calle rioja

Sevilla y Lepe comparten playa

  • Oficio. El alcalde, Juan Espadas, y Alfredo Menéndez, de 'Las Mañanas' de Radio Nacional, acompañan a la viuda de Santiago Talaya en la presentación de su legado radiofónico

Victoria Gómez, viuda de Santiago Talaya, ayer entre Juan Espadas y Alfredo Menéndez.

Victoria Gómez, viuda de Santiago Talaya, ayer entre Juan Espadas y Alfredo Menéndez. / belén vargas

En el prólogo del libro, la ya ex ministra de Trabajo y Seguridad Social, Fátima Báñez, tiene un primer recuerdo radiofónico de Santiago Talaya (Lepe, 1973-2016): con quince años, un amigo de su padre, Paco Silveira, le pasó el micrófono para que narrase un San Roque de Lepe-Écija Balompié. En presencia de los alcaldes de Sevilla, Juan Espadas, y de Lepe, Juan Manuel González, ayer se presentó en el Salón Colón del Ayuntamiento el libro Los ecos del boom de la radio. A 25 años de la noche de los Transistores (Los Papeles del Sitio).

Más que una presentación, parecía un programa de radio. Un homenaje coral conducido desde la emoción por Victoria Gómez Martín, su viuda, auxiliada en las bandas del afecto por el alcalde y por Alfredo Menéndez, director de Las Mañanas de Radio Nacional de España. "Estar aquí para los periodistas puntúa doble", dijo el segundo. "Santi estaría pendiente de los nuevos ministros".

Emotivos testimonios de familiares y compañeros de oficio en el Salón Colón

En el libro aparece muy pequeño delante de un micrófono Victorio Talaya Gómez, el hijo del periodista, que ayer pudo presumir de padre con todas las cosas que se dijeron. Antonio Sanz salió de una de las fotos del álbum gráfico del libro para decir que "muchos periodistas juegan a ser políticos y muchos políticos juegan a ser periodistas. Santi era un periodista que sabía mucho de política; no jugaba, sabía".

Los testimonios iban saliendo en el Salón Colón. "A las seis de la mañana ya estaba gastando bromas", recordaba Antonio Rial, que lo relevó en las desconexiones de Radio Nacional. "No hay un solo día que no se le nombre en los estudios de Onda Cero", comentaba una compañera de la emisora por la que pasó antes de llegar a Radio Nacional, donde todos los días lo recuerda cada vez que pasa junto a su mesa su compañero Enrique Olivares.

La voz es la música de la persona. La metáfora de Juan Espadas era una forma de reconocer la superioridad inalámbrica de la radio sobre otros medios de comunicación. La voz a Talaya debida, parafraseando el libro de Pedro Salinas. Una voz tan personal que casi se veía al escucharla. Quizás, como él cuenta en el libro, porque sus primeras vivencias radiofónicas las asociaba con escuchar Tablero Deportivo, el clásico de Radio Nacional "mientras mi padre mezclaba los óleos en su paleta de pintor amateur".

Al Salón Colón acudieron nombres de la radio del Sur: Susana Valdés, Carlos María Ruiz, Cristóbal Cervantes, que citó a Kapucinski -"no se puede ser un buen periodista si no se es una buena persona"-, Juan Carlos Blanco, portavoz del Gobierno Andaluz con muchos madrugones radiofónicos en su currículum, o Pepe Fernández, que al conocer la muerte de su amigo le dijo: "Descansa en paz, querido Santiago, en ese lugar del cielo que seguramente se parecerá a tu querida La Antilla". A su Lepe natal donde, como recordó el alcalde lepero, Talaya fue embajador turístico, pregonero de la Virgen de la Bella e hijo predilecto. Julio Cuesta, hijo predilecto de Sevilla, agradeció a los familiares de Talaya que los beneficios del libro sean para la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer. Desde el Parlamento andaluz se incorporó Juan Marín, de Ciudadanos, personaje del libro.

Juan Espadas recuerda la última entrevista que le hizo Talaya. Compartían un pasado salesiano, evocado por sus compañeros en el colegio mayor San Juan Bosco, donde el entonces estudiante presentaría a conferenciantes como Javier Arenas o Gregorio Peces-Barba. Alfredo Menéndez, que ayer cumplía años, dijo que compartían una doble pasión: la radio pública y el periodismo local. Y la admiración hacia Carlos Herrera. En la bibliografía del libro, que Espadas recomienda a los alumnos de Periodismo, aparecen dos iconos de la radio: Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo. El libro es radio viva. Ni epitafio ni testamento. El mensaje de quien, en palabras de su mujer, sabía que "la independencia nada tiene que ver con la indiferencia".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios