Rimas y leyendas de una monja

Calle Rioja

El edificio de la calle Claudio Coello 25 donde nació Madre María de la Purísima.
El edificio de la calle Claudio Coello 25 donde nació Madre María de la Purísima.

17 de septiembre 2010 - 05:03

SE fue tan joven que pocos la recuerdan. La que se convertiría en Madre María de la Purísima nació en el actual número 25 de la calle Claudio Coello de Madrid. El corazón del Madrid de los Austrias. A dos pasos del Retiro, de la puerta de Alcalá. Claudio Coello es una calle paralela a Serrano. La calle, señorial como pocas, se abre en la esquina con Alcalá con una placa que recuerda que en ese lugar se alzó desde 1749 hasta 1874 la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, lugar de inspiración para Francisco de Goya.

Este cronista de Diario de Sevilla encontró ayer insólitos paralelismos, resonancias curiosas en el lugar donde se inicia la apasionante vida de una monja que por cuna se podría convertir en epicentro de una nueva movida madrileña que la lleva a su proceso de beatificación a un estadio, el de la Cartuja, que antes recibió a los australianos de AC&DC y el próximo 30 de septiembre, un día después de la huelga, a los irlandeses de U2. En el mismo número 25 de la calle Claudio Coello se lee una placa que es un insólito guiño de intercambio geográfico. En la misma casa madrileña en la que nació la monja que murió en Sevilla, murió el poeta de cuna sevillana Gustavo Adolfo Bécquer. "El poeta del amor y del dolor", dice la leyenda dedicada al autor de las Rimas y Leyendas, muerto en plena juventud creativa el 22 de diciembre de 1870. Esta calle comparte esos honores con las sevillanas Potro y Conde de Barajas, con la venta de los Gatos y el convento de Santa Inés.

A uno y otro lado de la casa donde nació la inminente beata hay una tienda de ropa de niños, El Parque, y una galería de arte, Sokoa. En ese tramo de la calle abundan las galerías de arte, lo que indica la clase social que vive en el barrio del que salió esta mujer para entregarse en cuerpo y alma a los pobres. Junto a las galerías de arte, el otro referente de la calle son las embajadas. En la esquina con Alcalá, a dos pasos de la Consejería de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, está la Agregaduría de Comercio y Turismo de la Embajada del Principado de Andorra. Sendas placas de tráfico recuerdan en los pares y en los impares, a la altura de la casa de la monja, que esas plazas de aparcamiento están reservadas para las Embajadas de Dinamarca y Gambia. Parece una cabriola de Biri Biri, futbolista gambiano que llegó al Sevilla procedente del fútbol danés para convertirse en un icono del sevillismo.

Un escalofrío recorre la atención del cronista. Frente por frente a la casa donde la Madre fue hija, el rótulo de un restaurante: Giralda IV. Un campo magnético. Puro espejismo. Carmelo Espinosa es un almeriense que abrió en Madrid cinco restaurantes con el nombre de Giralda. El de Claudio Coello fue el cuarto en inaugurarse. El maître no ha oído hablar en su vida de María de la Purísima. Jugó el Madrid la víspera y monopolizaba todos los comentarios. Un betunero lustraba los zapatos de un cliente. En el mostrador, un Giraldillo, una pañoleta de la Feria de Abril. El interior, una caseta de Feria de cartón piedra.

La línea 46 cubre la línea Sevilla-Moncloa. Parece el viaje equinoccial que hizo Felipe González en 1982. La Gran Vía apura su centenario. Ya existía el Metro de Madrid cuando nació la monja. El nombre de la estación, Retiro, es premonitorio. Las grandes carteleras de los cines y teatros. Ocho porteros automáticos en el número 25 de Claudio Coello. Los bajos, para las firmas Taroni y Cordón. En la esquina con Alcalá, menú del día el restaurante Hernani, fundado en 1922. Coetáneo de la Madre María de la Purísima, madrileña de Sevilla, sevillana de Madrid, hermana de la cruz del mundo. Que será beatificada en el estadio que diseñaron Cruz y Ortiz.

El año 1944 que ingresó en las hermanas de la Cruz, Dámaso Alonso publicó Hijos de la ira. Cuando Madrid era una ciudad de un millón de muertos y el poeta le escribe el epitafio a un moscardón azul. Uno de los poetas de la foto del 27. Buen amigo de los que se fueron, aunque él se quedó y llegó a ser director de la Real Academia de la Lengua. Jorge Morillo, el animador del Vacie y de los niños de las Tres Mil, participa en un Foro sobre Deporte y Sociedad en el INEF, en la Ciudad Universitaria. Intervine como ponente, y a mi particular powerpoint: una portada del periódico, una foto de Atín Aya y una carta de Miguel Delibes, añadió una foto de la Madre María de la Purísima.

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