TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Daniel Guerra Sesma. Politólogo y profesor de la Facultad de Derecho de la Hispalense

"Sólo Etiopía y Liechtenstein recogen en sus constituciones la secesión "

  • Este barcelonés especializado en pensamiento territorial y procesos de autodeterminación enseña actualmente en Sevilla, "la ciudad más diferente de todas en las que he vivido"

Cuando Daniel Guerra Sesma (Barcelona, 1967) termina de explicar su plural origen geográfico concluye: "El Estado federal soy yo". Este charnego sin complejos -pero sin aspavientos- actualmente enseña Derecho Internacional Público en la Universidad de Sevilla, ciudad a la que no duda en calificar como "la más diferente entre las que he vivido en España", incluida la capital catalana. Politólogo de formación, ha centrado sus estudios en cuestiones centrales en la actualidad: el federalismo y los procesos de autodeterminación y secesión. Es autor de los libros Socialismo y cuestión nacional en España, 1873-1939 (Editorial Académica Española), Socialismo español y federalismo, 1873-1976 (KRK ediciones y Fundación José Barreiro) y su recién alumbrado El pensamiento territorial en la Segunda República española. Estudio y antología de textos (Athenaica) una obra que cuenta con el prólogo del ex ministro socialista Francisco Caamaño y cuya lectura es más que provechosa en unos tiempos en los que el chaparrón territorial vuelve a encharcar el patio hispano. "Ahora, los responsables de la editorial Athenaica quieren que haga otro estudio similar sobre la I República", asegura Daniel Guerra con la voz seria y profunda que le caracteriza. Quedamos a la espera.

-Usted es catalán, nacido en Barcelona.

-Soy charnego, hijo de padre asturiano y madre aragonesa.

-¿Y la vida del charnego es, como la pintan algunos, la de un ciudadano de segunda?

-Es muy complicado generalizar sobre ese tema. Cada uno tiene su historia. Sí recuerdo que, para algunos sectores, el término charnego era una ofensa. Ahí está la literatura de Marsé. En mi caso no es ningún insulto; es mi condición.

-Acaba de salir su nuevo libro, El pensamiento territorial de la Segunda República española. Estudio y antología de textos (editorial Athenaica). De los múltiples personajes estudiados, desde Azaña hasta José Antonio Primo de Rivera, ¿cuál es a su entender el que todavía puede tener alguna vigencia por sus reflexiones sobre el problema territorial?

-Son muy interesantes los argumentos que da Luis Jiménez de Asúa, representante del PSOE, para rechazar el federalismo en el proceso constituyente de 1931, que básicamente vienen a decir que, en España, no se puede ensayar el federalismo porque éste sólo se podía aplicar para unir territorios que estaban previamente separados. Junto a los socialistas, buena parte de la izquierda sólo entendía la federación de territorios, no la federalización de un territorio. El PSOE de entonces estaba convencido de que el federalismo sólo se podía aplicar en un Estado donde hubiese igualdad económica y social entre los territorios, algo que, evidentemente, no cumplía la España de la época. Esto ha cambiado y hay mayor igualdad entre los territorios. Ahora sí podríamos hablar de una España federal.

-¿Y algún discurso más?

-El de Ortega en su controversia con Azaña cuando se discutía el Estatuto de Cataluña, en mayo de 1932. Los dos discursos son fundamentales para comprender la cuestión catalana y hoy siguen vigentes. Básicamente, Azaña creía que los catalanes querían vivir en la república "a su manera", por lo que estábamos ante un problema político que se podía solucionar mediante un estatuto que reconociese su singularidad. Ortega, por su parte, señalaba que el nacionalismo catalán no era sólo una ideología, sino también un sentimiento colectivo, por lo que no estábamos ante un problema político, sino también antropológico, por lo que la cuestión catalana era muy difícil de solucionar con una simple ley.

-Eso nos lleva a un pesimismo sobre la cuestión. Los sentimientos...

-Políticamente son muy complicados de gestionar. El sentimiento nacional español, que identifica el Estado con la nación española, es muy difícil de conciliar con los otros sentimientos colectivos, como son el nacionalismo vasco y catalán.

-De alguna manera, esto es lo que intentó salvar el actual estado de las autonomías, sin demasiado éxito, según lo visto.

-El problema fue cuando se extendió el hecho autonómico, porque esos otros sentimientos colectivos quedaron difuminados en un estado que generalizó el autogobierno. Fue cuando los nacionalismos subestatales empezaron a pedir otro tipo de reconocimiento. Como decía Ortega, la continua reividicación catalana, al final, sólo genera frustración para los nacionalistas y fatiga para los demás.

-El PSOE propone ir hacia un Estado federal para solucionar esta cuestión.

-Si planteamos un Estado federal como el que ha puesto sobre la mesa el PSOE en su Propuesta de Granada, que es de tipo orgánico y cooperativo y en el que las singularidades se reconocen de una forma retórica e indefinida, los nacionalismos catalán y vasco volverán a pedir de nuevo otro reconocimiento propio. El problema que planteaba Ortega es ¿cómo la parte puede encajar en el todo "a su manera" cuando el todo no acepta su singularidad?

-Pero no todo el mundo en Cataluña y el País Vasco es nacionalista.

-No, casi la mitad de las dos poblaciones no es nacionalista y esto debe ser reconocido. Los nacionalistas deben de contar no sólo con la pluralidad de España, sino con la pluralidad de sus propias poblaciones. Las autonómicas catalanas del 27 de septiembre dejaron claro que hay un 52% en contra de la independencia. Encajar todo esto es muy complicado.

-Está muy de moda hablar de la realidad plurinacional de España, y a algunos políticos se les llena la boca con el término. Pero no hay coraje para decir cuáles son esas naciones.

-Efectivamente, ¿dónde ponemos las fronteras? No hay ningún tratadista ni texto jurídico que lo haya dicho. En el artículo 2 de la Constitución se habla de regiones y nacionalidades, pero no se especifica cuáles son las unas y las otras. Ahora, con las reformas de los estatutos de autonomía resulta que todas, menos dos o tres, son nacionalidades... Sobre este tema hay que ponerse de acuerdo.

-¿Y Andalucía, sería una nación?

-Hay muchas definiciones de nación, pero según los criterios objetivos más aceptados (una lengua propia, una literatura, una historia, una cultura...) en España podrían cumplir los requisitos Cataluña, País Vasco e incluso Galicia... Pero, según ya apuntó Ernest Renan en el siglo XIX, también hay que tener en cuenta los elementos subjetivos, la voluntad de ser nación. Podemos discutir si Andalucía tiene elementos objetivos o no para ser una nación, pero está claro que, durante la Transición, sí que demostró tener una voluntad clara de ser autonomía por el artículo 151.

-El PSOE no termina de explicar qué quiere decir cuando pronuncia la palabra federalismo.

-El federalismo nunca ha sido una corriente ideológica mayoritaria, ni siquiera entre la izquierda. De hecho, el PSOE no fue en el pasado federalista: nació jacobino, se fue haciendo moderadamente autonomista durante la Restauración y acentuó esta tendencia en la II República. Como decíamos antes, en 1931, Jiménez de Asúa y Fernando de los Ríos rechazaron explícitamente en las Cortes que España fuese una república federal. Sólo a partir del 1976 se empieza a aceptar algo este modelo, pero en los debates constituyentes de 1978 volvió al autonomismo. El federalismo no es una tradición histórica del PSOE. Tampoco lo es de España. Antes de aplicar el federalismo hay que explicarlo. En primer lugar hay que tener en cuenta que hay dos propuestas federales para España. Primero está la de Podemos: un federalismo plurinacional, un pacto entre naciones diferentes que supondría una quiebra de la soberanía nacional del pueblo español recogida en el artículo 1.2 de la Constitución. En segundo lugar, la que propone el PSOE y, a su manera, Ciudadanos: un federalismo orgánico que vendría a ser una corrección del Estado de las autonomías. Es decir, mejorar el marco competencial, la financiación, etcétera, pero manteniendo la soberanía nacional.

-¿Es posible la propuesta de Podemos?

-Creo que no, porque no responde a lo que quieren tres de los principales partidos y la mayoría de los ciudadanos. Estamos en condiciones, eso sí, de iniciar una reflexión seria sobre el asunto que nos lleve a una reforma constitucional para la creación de un estado federal orgánico, siempre respentando la soberanía nacional española. Aún así, esto costará, porque no hay cultura federal en España y el PP, hoy por hoy, no está por la labor.

-¿Y qué habría que cambiar de la Constitución para lograr el Estado federal?

-Además de algunos artículos, sobre todo se debe plasmar la idea de que los territorios tienen que participar en la vida nacional, de que deben ser parte activa de las políticas nacionales, no sólo limitarse a su autogobierno.

-¿Y la asimetría es posible?

-Si entendemos asimetría por competencias distintas, eso ya lo tenemos. Pero si de lo que hablamos es de niveles distintos de autogobierno, esta cuestión sería muy combatida por el sentimiento nacional español mayoritario. La idea genera, incluso, divisiones dentro del PSOE.

-Quizás uno de los problemas es que el PSOE no se aclara con este asunto.

-Sí, porque el Partido Socialista es el arco de bóveda de toda esta cuestión. En sus filas hay actualmente un debate interno sobre si es posible un reconocimiento singular para Cataluña, discusión en la que tiene mucho peso el PSOE de Andalucía, que es el que está marcando el discurso de todo el partido a nivel estatal y el de otras comunidades autónomas, incluso algunas gobernadas por el PP. Al fin y al cabo, Andalucía fue la que por voluntad propia se metió en el club del 151 siendo históricamente una comunidad pobre y marginada por el régimen franquista; es decir, que comparte una estructura social y económica como la de Castilla o Extremadura y no es un territorio industrial y rico como Cataluña y el País Vasco.

-¿Y el PP?

-Tanto el PSOE como Ciudadanos deberían hacer una labor de pedagogía para convencerlo de la necesidad de un federealismo orgánico. Creo que es una reforma conveniente y necesaria. Vamos a ver si el PP inicia un periodo de reflexión interna propiciada por los resultados electorales y la corrupción y surgen voces en este sentido. La única reforma constitucional viable es la pactada entre PP, PSOE y Ciudadanos.

-Los nacionalistas catalanes han convertido en un artículo de fe su derecho a la autodeterminación.

-El derecho internacional no contempla la autodeterminación para Cataluña, el cual se reserva para casos coloniales o situaciones de opresión por parte de un estado totalitario. Tampoco el derecho constitucional comparado. Sólo hay dos constituciones en el mundo que aceptan el derecho de separación, las de Etiopía y Liechtenstein.

-En toda esta cuestión no hay que olvidar que somos socios de la UE.

-Por supuesto, todo esto se está produciendo en un contexto de federalización de la Unión Europea. La cuestión económica cada vez está más centralizada en Bruselas y cada vez se deciden más cosas entre todos los estados, lo que no deja de ser una federalización.

-Durante una época se habló bastante de un cierto regreso a la Edad Media, del final de los estados nación en favor de macroestructuras políticas (como la UE) y de la atomización de estos países en territorios más pequeños. De alguna manera es el sueño de los nacionalistas.

-Eso se decía mucho en Cataluña cuando se tramitaba el Estatut. Se creía que ya no haría falta pasar por Madrid, sino que las cuestiones se tratarían directamente con Bruselas. Sin embargo, el tiempo está demostrando lo contrario. Hay una teoría de una constitucionalista, Paloma Biglino, que asegura que el proceso de federalización europea consolida a los estados miembros. Es decir, que las decisiones van a ser compartidas entre Bruselas y los estados, en detrimento de las administraciones inferiores, como las regiones. Sobre todo en lo económico. Ya vemos cómo el Gobierno controla a las comunidades a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), pero al mismo tiempo Madrid es controlada por la Comisión Europea. Cada vez más se potenciarán dos niveles de decisión: Bruselas y los estados miembros.

-A la vista está que Europa le teme a los nacionalismos.

-Uno de los problemas que va a tener el soberanismo catalán en su desafío unilateral frente a España es que los nacionalismos están muy mal vistos en Europa. El nacionalismo en Europa es Le Pen y la Liga Norte... Europa ha tenido una mala experiencia con los nacionalismos: en Alemania, en el Este, en Yugoslavia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios