El arzobispo de Sevilla exhorta a los nueve nuevos sacerdotes a seguir "el modelo de Cristo"

Monseñor Saiz Meneses recordó durante la ceremonia de ordenación en la Catedral que "es Dios" quien los ha llamado y pidió a los nuevos presbíteros que sean "pastores con olor a oveja"

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Monseñor Saiz Meneses ordena a nueve sacerdotes en Sevilla.
Monseñor Saiz Meneses ordena a nueve sacerdotes en Sevilla. / M. G.

La Catedral de Sevilla ha sido escenario este sábado de una emotiva ceremonia de ordenación sacerdotal en la que nueve alumnos del Seminario Metropolitano y del Redemptoris Mater han recibido el sacramento del orden de manos del arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Manuel Camacho, Alberto Campos, Manuel Carrasco, Ángel López, Javier Llorente, Cristian Robles, Teodomiro Ortega, Lucasz Pysz y Andrés Urtasun pasan así a formar parte del clero diocesano hispalense, en lo que el prelado ha calificado como "una celebración que llena de gozo y esperanza a nuestra Iglesia diocesana".

El trascoro catedralicio, donde se ha desarrollado la ceremonia debido a las obras en el altar del Jubileo, se quedó pequeño ante la multitud de fieles que quisieron acompañar a los nuevos presbíteros en este día tan especial. Junto al arzobispo concelebraron los rectores de ambos seminarios, Andrés Ybarra y Ramón González, así como numerosos miembros del clero sevillano, entre ellos el deán del Cabildo, Francisco José Ortiz, y el secretario general de la Archidiócesis, Isacio Siguero.

La vocación

Durante su homilía, monseñor Saiz Meneses subrayó que esta ordenación constituye "un signo luminoso de la fidelidad de Dios, que sigue llamando y suscitando pastores para su pueblo". En sus palabras a los ordenados, el arzobispo les recordó el origen divino de su vocación: "Ninguno de vosotros ha llegado hasta aquí por sus propios méritos. Habéis sido llamados en vuestra fragilidad, en medio de vuestra historia concreta, y la Gracia os ha precedido", afirmó con contundencia.

"No olvidéis nunca este principio: es Dios quien os ha llamado, es Él quien os capacita", insistió el prelado, invitándoles a vivir y trabajar en comunión eclesial a pesar de sus diferentes temperamentos, formación y dones personales. "Sed hombres de Iglesia, sacerdotes que aman a su obispo, que colaboran con sus hermanos, que construyen comunidad", les exhortó con especial énfasis.

En la parte final de su alocución, monseñor Saiz Meneses se dirigió directamente a los nuevos presbíteros para recordarles la esencia de su ministerio: el servicio. "No busquéis los primeros puestos, ni los honores, ni los reconocimientos. Buscad servir. Esa es la gloria del sacerdote: lavar los pies, compartir el pan, consolar al que sufre, estar cerca de los pobres, anunciar la Palabra, perdonar en nombre de Cristo, guiar con mansedumbre al rebaño".

El arzobispo enfatizó que "el sacerdocio no es una promoción social, ni un espacio de privilegio, sino una entrega en radicalidad y totalidad" y subrayó con firmeza: "Nuestro modelo es Cristo". En consecuencia, "en el sacerdote todo ha de transparentar a Jesucristo", una idea central que vertebró todo su mensaje.

Continuando con su exhortación, monseñor pidió a los ordenados que no conviertan su ministerio en "un escenario para el lucimiento personal", sino que vivan "con humildad, con sobriedad, con intensa y profunda oración". Les instó a hacer de la Eucaristía el centro de su jornada, del sagrario su lugar de descanso, de la Palabra de Dios su alimento diario, de los pobres sus amigos y del Evangelio su pasión.

Un aspecto en el que insistió especialmente el arzobispo fue la alegría que debe caracterizar a los nuevos sacerdotes. "El mundo está cansado de rostros tristes, de corazones apagados, de discursos sin alma", señaló, matizando que esta alegría debe brotar "de la intimidad con el Señor" y no de éxitos externos o reconocimientos.

"No se trata de una alegría superficial, sino pascual", aclaró, pidiéndoles que, "en un mundo herido por el miedo, la división y la desesperanza", sean "signos de la presencia del Resucitado". Esta dimensión pascual del ministerio sacerdotal quedó así subrayada como elemento esencial de su identidad y misión.

Para concluir su homilía, el prelado hispalense resumió su mensaje pidiendo a los nuevos presbíteros que vivan con pasión su sacerdocio, sean "pastores con olor a oveja, hombres de Dios y del pueblo fiel", mantengan su vida centrada en Cristo, con espíritu de servicio, con alegría, esperanza y siempre en comunión eclesial.

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