El cardenal de Barcelona advierte del excesivo boato en las cofradías

Luis Martínez Sistach critica la escasa formación en las hermandades y recuerda que la autoridad eclesiástica puede imponerles un canon económico anual

Antonio Merchán, monseñor Sistach, monseñor Amigo, José María Ribas y José Ortiz Díaz.
Antonio Merchán, monseñor Sistach, monseñor Amigo, José María Ribas y José Ortiz Díaz.
Diego J. Geniz

31 de octubre 2008 - 05:03

El cardenal arzobispo de Barcelona, Luis Martínez Sistach, alertó ayer, en una conferencia celebrada en la Hispalense, del peligro que supone el excesivo boato que envuelve a las cofradías. Sistach, que además de cardenal es profesor de Derecho Cánonico, afirmó que una de las "incoherencias" que hay que evitar dentro de las hermandades es "separar el culto público de la fe, por eso la excesiva espectacularidad de las procesiones oculta en muchas ocasiones la riqueza sacramental de dichos cultos".

Estas declaraciones fueron realizadas en una ponencia que bajo el tíulo Las cofradías, casa y escuela de comunión, inauguró las Primeras Jornadas en Memoria de Alberto Ribelot, profesor titular de Derecho Cánonico de la Hispalense, fallecido el año pasado y creador de la asignatura de libre configuración titulada El Derecho de las Cofradías.

Durante su conferencia, el cardenal de Barcelona definió la naturaleza jurídica de las hermandades e hizo especial hincapié en que "es necesario conservar el objetivo y el espíritu con el que fueron creadas: para evangelizar, por ello hay que estar atentos a lo que se transmite, porque a veces da la impresión de que el mensaje no es muy sincero".

Sistach achacó esta separación de culto y fe "a la falta de formación que padecen hoy día muchos de los miembros de junta de gobierno que rigen los destinos de las hermandades y de los cofrades en general". Por este motivo, pide que se exija mucho más a los que vayan a ser nuevos hermanos mayores. "Hay que buscar esfuerzos para esta formación, teniendo en cuenta la ignorancia cristiana que existe hoy día dentro del ámbito cofrade, para que, de esta forma, en las procesiones el mensaje sea más explícito y el significado de sacar una imagen a la calle quede claro desde el principio".

También defendió a las hermandades como asociaciones públicas eclesiásticas. "Hay muchas hermandades que sienten recelo al configurarse como asociación pública porque están controladas por la autoridad eclesiástica, algo que no se justifica en una Iglesia de comunión". Estas declaraciones están relacionadas con uno de los temas más espinosos de los últimos años, cuando la Hermandad del Gran Poder defendió la naturaleza jurídica de su corporación como asociación privada de fieles, mientras que las Normas Diocesanas le otorgaban un carácter público.

En este sentido, subrayó que "es fundamental que cada cofradía se someta al discernimiento de la autoridad eclesiástica. Al ser asociaciones canónicas, y no civiles, deben estar reguladas por unas normas diocesanas".

Otro aspecto que destacó fue "la responsabilidad que tienen los miembros de las cofradías de colaborar con los gastos de la Iglesia, como cristianos que son". Una apreciación que viene al hilo de las últimas declaraciones de monseñor Amigo, que el pasado miércoles hacía un llamamiento a los fieles sevillanos para contribuir con la Diócesis más allá de una simple limosna o de la aportación tributaria. En declaraciones a este periódico, Sistach recordó que "el obispo de una Diócesis puede imponer una canon anual a todas las asociaciones religiosas, ya que la colaboración puede establecerse de forma voluntaria o por obligación". Toda una advertencia.

Llamó la atención una de las circunstancias actuales que Sistach afirma que padecen las hermandades barcelonesas: la falta de aspirantes a hermano mayor. Muy al contrario de la tónica sevillana, donde hay comicios con más de dos candidaturas.

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