Una biblioteca en el límite

El propio rector de la Universidad de Sevilla, Antonio Ramírez de Arellano, ya avisó del problema durante el pasado Claustro del 23 de enero. A la pregunta de una profesora sobre si estimaba necesaria la construcción de la biblioteca universitaria de Eritaña en la actual coyuntura de crisis económica en general y de asfixia financiera de la Hispalense en particular, la respuesta de Ramírez de Arellano fue tajante: "la biblioteca general es una necesidad prioritaria de la Universidad... Vean, por ejemplo, la situación de carencia en la que se encuentra el fondo antiguo en las actuales instalaciones de la Fábrica de Tabacos".

El fondo al que se refiere el rector de la Hispalense es, quizás, el más importante de Andalucía en su género y, con más de 65.000 volúmenes (aún no se sabe con exactitud el número), contiene auténtica joyas de la historia editorial y bibliográfica mundial, como es la Biblia de Gutenberg (también conocida como la Biblia de 42 líneas) de la que en el mundo apenas hay 20 ejemplares. Sin embargo, las instalaciones que actualmente guardan la colección, una especie de búnker construido durante la transformación de la antigua Fábrica de Tabacos en Universidad de Sevilla, se han quedado pequeñas e insuficientes. Los problemas de climatización, la ausencia de espacios docentes y expositivos, la falta de accesibilidad y la saturación de los anaqueles, que ya apenas admiten más fondos, son algunas de las deficiencias más evidentes.

Durante una visita realizada a las instalaciones por Diario de Sevilla junto a la directora del Secretariado de Investigación de la Hispalense, Mercedes Fernández Arévalo; la directora de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Julia Mensaque; y la catedrática y experta en paleografía y libro antiguo, Pilar Ostos, se pudo comprobar que, aunque la situación no es todavía alarmante, sí urgen soluciones, algo que pasa obligatoriamente por la conclusión de la Biblioteca Antonio Machado y Núñez, cuyas obras ya han comenzado en la avenida de Eritaña (ahora llamada de la Guardia Civil) aunque sobre éstas pende la espada de Damocles de los habituales impagos de la Junta de Andalucía a las universidades andaluzas.

Tal como asegura el jefe de servicio de este fondo antiguo, Eduardo Peñalver Gómez (uno de los mayores expertos de la materia en Andalucía): "Estamos en el límite". De hecho, la última donación importante recibida, la biblioteca particular del legendario profesor Juan de Mata Carriazo y Arroquia (Jódar, 13 de mayo de 1899-Sevilla 1989), con 4.000 volúmenes entre libros (monografías y manuales históricos, obras de consulta, obras literarias, tesis doctorales), revistas y cuadernos manuscritos, ha cabido casi con calzador y ya se puede decir que el búnker del fondo antiguo se encuentra al límite de su capacidad. La colección de Carriazo es de gran importancia porque, entre otras cosas, alberga los cuadernos de campo que el historiador realizó cuando se excavó por primera vez el entorno del Carambolo.

Pero, según Peñalver Gómez, los problemas van más allá de la falta de espacio. La antigüedad y deficiencias de diseño de las actuales instalaciones "nos impide mantener los parámetros necesarios de humedad y temperatura recomendados en la conservación de libros antiguos". Asimismo, la profesora Ostos señala otra deficiencia: la total inexistencia de espacios adecuados para la labor docente, algo poco comprensible en una institución cuya razón de ser es la enseñanza. "Cuando traigo a mis alumnos no tenemos un sitio adecuado para analizar los ejemplares sin molestar a los investigadores". Eduardo Peñalver profundiza en esta idea: "Hay veces que hemos recibido visitas extrajeras y no les hemos podido mostrar ejemplares importantes".

Por su parte, Julia Mensaque, quien hace hincapié en que la conservación y la seguridad del fondo está plenamente garantizada ("el espacio está feo, pero técnicamente está muy bien guardado"), cree que la mayor deficiencia de las actuales instalaciones es la falta de un lugar donde poder realizar exposiciones con los ricos fondos de la biblioteca. Es decir, que no se puede cumplir plenamente el que debería ser uno de los principales fines sociales de la institución: la divulgación científica. Para suplir esta deficiencia, hasta la fecha se ha optado por organizar exposiciones virtuales en la página web de la biblioteca de la Universidad de Sevilla (http://expobus.us.es), algunas de las cuales, como América escrita, El río Guadalquivir en el fondo antiguo de la Biblioteca o la dedicada al bicentenario de la Guerra de Independencia, entre otras, son auténticos ejemplos de divulgación del patrimonio bibliográfico.

En la actualidad, se está preparando la exposición Procedencias, en la que se analizará las diferentes fuentes de las que se nutrió el fondo bibliográfico de una universidad centenaria, como son los conventos y otras instituciones eclesiásticas desamortizadas, la casa profesa de los jesuitas (expulsados por Carlos III) y las colecciones particulares de eruditos y bibliófilos, por sólo citar dos ejemplos.

La visita a la biblioteca deja en evidencia, también, que el lugar reservado para algunas cuestiones técnicas, como la digitalización o pequeñas restauraciones de los fondos, deja mucho que desear, aunque el entusiasmo de los técnicos suple muchos de los defectos.

Las medidas de seguridad del fondo son numerosas y los volúmenes se encuentran protegidos en cámaras acorazadas con cortafuegos para minimizar un hipotético incendio. Sin embargo, los responsables del mismo muestran inquietud al asegurar que, recientemente, la Policía Nacional les ha avisado de que se han detenido a delincuentes relacionados con el patrimonio histórico que poseían información sobre la biblioteca.