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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

metrópolis | Ciudad Jardín

Sueños de Wimbledon junto al Tamarguillo

  • Trasiego. Mudanzas de tiempo y espacio en un barrio concebido para alojar a los visitantes de la Exposición del 29 y respondió a las acuciantes necesidades de vivienda. El diseño fue del arquitecto Aníbal González y sobresalen las colectivas

Guillermo Gutiérrez es William porque vive en una casa uve doble. Una de las cuatro tipologías de viviendas que se hicieron en Ciudad Jardín de la Esperanza, nombre originario de este barrio que se hizo con la recalificación de los terrenos de los Marqueses de Nervión después de que éstos le regalaran al Ayuntamiento los solares para construir el Matadero y la prisión de Ranilla. Las otras tres eran las viviendas zetas, las casitas bajas y las colectivas, éstas para los vecinos con menos recursos, unas cuadradas, otras triangulares, con aire de corral de vecinos.

El guía me espera en la parada del 32 de la Gran Plaza. Tiene una triple relación con el barrio. El primero, cuando se iba a casa de su abuela Rosario, gaditana de nacimiento, que vivía en los tenis "porque este barrio lo hicieron con un diseño de inglés y unas pistas de tenis donde nadie jugaba al tenis". El segundo, cuando consigue acta de concejal socialista y en el Ayuntamiento de Luis Uruñuela es delegado del distrito Ciudad-Jardín Nervión. El tercero, ya jubilado de la política y de la docencia, forma parte de un grupo llamado Yo crecí en Ciudad Jardín. El Ayuntamiento al que perteneció durante dos legislaturas le ha publicado un plano con las 111 manzanas del barrio. "De la 1 a la 109 se construyeron por orden cronológico. Las 110 y 111 no tienen nada que ver con la tipología del barrio". A veces, las tres etapas se cruzan. "De niño corríamos detrás de la pelota y delante del cabo Carrillo, al que años después tendría a mis órdenes en la Policía Municipal".

Los números pares de la Avenida Ciudad Jardín no pertenecen al barrio Ciudad Jardín, pero desde sus terrazas la vista es extraordinaria. Subimos con Manuel Mojarro. Su abuela también se llamaba Rosario y al enviudar con cuatro niños pequeños en San Juan del Puerto se vino a Ciudad Jardín. Se ven las colectivas cuadrangulares, las triangulares, y todo el entorno: Cerro del Águila, las nuevas viviendas de Regiones Devastadas, Santa Teresa, Las Candelarias, Madre de Dios y se insinúan Los Pajaritos. Una Giralda académica, la torre de la Pablo de Olavide, la antigua Universidad Laboral donde Gutiérrez terminó su vida laboral como profesor de futuros ingenieros agrónomos.

"El barrio lo diseñó Aníbal González", dice Guillermo Gutiérrez, "la dirección de la obra fue del mismo arquitecto que hizo la Ciudad Jardín de Málaga". Un barrio pendiente de una preposición. "Mi duda es si Ciudad Jardín se hace para la Exposición del 29 o por la Exposición del 29. Me inclino por la segunda. La Expo fue una excusa. Fue un fracaso de visitantes y había mucha necesidad de vivienda. El Ayuntamiento de la República arbitró fórmulas para alquilarlas". Siempre fueron viviendas de alquiler. Con la Junta de Andalucía empezaron a someterse al libre mercado.

Hay un componente de falansterio, de socialismo utópico en este barrio. En las viviendas uve dobles, dos vecinos de arriba y dos de abajo compartían sendos patios. En las zetas, cuatro viviendas disfrutaban un patio común y tenían un jardín individual. "Han hecho hasta chalés, algunos con piscina". Las colectivas conservan la modestia de sus primeros pobladores. "Se hacían cruces de mayo espectaculares. Hay una colectiva que la siguen llamando la Bonita por su cruz de mayo. En una de ellas creo que llegó a vivir Paco Gandía".

Sorprende la simetría del barrio, la sordina muy cerca del nuevo centro de la ciudad y de zonas industriales y comerciales. El bar Aldana, un local histórico del barrio, se trasladó a Alfonso XI y su lugar lo ocupa el bar de Dioni, nombre de un antiguo futbolista del Betis. "Biri-Biri vivía en la calle Al-Mutamid, que era la calle 11 igual que Doña María de Molina la 12 o la calle Cardenal Rodrigo de Castro la 27. Las personas mayores siguen diciendo que viven en la calle 27".

La tienda de Aniceto es un taller mecánico. La casa uvedoble que fue cuartel de la Guardia Civil es una vivienda particular. Muchos de los niños que fueron a la guardería son varias generaciones después usuarios del Centro de Día de la Tercera Edad abierto en el mismo lugar. Unas instalaciones modélicas con aulas de Inglés e Informática, sala de baile, peluquería, pedicura, podólogo, salas para las partidas de dominó y comedor con un menú muy económico. "Yo soy soco", dice el antiguo concejal. Por las calles del barrio, le informan de que hay nueva junta directiva en La Milagrosa, nombre de una peña que también da nombre a la cofradía que sale con sus hebreos el Viernes de Dolores de la iglesia donde se casó. "La parroquia antes era la iglesia de la Concepción donde fui monaguillo".

Los dos nietos de aquellas abuelas Rosario, una de Cádiz, otra de San Juan del Puerto, disfrutan ahora con sus nietos. El del historiador del barrio se llama Guillermo Gutiérrez, igual que su padre. "Trabajaba de auxiliar en los juzgados. Con once o doce años, si aprobaba me llevaba en su Lambretta a los juzgados de Almirante Apodaca y le cosía con la lezna los expedientes. Después paraba en un bar, él se pedía un vino y yo me tomaba la tapa".

La fama de los caracoles de Protasio trasciende los límites del barrio. Si esa esquina se doblara se podrían recoger las dieciséis colectivas cual caracol con su casa a cuestas. El estanco es de 1932. La casa del autor del plano de las 111 manzanas, 109 de Eva y dos de la serpiente, vive donde el barrio se une a Marqués de Pickman, uno de los cuatro bulevares que trazaron en torno a la Gran Plaza. "Las Avenidas de la Cruz del Campo y de Ciudad Jardín eran la calle 2 de Nervión". Sigue teniendo familia. "Donde vivía mi abuela, nació mi tía y ahora vive mi prima, Charis las tres". Su prima Chari saluda desde el balcón después de recoger la correspondencia y comprar el pan. Su prima Maruja vive en la antigua lechería de Florentina. En el barrio corría delante del cabo Carrillo y adquirió conciencia política en casa de un carpintero, Celestino Tejeiro. "Allí íbamos algunos jóvenes, entre ellos Luis Yáñez". Consiguió que el alcalde le pusiera una calle junto al Tenis 3, donde nadie jugaba al tenis.

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