el hotel Colón, Apartamentos Turísticos Casa Gloria o el Hostel For You, formato Albergue.

El compendio hotelero más curioso se da en la calles San Pedro Mártir, nexo entre Gravina y Bailén, el tiempo entre batallas. En una esquina, el hotel Londres. Dentro de la calle, Le Petit Paris y el hotel Madrid. Lo más singular de San Pedro Mártir es el campo magnético que un espacio tan reducido tiene para amasar genios e ingenios. En esta calle nacieron por orden cronológico el pintor Gonzalo Bilbao (27 de mayo de 1860), el escritor bohemio Alejandro Sawa (15 de marzo de 1862), modelo del Max Estrella de Valle-Inclán, el poeta Manuel Machado (29 de agosto de 1874), o el autor de coplas Rafael de León (6 de febrero de 1908). ¿Quién da más? En la esquina machadiana del hijo de Demófilo está el taller de Antonio García, Goya al mejor vestuario.

Bailén se puede recorre a pie o también en el C5, parada frente al hotel Colón. Qué valiente. Una francesa en Bailén. Maeva Guerrero se baja de su motocicleta. Nació en París en 1990, habla un español muy correcto, “soy mitad francesa, mitad de Badajoz”, y abrió el establecimiento llamado Crepita. “Hago crêpes caseras”.

Igual que Bailén en tiempos se llamó en uno de sus tramos Dormitorio de San Pablo, la calle Gravina fue hasta mediados del siglo XIX Cantarranas. Es la calle de las pensiones por antonomasia. Une la Puerta Real con la de Triana, en la zona próxima a ésta hay dos hoteles, Reyes Católicos y Gravina. Está la trastienda de Radio Sevilla, una vermutería-abacería. Muy próximas las pensiones Gala y Gravina; a continuación, Pensión Giraldilla y Pensión Romero, ésta en obras. Hostal Puerta Real es una residencia universitaria. Pertenece a la cadena de la residencia Santa Ana que abrió en 1992 y dirige Ana Hidalgo Lagartos.

En Gravina está la consulta del oftalmólogo Jesús Montero Iruzubieta. Ya no llegan los trenes a Plaza de Armas, pero los viajeros siguen buscando alojamiento en una calle que sigue la línea de la antigua muralla. En el número 31 de la calle Gravina pasó buena parte de sus días y murió José Gestoso y Pérez, arqueólogo, “celoso defensor de las joyas artísticas de la ciudad”. Un amigo taxista llevó un día a esa casa a las hijas de este sabio local, que en su etapa de vicepresidente de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia evitó tropelías como el derribo de la muralla de la Macarena. “¡Tantas cosas hay que admirar en Sevilla!”. Es el primer verso del poema de Gertrudis Gómez de Avellaneda que se puede leer en el número 9 de Gravina, donde vivió esta escritora cubana, nombre señero del Romanticismo. Colocaron la placa en el bicentenario de su nacimiento, 23 de marzo de 1814, pocos años después de las batallas de Trafalgar y Bailén. Empate técnico entre una derrota y una victoria.

La calle Aguiar, sobremontada por un lateral hasta Marqués de Paradas, junto al Avenida Multicines de las películas en versión original, se llama ahora Jesús Vida, reconocimiento a un pediatra fallecido que era muy querido en todo este contorno. La calle Gravina empieza en la Casa de Aragón y termina en la calle Zaragoza. Nobleza baturra de este viaje a una época que narró Galdós en sus Episodios Nacionales.

Una de las historias más curiosas de esta calle se cuenta en una placa cuyas letras son casi ilegibles. Se refiere a las casas números 3 y 5. Tienen la misma construcción y la misma historia. La placa es del Ministerio de Trabajo y cuenta que fueron construidas de acuerdo con la Ley de Previsión contra el Paro de 25 de junio de 1935. Esa ley fue conocida como la Ley Salmón por el apellido de su promotor, Federico Salmón Amorín (1900-1936), que en su breve etapa de ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social de mayo a diciembre de 1935, Gobiernos de Lerroux y Chapaprieta, aprobó una ley para combatir el desempleo mediante la construcción de viviendas de alquiler para las clases medias. Abogado y periodista, dirigió La Verdad de Murcia, fue diputado de la CEDA y murió fusilado en Paracuellos del Jarama el 7 de noviembre de 1936. Cuando los españoles, en lugar de enfrentarnos a los ingleses o a los franceses, como hicimos en Trafalgar o en Bailén, nos dio por enfrentarnos a nosotros mismos.

Un programa perfecto: del museo (salvo lunes) a los dos multicines

Casi siamesas en Alfonso XII, Bailén y Gravina se separan hacia Canalejas y San Pablo. En la primera vivió Manuel Halcón, académico de la Lengua y primo del poeta y ganadero Fernando Villalón. Fueron calles-andenes de la estación Plaza de Armas. En Bailén desembocan Cepeda, Miguel de Carvajal, San Roque (con un restaurante marroquí), San Eloy y Murillo. Las dos calles antaño ferroviarias respiran por Pedro del Toro, salida al Avenida Multicines, y San Pedro Mártir. Referentes para un programa cultural perfecto: visita al Museo –menos los lunes– y película en el Avenida o el nuevo Plaza de Armas. A mediados del siglo XIX, siglo del ferrocarril, estas calles recibieron los nombres con los que las conocen todos los carteros.

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