Juan Ignacio Zoido, ya alcalde de Sevilla en funciones, sabe que pasará a la historia, como pasó aquella expedición de Magallanes que salió de Sevilla con la intención de dar la vuelta al mundo y regresó con una sola nave y 18 supervivientes. Él mismo recurrió a este símil para recordar que, como el navegante, no podía imaginar que aquella aventura le costaría "tantos sacrificios", para luego admitir que todo viaje que se hace "a pecho descubierto" deja secuelas. Las más evidentes son una sangría de más de 60.000 votos y ocho concejales arrebatados en las elecciones del pasado domingo. Una pérdida que Zoido no pasó por alto en su último discurso institucional, el pronunciado ayer con motivo de la entrega de las medallas de la ciudad y que sirvió para cerrar su mandato.

Una despedida que sonó con amargos toques de autocrítica en la voz de un alcalde que admitió que le había costado subir al atril para pronunciar estas palabras. "Ya sé que encomendarlo todo al sentimiento es insuficiente", admitió el alcalde. Una confesión que desvela tal vez una de las claves de su hundimiento. Zoido dijo que los éxitos no se consiguen sólo a través de la emoción, sino que hay que trabajar mucho. ¿Da todo por perdido? El candidato del PP cree imprescindible tener fe, creer y apostar por su proyecto y mejorar lo que le rodea y con eso aseguró que cuenta. Y recordó que regresa después de cuatro años al puerto "con la satisfacción de haberme dejado el alma" y que siempre izó en su barco la bandera de Sevilla, una Sevilla "mejor, más justa consigo misma, más ambiciosa, más inconformista, en definitiva, más sevillana". La sevillanía que ha definido el mandato de Zoido.

El alcalde utilizó la circunnavegación que los premiados han dado a la propia historia de Sevilla para completar un recorrido que inició en 2011 y que concluye ahora: "Yo rezaré como Silvio para que Sevilla esté siempre a la vuelta de toda experiencia, para que sea la meta permanente de todos los que la amamos sin condiciones".

El popular comparó su mandato con "un viaje de vuelta" en el que quiso ser agradecido "con quienes han puesto sus naves a nuestra disposición sin pedir nada a cambio". Allí, entre el auditorio estuvo presente la "expedición maravillosa" con la que partió en 2011, sus 20 concejales. Sólo faltaron Asunción Fley y Juan Bueno. El resto posó para el recuerdo e intercambió besos y abrazos con el resto de ediles de la corporación, los que se van y los que se quedan. Allí, como uno más, sentado en la misma fila estuvo Javier Millán, el candidato de Ciudadanos, el hombre de moda que habla con los del PP y con los del PSOE, dice que sin obsesionarse y con la única intención de propiciar el cambio en la política municipal.

Sobre los nuevos aires que soplan en la Plaza Nueva, Zoido recurrió a una cita de Shopenhauer para advertir que "no hay ningún viento favorable para quien no sabe a dónde se dirige". Filosofía en clave electoral para reivindicar el rumbo fijo de su partido frente al de las fuerzas emergentes. Así, fiel a sus principios y creencias, Zoido estrenó su cargo con la Biblia y la Constitución como libros de cabecera, y ayer volvió a rezar "para que Sevilla le siga dando vueltas al mundo con rumbo firme". "Ojalá el viento sea plácido y nunca dejemos de ponernos todos, vengamos de donde vengamos, la medalla de la ciudad con orgullo en cualquier parte y en cualquier circunstancia", apuntó Zoido.

¿Cuáles pueden ser las circunstancias? El escenario está abierto. El barco del PP ha atracado en el puerto y todavía quedan unos días para que inicie un nuevo rumbo y se sepa quién cogerá el timón. Mientras tanto, Zoido agradeció de corazón a los sevillanos estos cuatro años. "No sé si mi corazón es suficiente, pero siempre será vuestro". Emotivo colofón para el mandato que, sin duda, ha dejado secuelas en un alcalde que ayer llegó a su punto de partida.