Día Mundial del Sueño

Pantallas, exceso de luz y estrés, un cóctel que 'envenena' el sueño

La Unidad del Sueño en el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa / Juan Carlos Vázquez

El sueño tiene una función reparadora. Dormir menos de lo necesario o no tan profundo como se debe provoca somnolencia diurna, cansancio y una reducción del nivel de razonamiento o de la capacidad en la resolución de problemas y atención a los detalles. De ahí que haya unidades y consultas de sueño en los hospitales en las que neumólogos, neurofisiólogos, neurólogos, psiquiatras o psicólogos diagnostican y tratan estos casos.

Según los especialistas, la primera y mayoritaria causa de no dormir bien es la "mala higiene de sueño". Es decir, los malos hábitos, como no tener horarios estables para dormir, echarse siestas demasiado largas, consumir excitantes antes de acostarse, usar dispositivos con pantalla momentos antes de irse a la cama, el estrés o hacer deporte muy cerca de la hora de dormir, entre otros. Pero hay pacientes en los que la razón de las dificultades para un sueño de calidad es una patología.

En el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, las doctoras Gema Daza y Gema María Jiménez son "las guardianas del sueño". Forman la llamada Unidad del Sueño y trabajan para asegurar un buen descanso a los pacientes. Los conectan a una decena de cables para saber cuál es la causa de un problema que va en aumento y ante el que cada vez más personas demandan poner una solución y paliar síntomas. En una patología "muy variada", el insomnio, los trastornos respiratorios y el síndrome de piernas inquietas son las más prevalentes.

"No hay duda de que existe un aumento en la incidencia de las distintas patologías relacionadas con el sueño. Entre los signos y síntomas podemos englobar una somnolencia excesiva por la mañana, con lo que esto conlleva a la hora de poder realizar las actividades del día a día a las que estamos expuestos. Dificultad en la conciliación de sueño o mantenimiento del mismo durante un periodo de tiempo prolongado", explican las neurofisiólogas.

La doctora Gema Daza, coloca el casco previo a la realización de un polisomnograma en la habitación de la Unidad. La doctora Gema Daza, coloca el casco previo a la realización de un polisomnograma en la habitación de la Unidad.

La doctora Gema Daza, coloca el casco previo a la realización de un polisomnograma en la habitación de la Unidad. / Juan Carlos Vázquez

Para ello, el hospital cuenta con un área de consultas y una habitación del sueño. Allí, las facultativas estudian casos que llegan, bien derivados de otros especialistas, o bien por vía directa. Lo primero, cuentan las expertas, "es localizar el inicio del problema en su cronología". "Nos ayudamos de muchas escalas como la Escala Epworth para la somnolencia o la Escala Atenas para el insomnio. Pero en sí, nuestra prueba complementaria es el polisomnograma nocturno en el que registramos actividad cerebral que nos permite diferenciar las distintas fases de sueño, motricidad y función respiratoria", detallan. Consiste en colocar un casco en la cabeza conectado a unos electrodos que registra las ondas cerebrales, los niveles de oxígeno en la sangre y la frecuencia cardíaca y respiratoria durante el sueño.

Las facultativas explican que son muchos los factores que pueden llegar a repercutir negativamente en la calidad del sueño, que, básicamente, se pueden agrupar en "situación vital y estresores". Pero hay más. Según los expertos, nuestro organismo cuenta con un reloj biológico interno. Lleva el nombre de sistema circadiano y se encarga de marcar los ciclos del sueño. Actúa como vigía las 24 horas del día. Una especie de reloj interno que se encuentra influenciado, principalmente, por la luz y que es, además, el responsable de otros procesos como el estado de alerta o la somnolencia. "El aumento de las horas de luz, típico de la llegada de la primavera, es uno de los factores que influye en nuestras hormonas, fundamentalmente en dos, la serotonina y la melatonina, reseñando una disminución de esta ultima, lo cual genera una alteración en la regulación del ciclo vigilia sueño", explican. 

También el cambio horario tiene su impacto, el cual precisa de una readaptación de los ciclos de sueño-vigilia, que se prolonga durante varios días. "Todo cambio horario supone una alteración en nuestro ritmo circadiano que se puede traducir en una dificulta en la conciliación del sueño y causar despertar temprano por la mañana. Todo esto se ve así mismo modificado por la cantidad de luz que recibimos que ejerce un efecto sobre el estado de alerta y energía. En contraposición, cuando hacemos el cambio a horario de invierno, que podría hacernos pensar que ganamos una hora de sueño y que sería el adecuado, se traduciría en resumidas cuentas en una dificultad en conciliar el sueño de noche y del despertar en la mañana. Tengamos en cuenta, que el cambio de hora, no solo afecta al sueño con cambios ligeros, sino que nos cambia el estado de ánimo y los hábitos alimenticios entre otros", detallan la especialistas. 

Las responsables de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Gema Daza y Gema María Jiménez. Las responsables de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Gema Daza y Gema María Jiménez.

Las responsables de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Gema Daza y Gema María Jiménez. / Juan Carlos Vázquez

Pero si el déficit de sueño en adultos es algo que preocupa a los expertos, las alarmas se encienden del todo al hablar de niños y adolescentes. ¿El resultado? Problemas de aprendizaje, ya que durante el sueño se consolida la memoria y lo aprendido, a lo que sumar que la falta de descanso incrementa la dificultad para mantener la atención en clase, por ejemplo. Hay más, como problemas de conducta, pues los niños que duermen menos horas de las recomendadas presentan un peor control de sus impulsos. "El sueño es un mecanismo fundamental para un adecuado neurodesarrollo. Un déficit crónico se traduciría en una somnolencia posterior a déficit cognitivo y alteraciones psiquiátricas en adolescentes, hiperactividad, alteraciones del sistema inmune, endocrino", afirma la doctora Daza.

En el Día Mundial del Sueño, las especialistas apuntan que para dormir bien resulta clave que "la habitación esté bien acondicionada". Es decir, que haya una temperatura adecuada, ventilación o ausencia de luz. Es aconsejable "una buena higiene del sueño". Para ello resulta sumamente eficaz "establecer un horario regular de sueño de acostar se y levantarse", "evitar las siestas de más de 30 minutos" o "evitar comidas abundantes y cenar, al menos, dos horas antes de acostarse y reducir el consumo de alcohol y bebidas con cafeínas".

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