José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, confesó ayer a este periódico que sus oradores preferidos eran Carlos Solchaga y Rodrigo Rato. A estos dos ex ministros de su generación tendrá que añadir el nombre de Ainara Rodríguez Tortosa, 17 años, alumna del instituto SEK (San Estanislao de Kostka) Alborán de El Ejido, que ayer fue proclamada mejor oradora de la tercera edición del torneo de debates Con Acento. Se celebró en la Universidad Pablo de Olavide con la participación de casi un centenar de alumnos de 24 centros.

El triunfo colectivo fue para el instituto de Ainara, que pidió un momento de silencio en recuerdo de Whitney Houston. Este centro de El Ejido coge el testigo de los colegios San Juan de la Cruz, de Úbeda, y Buen Pastor, de Sevilla, que ganaron las dos primeras ediciones. Están a punto de alcanzar la mayoría de edad que les permitirá votar, pero podían ganarse la vida en cualquier hemiciclo.

El SEK Alborán derrotó en la final al instituto La Salle de Córdoba, al que le tocó bailar con la más fea de abundar en los efectos negativos de las redes sociales. No ganaron, pero algunas de las afirmaciones de estos estudiantes fueron las más aplaudidas: "No deben olvidar que las redes sociales nos hacen andar descalzos sobre un colchón de clavos", decía una alumna que se paseaba descalza sobre el escenario. "La mentira da la vuelta al mundo antes de que la verdad eche a andar".

La iniciativa Con Acento la pusieron en marcha un grupo de alumnos de la Olavide. Antonio Martín es sobrino del letrista de Carnaval gaditano del mismo nombre. Lleva la voz cantante. A sus 26 años, se considera un "refutador a la vieja usanza". A él le va más la oratoria de Felipe que la de Rato o Solchaga. "Soy de la controvertida escuela de lo obvio", dice quien ganó el premio al mejor orador en el torneo del cincuentenario de la Universidad de Comillas o en el de simulación del Parlamento de Andalucía.

Einstein fue el más citado, seguido de Paulho Coelho y Pericles, que venció a Demóstenes. Hablar no es tan fácil. Juan Jiménez, rector de la Olavide, viene del mundo de la Biología y contó que para que el hombre pudiera llegar a esa sutileza del lenguaje -tan devaluada por otra parte- fue preciso que en la faringe se fundieran los tubos de la respiración y de la comida. De ahí tal vez eso de que comiendo no se habla.

Alumnos de la Olavide llevaron el peso de la ceremonia: Antonio Vargas, Alberto Arteaga o el pontevedrés Pablo del Río. Iban a hacerse la foto con Griñán en el patio. "Hace mucho frío fuera", dijo no sin astucia una asesora al ver a un grupo de estudiantes pertrechados con pancartas y megáfonos. Pero esa oratoria no tocaba.