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Sevilla

El Patio de San Eloy celebra sus bodas de oro

Cayetano Martínez de Irujo, en el 50 aniversario del Patio de San Eloy.

Cayetano Martínez de Irujo, en el 50 aniversario del Patio de San Eloy. / juan carlos vázquez

Como Sevilla, ciudad llana donde las haya, no podía ir a la Montaña, la Montaña llegó a Sevilla. De la más bendita de sus invasiones, en plena guerra civil, en 1938, llegó desde el valle del Liébana Julián Gómez Pando, nacido en 1922. Este año habría sido su centenario, el mismo que Saramago. Si el escritor portugués escribió La caverna, este cántabro revolucionó la taberna. Nació en Soberao, pedanía de Potes. A cuatro kilómetros de allí, en Rábago, nació Carmen González Lamadrid, que pronto cumplirá 95 años y volverá a pasearse en coche de caballos por el real de la Feria.

Fueron los artífices de El Patio de San Eloy, que hoy ha celebrado por todo lo alto sus bodas de oro con Sevilla. La ciudad en la que fueron naciendo sus negocios y sus hijos. Siete hijos, a saber: Carmina, Pilar, Mercedes, Julián, Isabel, Ignacio, Ana. Los dos varones, Julián, de 1956, Ignacio, de 1963, son los que siguen al pie del cañón. Siete hijos y en unos días 14 negocios. Unos seis mil trabajadores han pasado por sus diferentes consulados del yantar y el beber con responsabilidad.

Todas las ciudades serían iguales si en sus centros históricos sólo existieran franquicias. Ésa es la riqueza de Sevilla, vino a decir Antonio Muñoz, alcalde de la ciudad. Los hermanos Julián e Ignacio Gómez Pando no estuvieron solos en esta conmemoración. La Sevilla diferente, la que atrae al turista, el mismo que viene buscando sus rincones, sus leyendas, sus poetas y sus pintores, estuvo presente en el acto: por La Raza, Pedro Sánchez Cuerda; por Robles, Pedro Robles, que además acudió en una fecha tan señalada como el aniversario de la muerte del patriarca. Un montañés de la Montaña del Sur, Villalba del Alcor.

San Eloy es el primer santo del calendario y el Patio de San Eloy, mucho antes que los holandeses de Flaherty en la calle Alemanes, fue el primero en servir cerveza negra. Le decían morena, cuenta Julián Gómez-Pando, porque mezclaban cerveza negra con rubia, ambas de la cervecera Skol, en Cádiz.La Campana, negocio de finales del XIX en el corazón de Sevilla, otro dique contra franquicias y másdelomismos, se sumó al homenaje. Ha cedido su fachada para que toda Sevilla vea el cartel de la efeméride. Con un diseño de Pablo álvarez, quiere representan la forma en la que Sevilla se identificó con El Patio de San Eloy, con esas gradas donde tantas parejas pelaron la pava, donde tantos opositores ultimaron exámenes, un graderío que el fundador se trajo de Alemania mucho antes de que cayera el muro de Berlín.

El primer negocio lo puso en marcha Julián Gómez Pando en 1972. Pronto abrirá el número 14

Lo más alemán del Patio de San Eloy es que nace el mismo año de los Juegos Olímpicos de Munich. Howard Jackson, nacido el Liberia en 1977, nacionalizado español, que vendía pañuelos con arte en Plaza de Armas, acudió a la celebración. Es el único vivo del cuarteto de personajes que ilustran estas bodas de oro: la duquesa de Alba, El Pali y el rockero Silvio. Un triángulo absolutamente transversal y revolucionario. La aristocracia, las sevillanas y el rock del Cachorro. Junto a ellos, en el cartel, Rita Hayworth con guantes de Gilda, de Castilleja de la Cuesta por parte de padre; y guiños a Velázquez, a Gustavo Adolfo Bécquer, a Curro, la mascota de la Expo, y un lance balompédico en el que participan Antonio Puerta y Miki Roké, sevillista y bético fulminados por la muerte en pleno esplendor de sus carreras.

La sombra de El Pali es tan alargada que además de su sobrino-nieto estaba el cónsul de Japón en Sevilla, el ex árbitro de fútbol José Japón Sevilla. A la duquesa de Alba la representó su hijo Cayetano, que superó los estragos de un atasco y agradeció el detalle con su madre, una persona que es “historia de España y de Sevilla”. A Silvio lo representamos todos los que conservamos su legado o, como en el caso de Julio Muñoz Gijón, le pusieron el nombre del cantante a uno de sus hijos.

Los camareros funcionaron como una orquesta. Los violines se convirtieron en jamones. Las bodas de oro sonaban a orfebrería de Marmolejo con el aldabón de la puerta del Perdón que les entregó Antonio Luque, de la asociación de hosteleros. De Julián y Carmen vinieron 24 nietos. Una legión de sobrinos que pasaron por el local. Uno de ellos, César Arenas, hijo de Pilar, nacido el constitucional año de 1978, es la tercera generación del negocio. En el corazón de Sevilla. Entre el hotel Colón y la Campana.

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