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Teléfono rojo, volamos hacia Rabat

  • Laberinto. Antonio Navarro Amuedo, periodista sevillano y trotamundos, presentó en Sevilla un libro que es su declaración de amor a Marruecos y lo acabó de escribir en Moscú

Antonio Navarro Amuedo, segundo por la izquierda, entre el autor de la crónica, Fernando Pérez y Alberto Gómez.

Antonio Navarro Amuedo, segundo por la izquierda, entre el autor de la crónica, Fernando Pérez y Alberto Gómez. / Víctor Rodríguez

Cuando la gente no cabía en el Apeadero. Así como suena. Literalmente. Mucha gente de pie para asistir a la presentación del libro Cuando la vida cabía en una medina (Atrapasueños), la declaración de amor a Marruecos de Antonio Navarro Amuedo (Sevilla, 1982), que llegó a ese país en septiembre de 2008 como becario de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Rabat.

En primera fila, junto al doctor Navarro, padre del autor, Lola Amuedo, la madre, que firma el dibujo de la portada. El original fue el regalo de boda que Antonio le hizo a Rachid Jail, su mejor guía por Marruecos. Fernando Pérez Ávila, que moderó la presentación, y quien firma esta crónica, que fue figurante de la misma, conocieron a Antonio Navarro Amuedo en la redacción del Diario de Sevilla hasta que hace una década empezó su alocada carrera de trotamundos que lo ha llevado por Rabat, Londres, Estambul y en la actualidad Moscú.

Junto a nuestros más de diez años de amistad, los escasos diez minutos transcurridos desde que se conocieron el autor y Alberto Gómez Font (Barcelona, 1955), que firma un bellísimo prólogo y vino a Sevilla a participar en la presentación y reconocer por fin a su interlocutor de tantas conversaciones virtuales. Cuando uno se iba de Rabat, el otro llegaba a dirigir el Instituto Cervantes de Rabat. Marruecos tiene seis sedes, sólo superado por Brasil.

Navarro Amuedo elige la mejor autoridad para justificar el título del libro, arropado por el subtítulo Gozos, nostalgias y pasiones marroquíes. "Me gusta medinear, andar de medineo por el dédalo de las callejas de Tánger o Marrakech", decía Juan Goytisolo en la cita con la que abre el libro. A la que sigue una reflexión de Walter Benjamin: "El laberinto es la patria de los que dudan". Antonio Navarro Amuedo, uno de los "niños de Felipe" como lo llamaba su abuela -nació el día de los Inocentes de 1982, recién llegado Felipe a la Moncloa- quiere seguir en el laberinto.

Fernando Pérez Ávila describió al autor en su laberinto, en su casa de Rabat, con un portero llamado Mubarak. Y alguna historia de taxistas, gremio que une a autor y prologuista. Navarro Amuedo conoció en Rabat a un taxista que había leído a Chomsky porque antes estudió Lingüística. Y Gómez Font, que llegó a esta diplomacia cultural desde la Filología Árabe, cuenta en el prólogo que en Buenos Aires terminó hablando con un taxista de Saussure. También tiene su declaración de amor a Marruecos. Se titula Cócteles tangerinos.

Gómez Font aprovechó la visita a Sevilla para encontrarse con algunos amigos. Dio con el mejor guía para recorrer la ciudad, con el arqueólogo Fernando Amores. "Somos conmilitones". Hicieron la mili en Hoyo de Manzanares. También coincidió en la Feria del Libro con Rocío Rojas-Marcos, que presentó su libro Tánger, segunda patria. La autora, compañera del arabista Emilio González Ferrín, estuvo en el acto del Apeadero y un día después presentó su libro en Tánger, la ciudad de la que vino un arzobispo a la diócesis de Sevilla.

Un arzobispo de Medina de Rioseco, patria chica de Carlos Amigo Vallejo, una de las seis Medinas topónimos de la geografía española en el catálogo de Gómez Font: Medina de Rioseco y Medina del Campo (Valladolid), Medina de Pomar (Burgos), Medinaceli (Soria), Medina de las Torres (Badajoz) y Medina Sidonia (Cádiz), la única andaluza, lo que refleja la capacidad de penetración y de mimetismo cultural.

Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Antonio Navarro Amuedo quería irse muy al norte, pero encontró el síndrome de Estocolmo en Rabat. El vecino desconocido. Nacido tres días antes de que acabara el año del Mundial de España, parece que manipuló el sorteo para que España y Marruecos estén en el mismo grupo del Mundial de Rusia. Tres países unidos en este libro: en uno nació y se hizo periodista, en otro descubrió la grandeza de lo pequeño y en el tercero reside y terminó de escribir lo que empezó siendo un blog llamado Cartas Magrebíes. En su viaje a estos gozos con pocas sombras, encontró unas Hurdes sin Alfonso XIII. El sevillano que fue a Londres y escribe en Moscú, el atlas de Chaves Nogales, se crió en Bami. El barrio de Antonio Burgos y Julio Muñoz Gijón, el Rancio Sevillano.

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