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A pie desde Santa Justa: Mil doscientos pasos

  • Novedad editorial. Juan Cruz presentó esta semana en la Biblioteca Infanta Elena su último libro, con la periodista y escritora Eva Díaz Pérez como mantenedora

Juan Cruz y Eva Díaz Pérez durante la presentación del libro en la biblioteca pública Infanta Elena.

Juan Cruz y Eva Díaz Pérez durante la presentación del libro en la biblioteca pública Infanta Elena. / D. s.

Sus amigos y lectores le esperaban en una de las salas de la Biblioteca Publica Infanta Elena, la que da a un patio con un busto de Rafael Alberti donado por el Consulado de Irlanda en Sevilla. Este martes 7 de junio ocurrían dos cosas: se cumplían 75 años de la llegada a España de Evita Perón y cientos de personas se dirigían al campo del Betis para asistir al concierto de Guns N' Roses pospuesto dos años por la pandemia.

Cuando Juan Cruz Ruiz (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) llegó a la estación de Santa Justa, no había un solo taxi. Todos estaban haciendo servicios relacionados con el concierto. Tuvo que echar a andar. El marcador lo llevaba puesto, porque el libro que venía a presentar se titula Mil doscientos pasos (Alfaguara). El mismo día que en Barcelona su hija Eva Cruz, su Evita particular, presentaba su primera novela, Veinte años de sol. A esta familia le gusta contarlo todo: los pasos, los años de sol. Eva Cruz es la madre de Oliver, el nieto madridista de este Juan Cruz socráticamente azulgrana.

Valió la pena esperar. El bautismo literario correspondía a Eva Díaz Pérez, que el martes pronunciará una conferencia en la Academia de Buenas Letras sobre su odisea de novelar la vida del gramático Nebrija. Dice Juan Cruz que en pocos lugares ha sido tan feliz como en Sevilla. Quizá la única excepción sea una playa de Fuerteventura, destino del destierro de Unamuno, donde cuando entras en sus aguas "te quitas cinco años".

En primera fila, algunos de sus amigos: José Antonio Griñán, que cumplía años (nació un año antes de la llegada de Evita y Juan Cruz un año después), Amparo Rubiales, a la que el escritor entrevistó en Lanzarote cuando fue nombrada delegada del Gobierno en Andalucía en el Ejecutivo de Felipe González; Mercedes de Pablos. Cuatro padrinos de excepción avalan su nuevo libro: Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Julio Llamazares y Manuel Rivas.

Entre el público, una lectora de Ojalá Octubre. Juan Cruz le dice que esa obra eran recuerdos, mientras que Mil doscientos pasos "es memoria". Participó en la fundación del diario El País, 4 de mayo de 1976, el mismo día que nace Iván de la Peña, que ahora es el representante de la última joya del Barcelona, Gavi, sevillano de Los Palacios, el municipio que apagó las noventa velas de Caballero Bonald. Ahora es adjunto a la presidencia en el grupo Prensa Ibérica.

Cazador cazado. Ha editado a muchos y ahora es autor de un libro con niños lectores en la portada. Recuerda los primeros libros, arqueología de piedra de sílex: Oliver Twist, de Dickens, Pequeñeces del padre Coloma y una novela de Julio Verne cuyo título se perdió en la bruma de la memoria. No sabe si viajó en globo, en submarino o a lomos de un elefante. El descubrimiento de Cabrera Infante (uno de los protagonistas de su biblioteca andante Primeras personas), el mundo que le abrió Las inquietudes de Santi Andía, de Pío Baroja, de la misma generación de Unamuno (Juan Cruz ha ganado el premio Azorín de novela), aquel hombre que volvió de Venezuela, la octava isla canaria, y siempre estaba con un libro de María Zambrano. Y, por supuesto, los números de El Capitán Trueno (haz que gane el bueno, como cantaba Asfalto), que le traía su hermano mayor cuando volvía de su trabajo en La Orotava.

De su infancia en las islas tiene una teoría que recuerda al "que inventen ellos". La insularidad eran los otros. Con el tiempo descubrió que la Geografía es una rama de las Humanidades, "todo hombre es una isla". Con su conocimiento de causa, lamenta que en el periodismo las opiniones han echado de la pista de baile a las informaciones. Como si los ensayos se adueñaran del territorio de las novelas y los documentales del de las películas. A ser posible, con las preferencias de Griñán, que sean de William Wyler o de Douglas Sirk. O Calle Mayor de Bardem, emparentada con lo mejor del neorrealismo italiano. La víspera hubo debate electoral. La única estrella que nació esa noche fue Judy Garland.

En los alrededores de esta Sevilla del 29, entre los pabellones de Perú y Estados Unidos, y el Costurero de la Reina, junto a esta biblioteca diseñada por Cruz y Ortiz, arquitectos de la Sevilla del 92, seguían pasando incondicionales de Guns N' Roses. Habían venido de los cuatro puntos cardinales. "Estamos junto a la Torre del Oro ésa, muy cerca del hotelico", dice uno. Una gallega de Orense, muy cerca de Carballino, se apostaba en la reja del hotel Alfonso XIII por si veía a sus ídolos salir rumbo al Benito Villamarín, el gallego que presidió el Betis. Uno contaba que llevaba hora y media dando vueltas para encontrar una camiseta del grupo californiano. Entre todos, dejaron sin taxis la estación de Santa Justa y a Juan Cruz Ruiz convertido en costalero de su propio libro, Mil doscientos pasos. En su particular paraíso terrenal: su hija Eva presentando la novela en Barcelona; su amiga Eva presentando su libro en Sevilla; en los 75 años de la llegada a España de Eva Duarte de Perón, la Evita del musical, de la biografía novelada de Abel Posse o la historia de espionaje de María Dueñas.

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