Pinto y Pastora vuelven a Calatrava
LA periodista Josefina Carabias está entrevistando a Pastora Pavón, la Niña de los Peines, en el camerino del Teatro Circo Price de Madrid. Es un día de julio de 1935. Lleva dos años y medio casada con José Torres Garzón, Pepe Pinto, al que se unió en una ceremonia civil rematada ante la Esperanza Macarena en San Gil y con una fiesta nocturna. "La calle Barquillo es un río humano", escribe Josefina Carabias en la entrevista. El camerino se va llenando de flamencos: Guerrita, el Americano, el Canalejas, la Niña de Marchena. Pepe Pinto está preocupado por la ronquera de Pastora. El Niño Ricardo, que la acompañará a la guitarra, corta la conversación. La Niña de los Peines se arranca por soleares.
La entrevista aparece reproducida en un pliego cultural que ayer repartieron los miembros de la asociación Nueva Alameda en el cuadragésimo aniversario de la muerte de la cantaora. Un mes y veinte días antes, el 6 de octubre de 1969, moría Pepe Pinto. Sus últimos años transcurrieron en el primer piso del número 20 de la calle Calatrava donde ayer se descubrió una placa de recuerdo y homenaje. Un sombrero y una peineta, elementos simbólicos elegidos por la ceramista Maribel Portillo, autora también del que se colocó en la calle Lumbreras, en el antiguo corral de los Chícharos, en el centenario del nacimiento de Manolo Caracol.
Joaquín Bautista, vecino de la Alameda, recuerda muy bien a los inquilinos de Calatrava, 20. "Teníamos las sillas de Semana Santa en la Campana, junto al Bar Pinto, que tenía un sótano donde un Miércoles Santo anunciaron que iba a cantar Pastora". El bar Pinto estaba junto a la pescadería La Coruñesa. Actualmente es una administración de lotería presidida por una foto de la Niña de los Peines. La regenta su nieto, José Carrasco Escacena, hijo de la única hija de la cantaora, Pastora Escacena Pavón.
Su apodo artístico procedía de un tango que puso de moda, "peínate tú con mis peines, / mis peines son de canela". Dicen los flamencólogos que fue la primera mujer en el género que tuvo una dimensión universal. "Hoy día, a través de la tele, conocemos a cualquier personaje de Oklahoma, con todos los respetos para Oklahoma, y no conocemos a la gente de nuestro barrio", dijo en la ceremonia José Manuel García, delegado del distrito. Sus primeras nociones de flamenco le llegaron de niño al concejal por un carpintero que lo aleccionaba en casa de sus padres, formación completada con un recital de José Menese cuando el edil estudiaba Económicas en Málaga y su devoción particular por Enrique Morente.
Un policía municipal cortó el tráfico en Calatrava, junto al teatro Alameda, para que los presentes oyeran la intervención de José Manuel Gómez y Méndez, coordinador del pliego cultural. Sabina barría el portal del inmueble, una entrada con arabescos y dos columnas a cada lado que le daban un aspecto de escenario de variedades. José María Santaella vive en el ático de la casa, en los antiguos lavaderos. Nacido en Coria, regresó a Sevilla después de seis años en Barcelona y Berlín. "Yo creo que están por aquí todavía. La casa tiene algo espiritual. Un sitio muy bohemio", dice este pintor de 29 años que prepara un trabajo con elementos de arquitectura y energía eólica para la próxima edición de Arco. Cuando se instaló en el piso no conocía la historia de sus antiguos moradores. "Un día un antiguo vecino tocó el portero, me pidió entrar y me contó la historia".
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